29 de julio de 2008
Por: La OpinionEste verano se presenta menos movido para la industria de viajes en Estados Unidos, que espera una caída de entre el 1.2 y 1.5% de actividad respecto al año pasado. Ello significa que el número de viajeros será de unos 327 millones de personas de junio a agosto, en lugar de los 331 millones en la temporada durante 2007.
Dadas las circunstancias económicas, el dato es percibido con ligero optimismo por la Asociación de Industrias de Viajes (TIA), en que señalan que la intención hasta ahora indica que más que suprimir completamente las vacaciones, muchos consumidores cambiarán sus planes en busca de un costo total más bajo.
Roberto Zabala, propietario de Freedom Vacation en Downey, comenta que el fenómeno más notable de este año en su agencia son los planes de última hora.
El teléfono, dice Zabala, no sonaba entre enero y marzo, el trimestre en que la gente suele planear su verano.
"Pensamos que el año iba a ser catastrófico, pero ha remontado ahora", dice Zabala, agregando que los clientes llegan buscando un plan para la semana que viene.
Aunque el agente indica que algunos de sus clientes han cambiado Hawaii por ir de campamento, comenta que la mayoría de los veraneantes con los que él trata no están gastando sustancialmente menos que el año pasado.
"Si la tendencia se mantiene, no llegaremos a tener mucha ganancia en comparación con el año anterior, pero tampoco habrá grandes pérdidas" dice el agente.
En los Ángeles
Para Los Ángeles la temporada tampoco parece excesivamente mala. Según informa la Oficina de Visitantes y Convenciones, no hay indicios de reducción respecto a los 26 millones de visitantes y 15,000 millones de gastos registrados por ambas entidades en 2007, debido en parte a la afluencia de visitantes internacionales que se benefician de la debilidad del dólar.
Pero la subida incesante del precio de petróleo, unida a la incertidumbre sobre la economía, tienen en vilo a una industria que da trabajo a 7.5 millones de personas en todo el país.
Magnates del sector, como Bill Marriott, de la cadena hotelera del mismo nombre, se unió el pasado viernes a los empresarios que están pidiendo intervención legislativa para frenar la subida del precio del crudo.
A la hora de volar, los consumidores se enfrentjan a una combinación nefasta de subidas de precio (un 4.4% tan sólo en el primer trimestre del año para vuelos domésticos, según el Departamento de Transporte), eliminación de rutas y disminución de asientos, dentro del esfuerzo que las aerolíneas hacen para capear la crisis.
"En total, hasta junio, hemos reducido un 13% nuestra capacidad", comenta Carlos Santos, de Delta, quien señala que ya no se pueden ofrecer vuelos con la esperanza de que se llenen, sino sólo cuando hay certeza de que irán a plena capacidad.
Entre los destinos eliminados por esta compañía están los que unían Los Ángeles con Culiacán, La Paz, Los Mochis, Torreón y Zacatecas, entre otros, que se iniciaron hace un año y medio. En ese tiempo ?el mismo que la compañía lleva operando tras escapar a la bancarrota? las circunstancias han cambiado mucho:
"Salimos del capítulo 11 con el barril de petróleo a 66 dólares", dice Santos, refiriéndose al enorme reto al que se enfrenta la industria.
"No hay forma de ir a visitar la familia este año" dice Andrea Colón, una originaria de Guadalajara, México, que comenta que los vuelos desde Los Ángeles le salen unos 200 dólares más caros este año que el pasado.
A nivel doméstico se estima que las tarifas en el primer trimestre de este año son en promedio 327 dólares más caras que en el último de 2007.
Pero mientras que las declaraciones de pérdida y las reducciones de ruta y presencia en aeropuertos son la tónica dominante en estos días, Southwest brilla como un faro de esperanza para quienes no pueden permitirse un encarecimiento de los boletos. Y no sólo para los accionistas que han visto aumentar los ingresos de la compañía a 321 millones de dólares en el primer trimestre del año frente a los 278 del mismo período 2007, sino para los pasajeros. Según informa Olga Romero, portavoz de la compañía, la misma no está aumentando precios ni añadiendo tarifas extra por equipaje.
El as en la manga con que juega esta compañía, explica Romero, es que paga un 75% del combustible a un precio prenegociado que parece de saldo estos días: 51 dólares el barril. Así que al menos hasta 2010 ?fecha a partir de la cual habría que renegociar? esto podría ayudar a algunos consumidores a seguir viajando.
De cara a esta temporada estival, la Asociación Americana de Automovilistas (AAA) señala que entre los millones de consumidores que no van a renunciar a sus vacaciones muchos pueden encontrarse con jugosas ofertas, debido, entre otras cosas, a los descuentos que muchos hoteles ofrecen y a los competitivos paquetes de viajes que hay en el mercado.
Con el otoño, algunos prevén que llegarán cambios más drásticos. Ante la previsión de pérdidas de entre $7,000 y $13,000 millones para la industria de aerolíneas de EEUU en 2008 que pronostica la Asociación de Transporte Aéreo (ATA) y que de confirmarse serían las peores de la historia, los augurios más pesimistas anticipan subidas de hasta el 40% en los boletos. Con ello viajar en avión podría volver a quedar sólo al alcance de las elites, como ocurría hace varias décadas.
TARIFAS MÁS ALTAS
Los problemas de las aerolíneas podrían complicarse debido a que tendrán que pagar más para aterrizar en el aeropuerto internacional de Los Ángeles y en el de Ontario, de acuerdo con un plan aprobado ayer por la Junta de Comisionados de Aeropuertos.
En LAX, la tarifa para aeronaves comerciales subirá de $3.35 por cada mil libras aterrizadas a $3.85 por esa misma cantidad de libras. El costo para los aviones de carga se incrementará de $2.72 por cada mil libras a $3.24. Se estima que esto generará $185 millones, $13 más que el año pasado.
En el aeropuerto de Ontario, que es operado por la ciudad de Los Ángeles, las tarifas subirán de $2.43 a $2.70 para aviones de pasajeros. Se espera que generen $17.1 millones para el próximo año.