2 de enero de 2012
El Nuevo Herald
LONG BEACH, California, EE.UU. -- Jesse Yeh prefiere acudir a la biblioteca de la Universidad de California en Berkeley en lugar de comprar libros de texto. Consigue alimentos gratis durante actos especiales en las instalaciones escolares y de vez en cuando se salta alguna comida. Ha dejado de hacer ejercicio y duerme cinco o seis horas diarias, así que puede tomar clases equivalentes a 21 créditos: una carga tan pesada que tuvo que conseguir un permiso especial de un profesor. Lo único que no va a hacer: pedir un préstamo de estudio. "Veo que muchos de mis amigos tomaron préstamos de estudio y que luego se graduaron, pero debido a (el mal estado de) la economía en este momento, todavía no han podido encontrar trabajo", dijo el estudiante de tercer año de universidad, cuyos padres perdieron sus empleos en 2009 y quien creció en la ciudad de Victorville, California, en una cuadra donde hay varias casas embargadas. "Ellos tienen una carga de deuda muy pesada", agregó. A pesar de que aumentan las cuotas que cobran las universidades y el promedio de los préstamos estudiantiles, los educadores en algunos sectores de la educación superior informan que también están viendo a muchos estudiantes como Yeh. Después de constatar el amplio daño que causan las deudas a sus familias y comunidades, están decididos a evitar contraer un préstamo, no importa cómo. Lo sorprendente es que los educadores no están seguros de esto sea necesariamente bueno. Los universitarios que adoptan medidas tan extremas para evitar deudas a toda costa, dicen, pueden terminar con algo mucho más dañino que una deuda moderada de préstamos a estudiantes. Puede descarrilar su intento de obtener un título universitario. Para pagar la escuela y reducir al mínimo los préstamos, los universitarios están trabajando más horas en trabajos y tomando menos materias. Es menos probable que estudien a tiempo completo. Viven en la casa de sus padres. Prefieren enrolarse en instituciones menos selectivas y con cuotas más bajas, eligiendo primero los colegios comunitarios más baratos, pero con planes de transferirse posteriormente a universidades con licenciaturas de cuatro años. Todo eso puede sonar como medios para ahorrar dinero, pero en realidad cada uno es un factor de riesgo bien documentado que hace menos probable que los estudiantes se gradúen. "Ha habido tanta atención a las deudas inmanejables de los estudiantes que los estudiantes actuales la han interiorizado", dijo Deborah Santiago, cofundadora y vicepresidenta para la investigación de políticas del grupo Excelencia in Education (Excelencia en Educación), un grupo defensor sin fines de lucro. "De hecho, si alguien toma un poco de préstamos es más probable que termine. Si puede ir a una institución más selectiva, que le dé más recursos y apoyo, es más probable que concluya", añadió. ¿Cuál es la ventaja de pedir prestado? Los datos federales analizados por el grupo de Santiago y por The Institute for Higher Education Policy (IHEP) en 2008 muestran que aproximadamente un 86% de los estudiantes que piden prestado para ir a la universidad son capaces de asistir a clases a tiempo completo, en comparación con el 70% de los estudiantes que no contrataron créditos. Eso es importante porque un 60% de los estudiantes de tiempo completo reciben su título de licenciatura en ocho años, frente al 25% de los estudiantes a tiempo parcial. Otras investigaciones, por su parte, muestran que sólo el 26% de los estudiantes que se matriculan en un colegio comunitario con la esperanza de obtener al final un título de licenciatura de cuatro años tienen éxito dentro de nueve años. Eso se compara con el 50% que ingresaron en universidades no selectas de cuatro años y un 73% en escuelas selectas. Una universidad más selecta puede tener precios más altos y se puede esperar que será más difícil, pero de hecho los estudiantes con calificación comparable tienen más probabilidades de graduarse de una escuela más selecta, probablemente porque tales instituciones suelen ofrecer más ayuda financiera y académica. La aversión a las deudas es más pronunciada entre los estudiantes hispanos y asiáticos, quienes muestran tasas de endeudamiento más bajas que los blancos a pesar de tener más necesidades económicas y parece que esto tiene más consecuencias negativas para los hispanos y los negros. Un 51% de los negros que tenían necesidades financieras pero que decidieron no pedir prestado habían dejado sus estudios dentro de tres años y sin título, comparado con el 39% de quienes pidieron prestado, descubrió el estudio de Excelencia y el IHEP. En cuanto a los hispanos, el 41% de quienes no pidieron prestado abandonaron sus estudios, en comparación con el 32% que contrataron un crédito. Entre los inmigrantes hispanos, "la aversión al endeudamiento se debe a la falta de una relación bancaria de cualquier tipo", dijo Santiago, quien ha estudiado la aversión a pedir prestado en los estados fronterizos con México. "Tienden a vivir en una economía de dinero en efectivo y (tienen) una determinación muy estricta de vivir dentro de sus medios", agregó. "La vida sería un poco más cómoda si yo pidiera prestado", reconoce Isaac Romero, de 22 años, un estudiante de tercer año en Long Beach City College (LBCC) y que paralelamente trabaja casi 40 horas a la semana en una empresa de personal. "Yo podría tener un coche. No tendría que tomar el autobús durante dos horas", añadió. Sin embargo, recuerda a su padre -ambos padres ya fallecieron- agonizando en medio de cuentas por pagar. A varios de sus amigos les han decomisado sus vehículos por falta de pago."No quiero pasar por eso", dijo. Eloy Oakley, rector del LBCC, dice entender el origen de la aversión estudiantil a la deuda. "Los préstamos abusivos que hemos visto de los prestamistas privados y las compañías de tarjetas de crédito han asustado a los estudiantes", dijo Oakley. "Creo que tienen una concepción de que toda deuda es mala. Están preocupados por ello y con razón". No obstante, dice que es tan importante que los estudiantes concluyan la universidad con rapidez, que él ha concluido que la aversión a endeudarse es más peligroso en general que las deudas de estudio."Cuanto más tiempo pasen para concluir la escuela, será más probable que se dejen distraer por los sucesos de la vida: trabajos, familias, situaciones que cambian en sus propias familias", dijo Oakley, cuyo cuerpo estudiantil es 41% hispano y 16% asiático. "Si podemos reducir al mínimo los puntos de salida y acortar su tiempo para graduarse, será mucho más ventajoso para ellos". La solución es ayudar a los estudiantes a que comprendan mejor las complejidades de la ayuda financiera: la diferencia entre los préstamos gubernamentales y privados, la cantidad de deuda que puede ser manejable, y los probables beneficios de diversas licenciaturas y especialidades."Es difícil hacer llegar un mensaje sutil a los estudiantes para que actúen prudentemente y reciban educación", dijo Santiago. "Tenemos que demostrarles que hay un nivel de ayuda financiera y cantidad de préstamos que es razonable", agregó.