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  Por el libro

28 de julio de 2008

Por: Yahoo

Cuando la policía detiene a un conductor por manejar a velocidad excesiva, generalmente le entrega una boleta de infracción en ese mismo momento. Pero cuando los reguladores federales descubren que una empresa farmacéutica ofrece remedios con receta para un uso que no está aprobado, demoran un promedio de siete meses en difundir una advertencia, según un borrador de informe redactado por investigadores del Congreso de Estados Unidos.

Adicionalmente, la empresa farmacéutica demora otros cuatro meses en solucionar el problema. Durante ese lapso, los médicos pueden recetar esos remedios no aprobados a gran cantidad de pacientes.

El informe de la GAO, (siglas en inglés de Government Accountability Office, u oficina de Responsabilidad del Gobierno, también conocida como "brazo investigador del Congreso"), analiza una zona gris de la supervisión de medicinas por parte de las autoridades federales. Se trata del uso de remedios para tratar afecciones distintas a las que figuran en las etiquetas. La práctica es conocida como "prescripción fuera de rótulo".

Aunque se acepta ese uso de remedios, hay muchos peligros. Aunque algunos pacientes se pueden beneficiar, otros reciben remedios que en el mejor de los casos no mejoran su condición y les hacen derrochar dinero. En otros casos, los efectos secundarios de esas medicinas pueden causar daños a la salud.

Lo que dificulta tanto lidiar con esos fármacos es que hay una serie de leyes y reglamentaciones que son contradictorias.

Las empresas farmacéuticas tienen prohibido promocionar medicinas para usos que no han sido aceptados por la Dirección de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA), pero los médicos están autorizados a usar su propio juicio para decidir cuándo recetan un remedio.

También, según pautas propuestas por la FDA este año, las empresas pueden distribuir entre los médicos artículos aparecidos en revistas especializadas que sugieren nuevos usos de medicamentos, aunque no hayan sido aprobados.

El senador Charles Grassley ha expresado su preocupación por el uso creciente de esas medicinas. Según un estudio de 2006, más de un 20% de las recetas escritas en Estados Unidos son para uso no aprobado por la FDA.

Grassley denunció que la agencia federal "no está siguiendo la pista a medicamentos que son vendidos para un uso" distinto al prescrito en los rótulos, "aún cuando eso es ilegal", según señaló en un comunicado.

Como resultado, añadió el senador, "los fabricantes de medicamentos no se hacen responsables por promover el uso de medicinas no aprobadas, y la seguridad de los pacientes es disminuida".



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