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  Por el libro

11 de noviembre de 2011

El Nuevo Dia

Era el yerno que todo suegro sueña, incluso para el rey de España. El duque de Palma, Iñaki Urdagarin, esposo de la infanta Cristina, tenía el perfil de un príncipe de película: deportista olímpico, guapo y discreto, hasta hace poco.

La policía española acaba de incautar documentación que le vincula a una trama de apropiación de fondos públicos a través de una asociación sin ánimo de lucro de la que era su presidente.

La noticia, sin precedentes en la monarquía española, se ha colado como una mancha en los medios y debates de las elecciones generales del próximo 20 de noviembre.

"La Casa Real es la primera que tiene que dar ejemplo de ética, de valores y de honestidad. Se llame Urdangarin o se llama como se llame tiene que pagar", subrayó Cayo Lara, coordinador federal de Izquierda Unida, uno de los partidos que más cuestionan la continuidad de la Corona.

Según la Fiscalía Anticorrupción, el Instituto Noos de Investigación Aplicada que presidió Urdangarin de 2004 a 2007 recibía dinero de diferentes administraciones públicas especialmente del gobierno de las islas Baleares para desarrollar proyectos que luego subcontrataban con una red de sociedades controladas por el Duque de Palma y su socio Diego Torres, de momento el único imputado en el caso.

Durante el tiempo que el Duque de Palma presidió la asociación se facturaron más de $3 millones para la organización de dos foros deportivos de los que se han encontrado servicios ficticios o facturadas infladas.

"Es increíble que alguien de ese nivel se meta en estos líos cuando la monarquía se cuida mucho de escándalos porque se juega su permanencia. Urdangarín y la infanta Cristina siempre han gozado de buena imagen, se les ve como una pareja perfecta que sale en las revistas del corazón cada vez que tienen un hijo. Ahora bien, si ha hecho algo tiene que pagarlo", comenta a BBC Mundo la politóloga Bea Toro.

De momento su socio ha sido interrogado sobre las irregularidades detectadas en las facturaciones y se da por hecho la inminente citación del duque de Palma para que declare ante el juez. Al respecto la Casa Real no ha querido pronunciarse a pesar de que hace un año decidiera romper su tradicional hermetismo enseñando las agendas de actividades del rey Juan Carlos y de su sucesor, el príncipe Felipe, realizan.

Monarquía vs transparencia

Para el periodista José García Abad, autor del libro La soledad del rey, "la monarquía no ha superado aún la prueba de la información seria. La inhibición informativa deja la sombra de la duda sobre una institución que debe resistir el paso de la luz".

Abad recuerda episodios poco claros de la vida privada del rey como su amistad con personajes como Mario Conde o Javier de la Rosa (banqueros que terminaron en la cárcel por desfalco) donde la prensa "no cumplió con su obligación".

"Este caso es diferente", apunta la politóloga, "si Urdangarin está involucrado será llamado a declarar y la investigación seguirá sus cauces naturales".

Joan Herrera, portavoz en el Congreso de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), considera que "la Corona sólo ganará credibilidad si gana en transparencia. No es cuestión de ideología sino de calidad democrática".

A diferencia de otras monarquías como la inglesa o la sueca donde se puede acceder a información diversa como el estado de las finanzas de la realeza, en el caso de la española siempre ha habido cierto tabú por la protección que le brinda la Constitución.

La Carta Magna ampara a Juan Carlos I. El rey, consigna el artículo 65. 1, "recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su familia y Casa, y distribuye libremente la misma".

Hace un año, no obstante, se publicó el sueldo anual del monarca (US$12 millones) con no pocas críticas.

En ese sentido los grupos de izquierda cada año proponen una enmienda para que los reyes, los príncipes, los duques de Palma (incluído Iñaki Urdangarin) y la infanta Elena, presenten su declaración de bienes como lo hacen los parlamentarios y miembros del Gobierno.

"Sin duda el caso del duque de Palma no le hace ningún bien a la imagen de la monarquía pero también puede ser un revulsivo para que desde la Casa Real se fije una posición clara frente a esta clase de hechos", anota Toro.

Mientras tanto en los diarios, noticieros de televisión y revistas del corazón se comienzan a analizar las fisuras del duque de Palma, la figura del espigado jugador de balonmano del que se enamoró la hija menor del rey.


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