14 de marzo de 2008
Por: La OpinionCada día son más las voces de los expertos que se dejan oír augurando que estamos ya inmersos en un nuevo orden energético. Ni qué decir hay que el precio del petróleo tiene tanto o más que ver con este nuevo orden que con las periódicas crisis de suministros de gas con las que Rusia amenaza a los europeos.
Todo el mundo sabe que en las próximas décadas disminuirá el volumen de reservas de petróleo. El imperativo dicta disminuir la dependencia del crudo y una mayor inversión en recursos alternativos hasta hacerlos económicamente viables. No es fácil, pero es necesario.
El shock actual del petróleo es diferente a los dos precedentes de corta duración. Nada sugiere que el precio del crudo vaya a disminuir en los próximos años, aunque a corto plazo perdura una impresión de que nos encontramos en plena curva ascendente de un ciclo alcista en los precios.
Desde el año 2000 el valor se ha cuadruplicado, en gran parte debido a factores ya conocidos, como la rápida industrialización de China e India o el crecimiento demográfico global. Este aumento casi descontrolado de la demanda no puede seguir el ritmo que ha llevado en los últimos años.
Es razonable pensar que la misma oferta encontrará problemas para lograr satisfacer esta sed de petróleo. Razones no faltan: riesgos geopolíticos, la caída libre del dólar o el furor especulativo en torno al oro negro.
También es previsible pensar que tarde o temprano el mercado reaccionará con una apreciable disminución del consumo.
De alguna forma existen indicios de que algo así está pasando ya. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) rebajó en 200 mil barriles la demanda diaria de petróleo en 2008; su homóloga estadounidense, la Administración de Información de Energía (EIA), estima que una mayor producción de crudo de países ajenos a la OPEP junto a una mejora en la capacidad productiva de esta última harán que la oferta exceda una demanda más modesta en cuestión de pocos años.
Incluso, aventuran que en 2009 ó 2010 empezarán a surgir evidencias de que la capacidad productora de terceros países se duplicará, llegando a los cuatro millones de barriles diarios. EU haría muy bien haciendo lo posible por mejorar la capacidad del crudo de México, el principal suministrador de EU.
El ministro del Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Nuaimi, hace pocos días dijo que el modelo de desarrollo sostenible que proyecta su país gira en torno a un precio del barril no inferior a los 60 dólares, pero tampoco muy por encima de los 80. Solamente así los mercados serán capaces de vencer la tensión hoy en día existente.
En fin, las preguntas del millón son dos: ¿hasta dónde puede subir el precio? y ¿hasta dónde puede caer? No seré yo quien conjeture que dentro de dos o tres años el crudo se haya disparado por encima de los 200 dólares el barril.
Usted dirá.