2 de enero de 2012
Consumer.es
Los siete productos financieros que en la actualidad tienen un mayor peligro son los siguientes: Opciones. Las opciones, como los futuros, son productos derivados. Se les llama así porque su precio depende del precio de otro activo subyacente (que puede ser un índice, una acción, una materia prima, una divisa...). Este producto se usa como cobertura para una cartera o como fórmula de especulación. Su funcionamiento es muy complejo, por lo que solo son aptas para inversores agresivos. En realidad, quien firma un contrato de opciones tiene el derecho, a cambio del pago de una prima, de comprar o vender un determinado activo (un índice, una acción, una materia prima..) en una fecha fijada de antemano (vencimiento) y a un precio prefijado (precio de ejercicio). Por su parte, el vendedor del contrato está obligado, a cambio de recibir una prima, a hacer frente a la operación. Hay dos tipos de opciones: "call" y "put". Las primeras dan a su comprador el derecho, pero no la obligación, de comprar el activo subyacente. A su vez, el vendedor tiene la obligación de vender el activo en el caso de que el comprador ejerza el derecho de comprar. Una opción "put" da a su comprador el derecho, pero no la obligación, de vender el activo subyacente. Este tipo de productos exige una vigilancia extrema sobre los mercados financieros. Se pueden comprar opciones sobre títulos como Telefónica, Repsol, BBVA... Si no se acierta en la tendencia, las pérdidas pueden multiplicarse por varias veces respecto a su comportamiento en Bolsa. Si se compra, entre otras, una opción sobre Telefónica con un vencimiento de tres meses y el valor en ese periodo ha caído un 7% en Bolsa, la opción puede implicar perder más de tres veces esa cuantía, un 21% o más, en función del tipo de opción contratada. Futuros. El funcionamiento de los futuros es similar al de las opciones y también muy arriesgado. El inversor comprador tiene la obligación de comprar un activo determinado (subyacente) a cambio del pago de un precio pactado (precio del futuro) en una fecha pactada (fecha de vencimiento). El vendedor tiene la obligación de vender el activo determinado (subyacente) a cambio del cobro de un precio pactado (precio del futuro) en una fecha pactada (vencimiento). En contraste con las opciones, cuando se invierte en futuros, ambas partes, comprador y vendedor, asumen una obligación. Lo lógico cuando un inversor piensa que el precio de un activo determinado subirá, es comprar contratos de futuro. Si piensa que bajará, lo normal es venderlos. Los futuros pueden referenciarse, al igual que las opciones, a títulos bursátiles, índices, materias primas, divisas... Permiten multiplicar las ganancias de la inversión directa en estos activos. Su riesgo es, no obstante, exponencialmente más alto. "Warrants". Su nombre sofisticado invita a mantenerse al margen si un inversor no quiere exponerse a sufrir pérdidas. Es una opción de compra o venta a largo plazo sobre un activo, a un precio determinado y en una fecha o periodo de tiempo concreto. Como las opciones y futuros están referenciados a índices, acciones, divisas o metales preciosos, entre otros, su mayor riesgo es que, si no se acierta en la tendencia, se puede perder todo lo invertido en la fecha de vencimiento. En todos los casos, las pérdidas que pueden ocasionar son superiores a las que implicaría la operativa directa en los activos a los que está referenciado el "warrant". CFD´s o contratos por diferencias. Son contratos que se establecen entre un inversor particular y una entidad financiera. Su riesgo es superior al de las opciones, futuros y "warrants", por la falta de regulación. En realidad, no existe una cámara de compensación que liquida las operaciones y ejerce de contrapartida cada día. El inversor estará siempre a expensas del precio que le ofrezca la entidad con la cual contrata el producto. Otro riesgo es que este producto permite invertir a crédito, sin desembolsar el importe global de la operación, sino solo una pequeña cantidad: con CFD´S se puede invertir apalancado. Uno de los mayores riesgos es, no obstante, que si sale mal, el inversor debe pagar por la parte financiada, multiplicada por varias veces. Algunos inversores se han encontrado con que han perdido más de lo que podían pagar. Divisas. El mercado de divisas (compraventa de monedas como euro, dólar, libras, francos suizos, yenes...) es otro ámbito financiero solo apto para agresivos. Es un mercado regulado y el más líquido del mundo. Su mayor ventaja es que permite conseguir contrapartida en cualquier momento. En él, se negocian las 24 horas del día. Su mayor riesgo, no obstante, es su elevada volatilidad. Las fluctuaciones y los movimientos son bruscos. Es un mercado en el que priman las operaciones cortoplacistas. Pero este tipo de operativa conlleva siempre un alto riesgo y elevada concentración. Solo es adecuado para inversores expertos. los brokers o intermediarios que prestan la operativa de compraventa de divisas emplean una terminología muy particular, desconocida para los inversores comunes. Es fundamental conocer términos como pips (puntos), "spread" (diferencial) o Forex (es la denominación técnica del mercado de divisas). Participaciones preferentes. Este producto es un híbrido entre una acción y un bono. En los últimos años, algunas entidades financieras han calificado erróneamente este instrumento como de riesgo bajo. Sin embargo, este calificativo lleva a equívocos. Es un producto con el que se puede perder mucho dinero. En realidad, su mayor atractivo es que funciona como un bono que permite conseguir una rentabilidad fija con carácter periódico (trimestral, semestral o anual). Algunos bancos han vendido preferentes en los últimos años con intereses anuales de hasta el 8%, una rentabilidad seductora. No obstante, los riesgos son igual de altos que el interés prometido y fijo. Para empezar, las entidades solo abonarán estos retornos si alcanzan un determinado nivel de beneficios. Si sufren pérdidas o sus ganancias anuales no llegan a la meta especificada en el folleto de inversión, el inversor no recibirá nada (esto ya ha ocurrido con varias entidades como CAM, Cajasur, Banco de Valencia o Deoleo). Además, es un producto financiero sin vencimiento prefijado, lo que hace que el inversor no pueda recuperar su dinero cuando lo desee. En ocasiones, son productos perpetuos, sin liquidación del principal. Si el inversor desea reembolsar su dinero, debe acudir al mercado secundario, un mercado en el que los títulos a menudo cotizan con fuertes descuentos. Dada la situación de incertidumbre actual, en los mejores casos, deberá asumir una pérdida del 30% sobre lo invertido. Bolsa. Las acciones son un producto muy popular y de funcionamiento sencillo. Pero no por ello están exentas de riesgo. En los últimos años de crisis, ha quedado demostrado que es un activo con el que se puede perder mucho dinero. La operativa en Bolsa es sencilla: se compran títulos a un precio de mercado y se espera el tiempo que el inversor desee para materializar la venta. Nadie impone el plazo de vencimiento. El inversor puede vender cuando lo desee. Uno de sus riesgos es su imprevisibilidad. Nadie puede garantizar que una acción subirá en un determinado periodo. La Bolsa se mueve por expectativas que, en ocasiones, no se cumplen. La crisis actual ha tirado por tierra todas las buenas perspectivas que giraban en torno a la banca o las empresas más internacionales. Ahora, en la Bolsa se palpa miedo e incertidumbre y eso cotiza a la baja. Contra todo pronóstico, valores como Santander o BBVA han perdido más de un 70% desde sus máximos marcados antes de la crisis. Además, hay que tener cuidado porque no todos los títulos ofrecen la misma seguridad o liquidez. Los grandes como Telefónica, BBVA, Santander, Repsol o Iberdrola ofrecen contrapartida casi en cualquier momento, es decir, los inversores que apuestan por ellas pueden deshacer sus operaciones y reembolsar su capital (aunque sea con pérdidas) cuando lo deseen. Pero no ocurre igual con títulos más pequeños como La Seda, Jazztel o Avanzit. En estos casos, la liquidez es limitada. Puede ocurrir que el inversor desee vender y no haya contrapartida para efectuar la operación en el momento elegido.