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  Por el libro

25 de marzo de 2008

Por: Yahoo

Por meses, los estadounidenses han sido bombardeados por todo tipo de malas noticias en el frente económico: aumenta el desempleo, suben los precios de la gasolina, se hunde el mercado inmobiliario, trepa la inflación, se debilita el dólar y se tambalea la bolsa de valores.

Pero el colmo fue el descalabro de Bear Stearns. Uno de los cinco bancos de inversiones más grandes del país estuvo al borde de la quiebra y sobrevivió pura y exclusivamente porque el gobierno lo apuntaló respaldando préstamos de emergencia y una institución rival se comprometió a comprarlo por una suma irrisoria.

A los datos que presagian una recesión se sumó este escenario de pesadilla, en el que una firma tradicional de Wall Street queda de rodillas y sus clientes se pelean por retirar sus depósitos.

La crisis económica es de repente el tema obligado de conversación y, mientras los economistas buscan soluciones, la gente común se pregunta qué pasará con sus ahorros, con las tasas de interés y con empleos que parecían seguros y ahora ya no lo son.

¿Qué tan grave es la crisis? ¿Empeorará?

Nadie puede dar respuestas seguras a estos interrogantes.

Ya antes de la debacle de Bear Stearns la economía estadounidense se derrumbaba, golpeada desde distintos sectores.

_Hacia fines del 2007, el 36% del dinero disponible de la gente era destinado a alimentos, electricidad y atención médica; es el porcentaje más alto desde que se comenzó a llevar esa estadística, en 1960, según Merrill Lynch.

_La gente se da menos gustos. La Asociación Nacional de Restaurantes dice que el 54% de sus afiliados reporta una disminución en sus actividades.

_Los planificadores económicos dicen que nunca recibieron tantas llamadas de personas con hijos que volvieron a vivir con sus padres luego de quedarse sin trabajo o simplemente para ahorrar el dinero de una vivienda.

_En ciudades como Mesa, Arizona, donde la crisis de la vivienda es particularmente grave, hay cada vez más propiedades vacías y menos gente paga por la recolección de basura. A su vez, la gente ya no se desprende tanto de muebles y artículos electrónicos, según William Black, director de la oficina municipal encargada de los desperdicios.

A todos estos datos negativos se sumó la bomba de Bear Stearns, que combina varios de los factores de la crisis actual, incluido el derrumbe del mercado inmobiliario, la restricción al crédito y la pérdida de confianza tanto de inversionistas como de consumidores.

Para entender bien qué está pasando hay que remontarse al inicio de la expansión en la industria inmobiliaria. Wall Street y los bancos dieron muchas facilidades para que gente con una situación financiera inestable consiguiesen hipotecas, conocidas como préstamos de alto riesgo.

Los inversionistas querían explotar los beneficios del mercado de bienes raíces, de modo que sobraba el dinero para esos préstamos.

Las empresas financieras vendieron luego las hipotecas a fondos e inversionistas que buscaban ganancias rápidas, sin prestar demasiada atención a los riesgos.

La estrategia funcionó mientras los precios de las propiedades siguieron subiendo. Cuando comenzaron a ceder, vino la inestabilidad financiera.

Una enorme cantidad de gente que contrajo préstamos riesgosos no puede cumplir con sus obligaciones. Muchas personas deben hoy más dinero que el que pueden conseguir vendiendo sus propiedades. Los dueños de casi nueve millones de viviendas se encuentran en esa situación y por primera vez, la deuda total en hipotecas es superior al patrimonio neto de los prestatarios (la diferencia entre lo que se debe y el valor de la vivienda en el mercado). La diferencia es de 836.000 millones de dólares, según Marrill Lynch.

La situación de la vivienda tuvo un efecto dominó. Las acciones garantizadas por préstamos hipotecarios perdieron valor. Esto hizo que escasease el dinero para nuevas hipotecas y se restringieran los préstamos en general.

Bear Stearns se vio súbitamente sumergido en un torbellino. Comenzaron a circular rumores respecto a los riesgos que había corrido y a si tenía reservas para absorber posibles pérdidas. Clientes e inversionistas exigieron la devolución de su dinero.

"Este problema empezó porque financiaron préstamos hipotecarios muy ligeramente; nadie sabe cuando valen realmente esos bienes", expresó Lyle Gramley, un ex gobernador de la Reserva Federal y quien hace ahora de analista del Stanford Financial Group. "Eso inquietó bastante a los bancos e hizo que se contraiga significativamente el crédito disponible".

Al restringirse el crédito, las grandes empresas no pueden conseguir préstamos y se demoran proyectos importantes, lo que a su vez tiene impacto en el mercado laboral. Muchas de esas compañías ya sufrían los efectos de la crisis en el mercado inmobiliario, que hizo que la gente comenzase a dudar sobre el valor de sus propiedades y a restringir sus gastos.

Si la crisis de los años 70 sirve de parámetro, todavía no se ha tocado fondo.

En esa ocasión, el índice Standard & Poor cayó un 36%, mientras que en la actualidad ha bajado solo un 15% en relación con su pico de octubre del 2007.

Casi el 90% de los ejecutivos consultados en un estudio de Duke University y la CFO Magazine cree que la recuperación económica llegará recién en el 2009.

¿Qué se hace entonces para apuntalar al economía?

La Fed ya redujo las tasas de interés. En los últimos seis meses rebajó seis veces la tasa interdiaria de los préstamos a bancos, del 5,25% hasta el 2,25%. Dos tercios de esas rebajas se produjeron en los dos últimos meses.

Pero la Fed no puede hacerlo todo sola. Si bien un programa de devolución de impuestos y algunas exenciones impositivas para las empresas ayudarán, los economistas piensan que habrá que tomar otras medidas para aliviar la crisis de los préstamos de alto riesgo, que arrastra al resto de la economía.

"No puede ser que las instituciones financieras no den créditos", comentó Eugene White, profesor de economía de la Universidad de Rutgers. "Hay que ponerle fin a eso si queremos evitar una recesión grave".

Economistas e historiadores coinciden en que esto va más allá de los típicos ciclos económicos. Y es imposible pronosticar hasta dónde llegará ante la incertidumbre en torno a la crisis hipotecaria.

"Las crisis financieras son moneda corriente y siempre se superan", manifestó Richard Sylla, profesor de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York. "El asunto es saber cuánto durarán".



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