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  Por el libro

20 de noviembre de 2008

Por: Primera Hora


Cae como bomba el precio del gas licuado.


No aguanta un aumento más pero la factura del gas licuado, combustible que utiliza para confeccionar gran parte de las comidas de su cafetería, continúa subiendo. La cuenta del establecimiento César Café, ubicado en la avenida Ponce de León de Santurce, sobrepasó los $600 el mes pasado y, aparentemente, continuará cuesta arriba a raíz de los aumentos implantados por los principales distribuidores del producto en Puerto Rico.


El gasto supone un golpe devastador para la comerciante Lucy Santiago, quien está considerando vender su negocio $10,000 por debajo de su valor de tasación como consecuencia de todas las subidas que inciden sobre los gastos operaciones del establecimiento. Aunque el gasto de energía eléctrica comenzó a reducirse a raíz de las recientes bajas en el precio del petróleo, el costo del gas licuado no guarda relación alguna con su precio en el extranjero. El Gobierno alega que no puede interceder debido a un pleito civil.


"Algunos gastos, como la luz, están bajando pero el gas sigue subiendo. No lo entiendo. La factura del gas me venía de $300 o $350, pero jamás de $600. No puede ser", sostuvo Santiago.


El precio del gas licuado de pétroleo en la Isla -utilizado para la confección de alimentos en 650,000 residencias, así como miles de otros establecimientos- es un 30 por ciento más caro que su cotización en los mercados internacionales, según datos aportados por la Comisión de Servicio Público (CSP).


Mientras el costo de un cilindro de 100 libras del gas asciende a $110 en Puerto Rico, su precio no debería exceder los $75 a $80, tomando en consideración los márgenes de ganancia que deberían obtener todas las partes envueltas en la importación y venta del producto.


La disparidad se debe, precisamente, a que la dependencia gubernamental, que regula el precio del gas desde el 1962, no ha podido interceder debido a una demanda radicada en su contra por Tropigas, uno de los dos principales suplidores del combustible fósil.


El presidente de la CSP, Roberto "Junior" Maldonado, indicó que el precio del gas licuado ha bajado paulatinamente desde el pasado agosto, pero sostuvo que su precio al detal no ha reflejado el descenso. "Dos compañías mantienen el control total de la operación y que hay que revaluar la situación en aras de proteger el interés público".


Por otra parte, el representante legal de la empresa Tropigas no pudo ser contactado ayer para hablar sobre la demanda que desde mediados de este año está siendo evaluada por el Tribunal de Apelaciones. El tribunal revocó una decisión previa que confirmaba la facultad de la Comisión para regular el precio y ordenó paralizar "cualquier trámite sobre los aumentos de precios decretados por las compañías importadoras de gas licuado".


Pero la dilación del tribunal para resolver el caso ha permitido que las empresas implanten aumentos que no han sido evaluados por la agencia reguladora.


Piden "auxilio"


En un tramo de la avenida Ponce de León, algunos de los comerciantes presentan las facturas de gas que utilizan en sus restaurantes y cafeterías para dramatizar el gasto.


Ante todas las subidas, algunos de los dueños se ha visto forzados a reducir las horas de trabajo de sus empleados. Por ejemplo, el restaurante Godfather, que abría a toda hora, ahora cierra temprano de lunes a miércoles. "Me sorprende que el costo esté tan alto. Nosotros pagábamos menos de $1,000 y ahora estamos pagando cerca de $2,500. No, la factura no baja de $2,000" , sostuvo la dueña del restaurante, Nery Arbelo.


El aumento en el costo del gas licuado, sumado al precio de la electricidad, ha reducido sustancialmente los ingresos de otros comerciantes que se ven en la necesidad de apagar el acondicionador de aire, durante algunas horas del día, para intentar acortar sus gastos operacionales.


"El gas está caro y definitivamente no guarda relación con el costo de todos los otros combustibles que han bajado" , indicó el dueño del Café Marián, Jesús García.


Los dueños de muchos de los establecimientos comenzaron a sangrar por la herida con el tan temido IVU, que desalentó el patrocinio en cafeterías y restaurantes. "Los gastos operaciones son altos, diría exagerados, particularmente aquellos relacionados a la luz y el gas. Esto no se puede poner peor" , indicó el gerente de la panadería Cidrines, Eick Rodríguez.


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