27 de marzo de 2008
Por: La OpinionDescuelga el teléfono y marca una contraseña seguido del número de destino. Una voz le indica el tiempo exacto que tendrá para hablar con sus familiares en el extranjero, pero la llamada se corta mucho antes de lo que indicó la grabación. Ni siquiera cuenta con los minutos que esperaba tener desde que hizo la última comunicación.
Si esta escena le resulta familiar, probablemente sea una de las miles de personas que se preguntan dónde habrán ido a parar esos minutos que le prometieron y el dinero que pagó por ellos cuando la tarjeta telefónica prepagada que compró para llamar al exterior indica claramente "sin cargos de conexión".
"Lo que sucede es que [las compañías] programan en el switch los minutos más cortos para que en lugar de ser de 60 sean de 30 segundos", dijo convencido Reynaldo Rodríguez, propietario de una tienda de tarjetas de prepago en el pasaje de la calle Broadway, en Los Ángeles.
"Las llamadas son deducidas en incrementos de tres a seis minutos", confirma el texto que puede leerse, no sin antes forzar la vista, en la tarjeta African Dream que emite la compañía Clifton Telecard Alliance (CTA).
De ahí que una reciente investigación de la Comisión Federal de Comercio (FTC) realizada sobre una variedad de 46 tarjetas prepagadas emitidas por esta compañía concluyó que ninguna de ellas ofreció la cantidad de minutos publicitados en los carteles correspondientes, donde el promedio de minutos proporcionados fue sólo del 43% de los anunciados. Además, tres de las 46 tarjetas que se utilizaron en la investigación nunca funcionaron.
La FTC presentó ayer una demanda contra CTA y su directivo, Mustafa Qattous, ante una Corte Federal de Distrito en New Jersey, para requerir "el cese de las prácticas presuntamente ilegales de la compañía".
"Hemos pedido a la Corte que esta empresa deje de promocionar las tarjetas a través de publicidad engañosa. Una tarjeta promocionaba 26 minutos para hablar a Honduras, pero la llamada se cortó a los ocho minutos", dijo Álvaro Puig, portavoz de FTC.
La Opinión contactó con CTA pero hasta el cierre de esta edición ningún representante de la compañía había devuelto la llamada.
Parte del secreto para averiguar dónde se esfuman los minutos que se compran por anticipado está en la letra pequeña estampada en el reverso de las tarjetas o en la parte superior de ellas. Pese a que se indican "cargos sin conexión", los siguientes son algunos de los términos y condiciones que presumiblemente el usuario acepta al hacer uso de las tarjetas de CTA.
"Todas las llamadas hechas desde un teléfono de pago están sujetas a un cargo de 99 centavos. Un cargo de entre 25 centavos y 2 dólares y un subcargo adicional del 20% pueden aplicar después de cada llamada dependiendo de la duración y el destino. Se tasará un cargo semanal de 69 centavos a partir de las 24 horas de la primera llamada. Cargos por servicio pueden aplicar. Precios y cargos están sujetos a cambio sin previo aviso. La tarjeta expira tres meses después del primer uso".
"El tipo de tipografía que se usa para advertir esto es diminuta, es una letra de tamaño 5, que ni se puede leer ni está clara", indicó Puig.
Como referencia, el texto que usted está leyendo en estos momentos (en la versión impresa) tiene un tamaño de 9 puntos.
"La información de minutos está basada en el uso de una sola llamada", es otra de las frases que pueden leerse en las tarjetas de CTA. Sin embargo, la investigación de FTC reveló que ni siquiera eso se corresponde con la realidad, ya que una tarjeta que anunciaba 40 minutos para hablar a El Salvador se cortó a los 27 minutos de conversación y otra realizada a Egipto lo hizo 20 minutos antes de lo anunciado.
"Parte de eso pasa porque realmente no hay un estatuto que regule la práctica de las tarjetas prepagadas", comentó Reynaldo.
Algunas tarjetas prepagadas son compradas con un saldo disponible de dos dólares, mientras que otras comienzan desde cinco dólares en adelante. En aquellas de dos dólares también se cobran los 99 centavos de cargo señalados anteriormente, por lo que apenas resta un dólar para realizar una llamada internacional.
Se calcula que la industria de las tarjetas telefónicas prepagadas genera sólo en Estados Unidos cerca de 4,000 millones de dólares anuales. En concreto, y de acuerdo con datos ofrecidos por la FTC, la compañía CTA ?que entre otras emite las tarjetas Mexico Gold, La Capital y CTA World? facturó 28 millones de dólares en los últimos tres meses del pasado año.
En la demanda se solicita que la compañía devuelva las ganancias reportadas aparentemente de forma fraudulenta o bajo publicidad engañosa.
Entre tanto, algunos consumidores se han rendido ante este tipo de prácticas y, tras haber "probado" varias tarjetas, han terminado comprando las que les parecen más convenientes, pero conscientes de que la mayoría de las compañías no conceden los minutos que anuncian.
Alfonso Galicia Bravo, un residente de Los Ángeles, acostumbra comprar la tarjeta La Victoria, de la empresa Krossland, para llamar a Puebla, en México, porque sabe que "los minutos que dan para hablar son 45, aunque digan que son 500".
El cartel de esta compañía indica que para una llamada de Estados Unidos a México, con un saldo de cinco dólares, se conceden 170 minutos, pero Alfonso afirma que nunca llega a hablar esa cantidad de tiempo porque siempre se corta mucho antes.
"Incluso uno puede marcar y no se escucha nada en la línea y ya te han empezado a cobrar la llamada", dijo Leonor García, la esposa de Alfonso. "Y ya no digamos si la dejas para mañana, porque cuando vas a llamar te das cuenta de que no tienes nada [de minutos]".
Muchas compañías restan el saldo disponible en la tarjeta conforme pasan los días desde su primer uso, y otras cobran un cargo de mantenimiento para guardar la información de la tarjeta, la contraseña y las llamadas realizadas en una base de datos, lo que indirectamente causa que en ocasiones quienes tienen que pagar el plato sean los propios vendedores cuando ellos no tienen culpa de nada.
"Bastante gente ha venido a reclamar que no tienen los minutos que anunciaban, pero lo sorprendente es que luego vuelven a comprar la misma tarjeta", indicó Marta Estrada, que trabaja en la tienda de la calle Broadway.
"El cliente debería llamar a la compañía para quejarse, pero en ocasiones uno ni siquiera logra ponerse en contacto porque o el número no funciona o siempre da ocupado", señaló el portavoz de FTC. "Así que ante todo recomendamos prevención, descartar las tarjetas que no muestran la información clara y preguntarle a algún conocido en qué tarjetas han confiado ellos".
"Muchos clientes que vienen a comprar ya saben que les van a recortar los minutos pero no entienden por qué", apuntó Sang Lee, propietaria de un minimercado en la calle Quinta de Los Ángeles, donde vende tarjetas telefónicas de prepago. "Otros tratan de cambiar de tarjeta y cuando ven que les resulta mejor se quedan con ella. Pero eso no puedes hacerlo con todas porque hay muchísimos tipos distintos".
En el comercio de Sang Lee, como en la inmensa mayoría de los demás locales donde se venden este tipo de tarjetas, no hay un solo documento que explique de forma clara y en un tipo de letra entendible a primera vista las condiciones de uso para realizar las llamadas. Tan sólo los carteles pegados en las paredes son los que se encargan de señalar una cantidad de minutos que casi nunca se corresponden con los esperados.