6 de octubre de 2008
Por: El Nuevo DiaEn las últimas salidas de la familia Colón López, los “value menu” de los restaurantes de comida rápida son válidos. Y el autocine también. “No tenemos los ingresos de antes y hemos tenido que ajustarnos”, dice la madre de la familia, Lourdes López. El matrimonio de Miguel Colón y Lourdes conoce muy poco de ajedrez. Pero en la vida real, ellos se han convertido en unos expertos moviendo las fichas para cuadrar el presupuesto familiar en los últimos años.
Padres de tres hijos varones, de 18, 13 y 12 años, Lourdes y Miguel son propietarios del establecimiento Plantas Tropicales del Norte en Hatillo. Las ventas del negocio reflejan una reducción sustancial en los últimos cinco años. Y la situación empeoró con la llegada del IVU hace casi dos años, informa Miguel al indicar que las ventajas han bajado en un 50%.
“Vendemos plantas y esto se considera un lujo”, establece Lourdes. Con los aumentos en la gasolina, los alimentos y la energía eléctrica, entre otras cosas, algún sector del público boricua ya está estableciendo prioridades para poder cumplir con sus obligaciones. Y esta familia es una de ellas con el pago de la hipoteca y la educación de sus hijos.
Para cumplir con sus obligaciones, Lourdes y Miguel han tenido que hacer recortes en el entretenimiento y en la comida, detalla Lourdes. “Son los gastos que puedo controlar”.
Por ejemplo, antes podían salir a comer el fin de semana completo, y ahora “lo bajamos a un día, y cuidado. Ya ‘Chilli's’ es para ocasiones superespeciales. Y cuando paramos a comer, se vale el ‘value menu’”, comenta entre risas. Las salidas al cine fueron cambiadas por visitas al autocine que es más económico. Además, se reúnen en casa de amistades para ver alguna película.
Asimismo, por primera vez en ocho años, tampoco pudieron viajar en el verano. “Hicimos turismo interno con una oferta bien económica”, específica Lourdes.
Los ‘gustitos’ de sus hijos, igualmente, se han visto afectados. Pero Lourdes afirma que sus retoños comprenden la situación porque constantemente les habla de la realidad económica que atraviesan.
Miguel no niega las veces que ha llegado a su lecho en las noches “con ganas de llorar, porque uno se siente incómodo de no proveerle a sus hijos algunas que ellos quieren que no son prioridad para nosotros. Pero, a la vez, hemos encontrado la paz en Dios, quien es nuestro mayor proveedor y tiene control de todas las cosas”.