11 de diciembre de 2007
Por: La OpinionEn los últimos meses se ha hablado mucho sobre los juguetes que han retirado del mercado (Mattel, específicamente) por contener plomo, y varios padres están preocupados en estos días justamente por las compras de juguetes que están en furor en esta Navidad. Así que hablemos del plomo. Este elemento puede ser un veneno muy potente. Una sola dosis alta de plomo puede enviar a alguien a la sala de emergencia con síntomas graves. Es mucho más dañino para los niños que para los adultos, pues puede afectar al cerebro y a los nervios en desarrollo. Pero es más común que la intoxicación con esta sustancia suceda lentamente por exposición a pequeñas cantidades en forma repetitiva. ¿Dónde se encuentra? ¿sólo en los juguetes? La respuesta es no. El plomo está en todas partes, incluyendo la suciedad, el polvo, los juguetes nuevos y la pintura de casas viejas, pero desafortunadamente no se puede ver, saborear ni oler. He aquí una lista de lugares donde se encuentra: en la pintura de las casas construidas antes de 1978, en los juguetes y los muebles pintados antes de 1976, en los artículos de plomería como las tuberías y los grifos, en el suelo contaminado por emisiones de los carros y las raspaduras de la pinturas de las casas (sobre todo de las que están cerca de las autopistas), en los elementos de pintura y utensilios de arte para los niños y en las jarras y vajillas de peltre, entre otros objetos. Así que esta Navidad le recomiendo que lea las etiquetas de los juguetes y preste atención, ya que es común que los niños se los lleven a la boca, y si se los llegaran a tragar, podría afectar seriamente su desarrollo mental. Además, ingerirlos puede causar problemas auditivos, reducción del desarrollo intelectual, lentitud en el crecimiento y problemas de comportamiento. ¡Así que tenga cuidado con los soldaditos de plomo! "Yo quiero pasta", "yo la odio", "no quiero brócoli", "ya no me gusta el pollo". ¿Usted es de las madres que tiene que preparar un plato distinto para cada hijo a la hora de la cena? Seguramente está pensando que sus hijos son unos caprichosos. No entiende por qué rechazan la comida que antes adoraban y además que sean neofóbicos, es decir que no quieran probar alimentos nuevos. ¿Piensa que sus habilidades culinarias son un fracaso? No se preocupe. Un nuevo estudio demuestra que aunque usted tiene una parte de la culpa de este comportamiento, no tiene que ver con lo que usted cocina. Los autores de este estudio analizaron los hábitos alimenticios de más de cinco mil pares de gemelos que tenían entre 8 y 11 años y encontraron que su aversión a ciertas comidas es, en su mayoría, hereditaria. Así que nuevamente: no es lo que usted cocina, son sus genes y contra eso, no hay mucho que se pueda hacer. Tal vez una opción es recordar los trucos de su madre para hacerla comer algo que usted odiaba. Tal vez sea lo mismo que sus hijos odian. La genética es increíble, ¿no es cierto?