18 de agosto de 2008
Por: La OpinionLa dura "corrección" del mercado inmobiliario en EEUU, que ha destruido los sueños de millones de compradores de vivienda, todavía no ha tocado fondo y seguirá lastrando la economía por un tiempo, según aseguran los expertos.
Si bien la caída de los precios de las viviendas se inició en 2006, los analistas fechan el estallido de la crisis hace justo poco más de un año, el 9 de agosto de 2007, cuando el Banco de Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo tuvieron que intervenir de manera masiva para proveer liquidez a los mercados.
La "burbuja inmobiliaria" comenzó a formarse en Estados Unidos en el año 2003, cuando las entidades financieras se dedicaron a conceder sin mesura las llamadas hipotecas subprime, o de alto riesgo, a personas sin solvencia económica.
Este fenómeno desató la demanda de casas e hizo que los precios se dispararan, en un proceso que se prolongó por casi tres años.
Millones de compradores firmaron hipotecas que tenían un tipo fijo de dos a cinco años y luego variable con la ilusión de que los precios de sus propiedades seguirían subiendo.
Pero no fue así. Conforme el Fed encarecía el precio del dinero, la burbuja se desinfló, cayeron los precios de las propiedades y muchos compradores se encontraron con un encarecimiento inesperado de sus hipotecas y con que su propiedad valía menos que lo que debían a los bancos.
Este fenómeno ha acabado por crear una situación dramática, pues ha hecho que millones de familias se enfrenten a la ejecución del embargo de sus viviendas y que las ventas sufran un frenazo total, con el consiguiente perjuicio para uno de los sectores considerado como motor de la economía.
Todavía falta más
Pero lo peor para las familias está por llegar. Según Barclays Capital, en el último trimestre de este año habrá unos 7,000 millones de dólares en préstamos pendientes que se verán corregidos al alza.
La cifra subirá a unos 20,000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2009, y para el segundo trimestre de 2010 podría tocar los 32,000 millones de dólares.
Según Barclays, el incremento promedio de los pagos mensuales que tendrán que afrontar las familias será del 30% a comienzos de 2009, y podría llegar al 80% hacia fines de 2011.
"Esta es una corrección todavía en marcha, estamos lejos de que haya concluido", dijo David John, de Heritage Foundation, un grupo conservador con sede en Washington. "No va a terminar hasta que los precios encuentren un nuevo nivel razonable, es decir que se equilibren la oferta y la demanda".
Según la Asociación de Bancos Hipotecarios, los pagos atrasados de las cuotas hipotecarias están ahora en su nivel más alto en un cuarto de siglo.
Unos 15 millones de compradores ?es el 17% de todos los propietarios? deben ahora más que lo que valen sus bienes raíces.
Según la asociación, una de cada 10 hipotecas tiene problemas de pagos, algo que no ocurría desde 1979.
En junio pasado se iniciaron 252,363 trámites de ejecución de embargo hipotecario, cuando un año antes sólo ascendían a 88,195.
"En junio el inicio de trámites de embargo llegó a un ritmo anual de 2.8 millones", dice Dean Baker, del Centro para Investigación de Política Económica. "El índice de propiedad ha vuelto a caer a los niveles de 2000".
En mayo de 2007, la venta de casas unifamiliares nuevas marcaba un ritmo anual de 857 mil unidades; en mayo de 2008 el ritmo fue de 512 mil unidades.
Baker explicó: "No todas las personas afectadas han perdido su casa por ejecución de embargo hipotecario: muchas, ante la realidad de no poder pagar la hipoteca, han tenido que venderlas sin ganancia".
Y, aunque se ha paralizado la construcción, un sector que tiene amplio impacto económico y de empleo, abundan en el mercado las viviendas embargadas, lo cual sigue deprimiendo los precios.
Hay más viviendas disponibles a precios razonables, pero los bancos están en una etapa de susto y se ha hecho mucho más difícil la obtención de préstamos para los nuevos compradores.
Paradójicamente, esta crisis afecta a una franja específica de la población: las personas o familias que ya tenían una propiedad hipotecada y se lanzaron a adquirir otra más grande y más cara.
Las compras se intensificaron en las urbanizaciones nuevas, que ofrecían conjuntos de casas enormes construidos lejos de los centros de trabajo. Y sus compradores son los que ahora sufren el golpe combinado de los precios más altos de la gasolina en su transporte diario para ir y volver del trabajo.
Las personas y familias en barrios más tradicionales, o con ingresos que eran demasiado bajos como para aventurarse a la compra de riesgo, siguen estando en sus casas.