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  Por el libro

4 de noviembre de 2011

El Nuevo Herald

Cuando Medicare empezó a prestar atención al aumento súbito de reclamaciones por costosas terapias para VIH en el sur de la Florida, un grupo de empresarios partió rumbo al área de Detroit para explotar el territorio virgen, según las autoridades.

A la cabeza de la primera ola en el 2005 iban dos hermanas, Caridad y Clara Guilarte, quienes abrieron una clínica en Dearborn que decía ofrecer terapia de transfusión a personas que sufrían del virus del sida, al igual que las sospechosas clínicas esparcidas por todo Miami-Dade.

"Ellas fueron pioneras de la peor calaña", afirmó el abogado litigante del Departamento de Justicia Benjamin Singer en la audiencia de sentencia de las hermanas, celebrada el jueves en el tribunal federal de Miami. "Ellas inauguraron una nueva cepa [de fraude al Medicare] en Detroit."

La jueza estuvo de acuerdo, y castigó a las hermanas, quienes vinieron de Cuba a Estados Unidos a principios de la década de 1980, con 14 años de cárcel por haber estafado más de $6 millones al programa de Medicare, financiado por los contribuyentes.

La jueza de distrito federal Cecilia Altonaga dio a las hermanas Guilarte —quienes huyeron a América Latina en el 2007 al enterarse de que estaban bajo investigación federal— cinco años más de lo que los fiscales y los abogados defensores habían acordado en sus acuerdos extrajudiciales, que incluían un par de cargos de fraude al sistema de servicios de salud y conspiración para lavar dinero.

La jueza dijo que su intención inicial había sido sentenciar las hermanas a las condenas máximas para sus cargos —30 años —, pero la había "moderado" la disparidad con las sentencias menores ya impuestas a otros acusados en el caso de Caridad y otras investigaciones relacionadas en Detroit.

Las hermanas Guilarte, quienes fueron acusadas en Detroit en el 2009, pidieron que su caso fuera transferido a su ciudad de residencia en Miami después de que huyeran a Venezuela y fueran arrestadas en Colombia meses atrás. Miami está reconocida por todos como la capital del fraude al Medicare, en la que las sentencias se hacen cada vez más severas.

"Estamos cansados de ver la manera descarada e indiferente en que innumerables personas estafan a nuestro sistema de Medicare’, declaró Altonaga. "Tenemos que acabar con la epidemia… Ustedes dos tomaron lo que aprendieron en el sur de la Florida y lo exportaron a Michigan".

Altonaga recordó a Caridad, de 54 años, y Clara, de 57, que Estados Unidos las había recibido "con los brazos abiertos" cuando dejaron la Cuba comunista y que ellas habían reciprocado el favor robando millones al programa de servicios de salud de EEUU para los ancianos y los discapacitados.

El Departamento de Justicia dijo que las hermanas —Caridad es residente permanente legal, y Clara se hizo ciudadana estadounidense— se echaron en su propio bolsillo $3.8 millones de su falsa terapia de VIH en Detroit, pero no se ha recuperado ni un centavo de ese dinero. Ambas hermanas pidieron perdón a la jueza y al gobierno de EEUU, diciendo que "tienen que pagar" por su robo.

Pero la jueza no les creyó, y en un momento le dijo a Clara: "Aunque ustedes dice que tienen que pagar, estoy más que segura que no lo van a pagar".

Las hermanas Guilarte estaban entre 53 sospechosos acusados de fraude al Medicare en el área de Detroit en junio del 2009, en lo que constituyen los primeros de capturados por un grupo de trabajo del Departamento de Justicia que se creó en esa ciudad después de la crisis de corrupción del Medicare en Miami-Dade.

La detención fue tan importante que el secretario de Justicia, Eric Holder, celebró una conferencia de prensa en Washington para subrayar la proliferación viral del fraude al Medicare.

"De hecho, se alega que 10 de los acusados nombrados en las acusaciones… trajeron sus planes de fraude de Miami a Detroit", afirmó Holder. "Después de que arrestamos a delincuentes en Miami, sus legiones simplemente mudaron sus planes a Detroit".

Según una acusación formal y otros documentos judiciales, las hermanas Guilarte crearon el Centro de Rehabilitación Médica Dearborn en noviembre del 2005. Las hermanas unieron fuerzas con otros colaboradores de Miami también acusados: Daisy Martínez, José Rosario, Martín Tasis y Joaquín Tasis.

"Los cuatro habían sido cómplices previamente en clínicas de terapia de transfusión fraudulenta en Miami", escribió Singer, el fiscal, en los documentos judiciales.

Las hermanas le dijeron a Martínez, quien acabaría colaborando con las autoridades como parte de un acuerdo extrajudicial, que Medicare estaba "pagando bien" por la terapia de transfusión de VIH en Michigan.

Los cómplices expandieron el negocio, contrataron reclutadores locales y sobornaron a afroamericanos de los barrios pobres de Detroit con tarjetas de Medicare que eran elegibles para los costosos tratamientos de VIH.

Las Guilarte y sus cómplices presentaron facturas al Medicare por valor de $9.1 millones por supuesta terapia de VIH y recibieron alrededor de $6.1 millones del programa federal hasta el 2007.

Singer afirmó en documentos judiciales que la clínica Dearborn de las Guilarte "se propagó como un verdadero contagio" por el área de Detroit, donde otros delincuentes operaban clínicas".


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