9 de octubre de 2011
Wsj.com
Tras años de sepultar sus residuos, algunas ciudades estadounidenses están tomándose en serio el tema de la basura. En todo Estados Unidos, un puñado de municipalidades están reduciendo radicalmente la cantidad de desechos que envían a los basurales, con la meta final de llegar a "basura cero". La ciudad de Seattle recicla o usa como abono orgánico más de la mitad de lo que tiran sus residentes. San Francisco evita que 77% de sus desperdicios lleguen a basurales. Incluso la extensa ciudad de Los ángeles recicla o hace el compostaje alrededor de dos tercios de su basura. Un contenedor de reciclaje en San Francisco Esas cifras contrastan marcadamente con el resto de EE.UU., donde la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) estima que sólo alrededor de un tercio de la basura se recicla o se convierte en compost. Las ciudades están logrando hacerlo mayormente gracias a que los ciudadanos y las empresas clasifican la basura con más cuidado, para reciclar lo más posible. Autoridades de estas ciudades creen que se puede hacer más: "Está bien; no significa que nos detengamos ahí", dice Tim Croll, director de residuos sólidos de las Empresas de Servicios Públicos de Seattle. Los principales beneficios de adoptar una política de basura cero son medioambientales: muchas ciudades que han puesto en marcha este tipo de planes afirman que lo han hecho en pos de la sustentabilidad. Y sus partidarios sostienen que reducir los desechos no necesariamente significa aumentar los costos. Para ciudades con espacio limitado para basureros —y las altos costos que conlleva— la mayoría de las actividades de basura cero cuestan menos que la forma habitual de desechar residuos, dice Gary Liss, consultor de basura cero que ha ayudado alrededor de 20 ciudades a delinear planes para reducir la basura. Una salvedad: "basura cero" no necesariamente significa "nada de basura". La mayoría de las ciudades usan una definición de la Alianza Internacional de Basura Cero, un grupo medioambiental, que dice que desviar 90% de los desechos de los basurales sin el uso de incineradoras es "exitoso para alcanzar la basura cero, o muy cerca". Las ciudades pueden aprobar ordenanzas y exigir que los hogares y las empresa reciclen y hagan compostaje, pero "no pueden controlar el comportamiento de los residentes", dice Chaz Miller, director estatal de programas de la Asociación Nacional de Administración de Residuos Sólidos, grupo comercial de la industria de desechos y reciclado, con sede en Washington. De hecho, a pesar de que ha habido más reciclaje en los últimos años, los estadounidenses aún producen muchos desechos. En 2009, el año más reciente de que se disponen datos, los estadounidenses tiraron alrededor de 243 millones de toneladas de basura, unos dos kilos de desechos por persona por día, según la EPA. Tras reciclado, compostaje e incineración, ese año alrededor de 132 millones de toneladas terminaron en basurales. Una de las estrategias más integrales de basura cero es la de San Francisco. La ciudad apeló a ordenanzas y regulaciones para instar a ciudadanos y empresas a desperdiciar menos. En 2009, se convirtió en la primera ciudad de EE.UU. que exigió de residentes y empresas el compostaje de comida. En lugar de tirar a la basura pedazos de comida y servilletas sucias, los particulares y las compañías deben arrojar su material orgánico a contenedores verdes que son provistos por la ciudad. El mandato llevó a un gran aumento de la recolección de compost, dice la directora del Departamento del Medio Ambiente de San Francisco, Melanie Nutter. Además de colocar el compost en los contenedores verdes, los particulares y las empresas deben clasificar plásticos, aluminio y papeles en contenedores azules y la basura en los contenedores negros para el basurero. Cuanto menos basura colocan en el contenedor que va al basural, menos pagan por la recolección de residuos; la recolección del reciclaje y el compost es gratuito. (El sistema, conocido como "pague lo que tira", se usa en cientos de otras ciudades). Otro líder en basura cero es Seattle, que desvía alrededor de 54% de su basura del cesto de residuos y espera llegar a 70% para 2022. La ciudad exige que empresas y residentes reciclen, y que las residencias donde vive una sola familia hagan compostaje de la comida.