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  Por el libro

28 de octubre de 2011

Primera Hora

El abogado dijo que su cliente se sentía nervioso, y así parecía mientras el acusado comenzó a contestar las preguntas de un magistrado federal con un mero "Ok". Sin embargo, se necesitaban respuestas afirmativas, contundentes, mientras el empresario Pedro A. Mora Mora se declaraba culpable de un cargo de fraude de valores en el que más de 200 inversionistas pudieron haber perdido $1.4 millones.

El empresario después comenzó a contestar las preguntas del magistrado Marcos E. López con un "sí, señoría", aunque a veces su voz temblaba, delatando su nerviosismo.

A diferencia de su ademán en sala, el cargo que pesa en su contra refleja un nivel de planificación que contrasta diametralmente con el semblante y el estado emocional del estafador. Como muchos crímenes financieros, la acusación incluye términos técnicos, pero detrás de la frialdad del delito se esconden la calculación, las mentiras y mucha avaricia.

Según las autoridades federales, Mora, junto a individuos de una compañía identificada como Euro International Group, Inc., prometieron ganancias mensuales o trimestrales mediante la compra de productos en Europa y China, que nunca se materializaron. Los inversionistas recibieron pagarés que certificaban sus ganancias, pero el dinero provenía de sus propias inversiones. Los criminales se lucraron del fondo generado por las inversiones.

Ante el magistrado federal, Mora se declaró culpable de un cargo de fraude de valores. Firmó un acuerdo presentencia que sugiere una pena de cárcel de 51 a 63 meses, y accedió a la confiscación de $1.4 millones, producto de las ganancias ilegales obtenidas a través de la operación criminal. Accedió, además, a identificar dinero y bienes que puedan cubrir la pérdida, y aceptó que la confiscación pueda incluir propiedades en la urbanización Ciudad Universitaria, en Trujillo Alto, y en la urbanización Monte Mar, en Hatillo.

Se acabaron los chavos

Como muchos otros esquemas tipo Ponzi, los estafadores fueron descubiertos luego que se agotaran los fondos de las inversiones. El esquema se extendió entre agosto de 2004 y diciembre de 2007, pero en julio de este año los inversionistas dejaron de recibir sus pagos.

De hecho, en diciembre de 2007, los miembros de la conspiración enviaron cheques por correo de una cuenta de Washington Mutual que no tenía suficientes fondos para cubrir los pagos. Se estima que los inversionistas pagaron un total de $4.8 millones, y algunos pudieron recuperar parte de su dinero.

Mora salió del Tribunal Federal en Hato Rey luego de asegurar el pago de una fianza de $10,000. El magistrado sólo le permitió viajar al estado de Florida, donde hace negocios, y le ordenó que no incurriera en ninguna otra transacción.

A su salida del Tribunal Federal, el sujeto intentó tapar su rostro con su chaqueta mientras salía por la puerta principal, y no contestó ninguna pregunta de un fotoperiodista. Luego, volvió a tapar su rostro cuando se montó en su vehículo deportivo, de marca europea.

Las autoridades aseguran que la investigación contra Mora y EIG continúa. Varios intentos por contactar a un representante de la compañía resultaron infructuosos.

Ristra de fraudes

El esquema en el que Mora se vio implicado es sólo uno de muchos que se están detectando en Puerto Rico. Según indicó el coordinador de la División de Fraude Corporativo de la Fiscalía Federal, Charles R. Walsh, quien representa al Gobierno de Estados Unidos en el caso, los esquemas comparten características al prometer ganancias rápidas y, en ocasiones, un elemento de secretividad que sirve como un doble propósito: evitar la detección del estafador y prolongar la estafa.

"El motor principal es la avaricia. Se prometen grandes ganancias y, en muchas ocasiones, los propios inversionistas, las víctimas, se convierten, indirectamente, en los principales promotores del esquema. Al creer que es legítimo, contactan a familiares, a feligreses de su iglesia, la voz se corre y más personas caen en la estafa. Lógicamente, la gente descubre que han caído víctimas de un esquema cuando el dinero se agota", indicó.

A pesar de que las autoridades federales no pueden hacer ningún comentario relacionado con una investigación en curso, la Isla también se ha convertido en un escenario para otros fraudes tipo Ponzi.

En un esquema conocido como "Prime Bank", el estafador promociona una inversión a través de fondo especial o un banco secreto. Como en el Ponzi, las víctimas en ocasiones reciben pagos, pero el dinero se genera a través de las mismas inversiones.

"Si la persona tiene que tomar prestado para invertir, cuidado, esto podría ser una señal de que algo puede andar mal" , señaló Walsh.


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