1 de noviembre de 2011
El Nuevo Herald
Algunos de los fantasmas del boom inmobiliario de Miami, aún persisten sobre la ciudad como grises torres abandonadas, congeladas en posturas de urbanización a medias. Estos esqueletos de hormigón se encuentran sumidos en largas batallas legales, abandonados por urbanizadores desaparecidos o, simplemente, esperando por el mercado, para que puedan ser reutilizados o relanzados en mejores tiempos. Los edificios han languidecido durante años como reliquias de una crisis de bienes raíces que tomó desprevenidos a los constructores, y son vistos como monstruosidades que arrastran consigo los valores ya disminuidos de las propiedades en los vecindarios circundantes. Mientras una nueva generación de urbanizadores del downtown trata de iniciar la próxima ola de construcción de condominios, los cenicientos edificios se alzan como recordatorio de los peligros de la ambición sin control y del desarrollo no regulado, dijo Jack McCabe, director ejecutivo de McCabe Research & Consulting, en Deerfield Beach. "En la mayoría de estos casos, los urbanizadores pusieron muy poco de su propio dinero en el financiamiento de las construcciones", dijo McCabe, quien pronosticó la crisis inmobiliaria y acuñó términos como "torres fantasmas en el cielo" hace cinco años. "Los urbanizadores no se arriesgaron gran cosa en el juego. Es algo muy semejante a por qué la gente se está yendo y dejando que sus viviendas pasen a ejecución hipotecaria". Hace cinco años, estas torres se anunciaron a los residentes y los comisionados de la ciudad como pilares del desarrollo que revitalizarían las comunidades olvidadas. Ahora sirven de hogar a ocupantes ilegales y roedores, y, con poca presión por parte de los funcionarios de la ciudad, la mayoría no muestra signos de progreso en un corto plazo. He aquí algunos de los proyectos estancados: El urbanizador Pedro Villar, de Miami, comenzó a construir un complejo de 88 unidades residenciales en 1001 SW Second Avenue, a un par de cuadras de Mary Brickell Village, en el año 2007. A mitad de la construcción, el mercado comenzó a decaer, y quedó claro que el proyecto de Brickell Sunview no podría tener éxito como proyecto residencial. La empresa Sunview Companies, de Villar, detuvo la construcción y comenzó a buscar una estrategia de salida. A pesar de haberse vendido por $11.5 millones en el 2010, y de la nueva concepción que le ha dado una compañía hotelera de primer nivel a principios de este año, el proyecto ha permanecido atascado en el estado de cascarón durante de más de dos años. Los montones de basura y el graffiti garabateado en las paredes se han convertido en un lastre para un barrio que tiene la esperanza de beneficiarse de la recuperación de Brickell, dijo Robert Lechter, que representa al propietario de Brickell Station Lofts, un complejo de apartamentos situado en frente de la obra. "Debería haber algún tipo de ley contra eso", dijo. "Compramos Brickell Station Lofts hace dos años, y ese edificio estaba exactamente de la misma manera que está ahora". Sólo cuatro de los 30 pisos de Logik I se construyeron antes de que la grúa de la construcción bajara el cuello y fuera retirada del lugar, hace casi cuatro años. Con el apoyo de la comisión de la ciudad de Miami, se suponía que el proyecto Logik, en 530 NW First Court, iba a ser un faro económico acristalado en el extremo oriental de Overtown, trayendo empleos y nuevas empresas a la zona. El proyecto del condominio de oficinas estaba concebido para abarcar alrededor de 350,000 metros cuadrados de oficinas para pequeñas empresas, y locales comerciales que podrían albergar un restaurante o boutique. En los meses anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria, el urbanizador Jorge Arévalo, de Urbana Development, con sede en Miami, se apresuró a obtener las aprobaciones de la ciudad y a iniciar la construcción, anunciando que las ventas eran tan fuertes que él estaba planeando construir una segunda torre de 30 pisos en el lugar. No mucho tiempo después, llegó la crisis de bienes crisis real, y el proyecto se estancó. La batalla legal por Filling Station Lofts, en 1650 NE Miami Ct., se ha prolongado durante tres años, mientras que el proyecto de condominio a medio construir y el barrio que lo rodea, se han deteriorado. El urbanizador original, Daniel Holtz, había planeado en el 2006 un condominio de lujo con 17 pisos y 100 unidades. El proyecto, que fue parte del frenesí de construcción en Miami, fue lanzado como un edificio que revitalizaría la somnolienta área entre el downtown y Wynwood. Las representaciones gráficas del proyecto muestran una torre brillante que se levanta por encima de un vecindario bien iluminado y favorable para caminar, con cafeterías y tiendas. Su lema: "Nunca te olvides de la calle. Dale vida", Ahora, tres años después de que el financiamiento de la construcción se agotó, la estructura manchada de graffiti y las malas hierbas que brotan a su alrededor están ejerciendo el efecto contrario. El edificio está flanqueado por tiendas cerradas y terrenos abandonados, ya que pocas empresas se han mostrado dispuestas a abrir al lado del deteriorado cascarón de 17 pisos. Su propietario debe más de $ 30,000 en impuestos vencidos a la propiedad, de acuerdo con los registros del condado.