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SAN JUAN (AP) — Es un hombre solitario, jugando a la máquina azar en un bar desconocido, su rostro iluminado por la tenue pantalla electrónica, pero Pedro Rodríguez es una amenaza para una de las industrias más lucrativas de Puerto Rico: la de los juegos de azar.

Rodríguez, de 69 años, oprime los botones mecánicamente, apenas consciente de la cerveza caliente en su mano izquierda. Explica que prefiere meter su dinero en este bar en esta dilapidada zona de la capital, en vez de uno de los lujosos casinos dentro de los hoteles que pueblan la costa.

"Las probabilidades siempre están a favor de la casa," expresó, "no les gusta pagar".

Cada vez más la gente prefiere jugar a las máquinas ilegales en lugares tan dispares como bares y panaderías.

Eso es un problema no sólo para los hoteles que administran los casinos legales sino también para el gobierno, que está lidiando con enormes huecos presupuestarios. Por ahora, dos casinos cerrarán en Puerto Rico este año, y hay otros cinco que están en riesgo.

Una de las principales afectadas ha sido la agencia gubernamental a cargo del turismo, que recibió 61 millones de dólares en ingresos fiscales gracias al sector del juego el año fiscal pasado, un 72% de los ingresos de la corporación. Otros 71 millones de los 156 millones de dólares en ingresos anuales fiscales por juegos de azar fueron a la Universidad de Puerto Rico, la universidad pública más grande de la isla.

La Compañía de Turismo de Puerto Rico, cuya responsabilidad es promover a la isla, ha cobrado mayor relieve a medida que el sector manufacturero local ha declinado. Aunque el turismo comprende apenas 6% del producto nacional bruto, el gobierno está recurriendo a los resorts y a otros proyectos de alto perfil para generar más ingresos.

En total, el gobierno calcula que está perdiendo unos 200 millones de dólares al año debido a los salones ilegales, pero ha hecho muy poco para contrarrestar el problema, sostiene Ismael Vega, presidente de la Asociación de Turismo y Hotelería de Puerto Rico.

"Proteger los casinos es proteger a la industria turística entera de Puerto Rico", dijo Vega, expresando frustración por la falta de acción para enfrentar el problema. "Es lo que no acaban de entender".

La caída de recursos no podría llegar en un peor momento para Puerto Rico, cuyo déficit presupuestario recientemente alcanzó más del 10% de su presupuesto anual. La escasez de fondos ha afectado particularmente a las fuerzas de seguridad que deben enfrentarse a una reciente ola delictiva.

Recuperar esos fondos ayudaría mucho a resolver esos problemas. Los 21 casinos hoteleros contienen unas 7.000 máquinas monederas, pero Vega sostiene que no pueden competir con las aproximadamente 25.000 que proliferan por la isla.

Algunos establecimientos promueven abiertamente la existencia de las máquinas en su interior, mientras otros lo hacen a escondidas o sólo le permiten la entrada a los clientes que tocan un timbre. La tendencia más reciente son salones de juegos ilegales dedicados exclusivamente a máquinas monederas, ubicados en espacios comerciales en zonas urbanas donde tienen decenas de máquinas y venden comida y bebida como cualquier casino, dijo el secretario de Turismo Luis Rivera Marín.

"A veces tienen buses para envejecientes que los llevan a estos casinos," expresó, "es un reto para nosotros".

Dijo que la agencia de turismo firmó un acuerdo en mayo con otras agencias locales para combatir a las máquinas ilegales, pero que implementar el plan ha sido difícil. Marín dijo que las autoridades de la isla están conscientes de la gravedad del asunto, pero reconoció que por el momento la prioridad es resolver los casos criminales ante un número récord de homicidios.

Los salones suelen estar ubicados en zonas más accesibles por lo cual son enormemente populares, comentó Eric Rodríguez, quien administra dos casinos grandes en la parte oriental de Puerto Rico para Sheraton y Wyndham Garden.

"Empezamos a notar que las visitas al casino eran menos", dijo Rodríguez, quien ha estado operando casinos por 35 años. "Esto está creando un problema grande".

En marzo, el Gran Meliá Golf Resort cerró un casino que había abierto en el 2003 y despidió a 57 empleados, y las autoridades no han dicho la razón.

A mediados de julio, el resort El Conquistador anunció que también cerraba su casino y que 56 empleados perderían sus puestos. La directora de mercadeo, Lydia Feliciano, dijo que fue una decisión financiera pero no quiso dar detalles. Ese casino abrió en 1993.

"La industria no es tan sólida como se quiere proyectar", dijo Vega. "Nunca se había visto que cierren en un año dos casinos."

Entretanto, Ervin Rodríguez, presidente del Hipódromo Camarero cerca de San Juan, que contiene 2.500 máquinas monederas, dijo que habían perdido 58 millones de dólares en los últimos cuatro años y lo atribuyó a las máquinas ilegales.

Otras islas caribeñas también tienen ese sector ilegal, pero el problema no es tan grave como en Puerto Rico, dijo Richard Khan, portavoz de la Asociación Caribeña para la Hotelería y el Turismo.

Sólo unas 12 de las 36 naciones caribeñas tienen casinos, pero atraen mayormente a turistas, comentó. Los salones ilegales tienden a atraer a los jugadores locales.

En Puerto Rico, sin embargo, el 90% de los asiduos a los casinos son residentes y no turistas, según Vega y Rodríguez.

Derek Peart, director ejecutivo de la Comisión de Apuestas, Juegos y Loterías, dijo que su departamento confisca unas 500 máquinas ilegales al año, pero que es imposible erradicarlas todas debido al mercado negro de fabricantes que hay en la isla.

En Puerto Rico, la mayoría de las máquinas ilegales son fabricadas en la isla con partes traídas de contrabando, y cunde el temor de que son usadas para lavado de dinero, dijo Vega.

Los casinos tienen que invertir casi 16.000 dólares para comprar cada máquina y obtenerle su licencia, dijo Rodríguez.

Entretanto, las máquinas ilegales cuestan unos 2.500 dólares. Los que las operan se quedan con el 60% de las ganancias mientras el local se queda con el 40%, dijo Rodríguez.

Muchos jugadores prefieren las máquinas ilegales porque están ubicadas en lugares más convenientes, como en el bar local o en restaurantes. Además, los casinos legales han estado emitiendo premios más exiguos a fin de aumentar sus ganancias, según un estudio del gobierno.

Esa es una de las razones por las que Pedro Rodríguez dice preferir a su bar sin nombre, donde ha ganado 2.000 dólares, el máximo posible, un par de veces en años recientes.

"Mientras ellos me dan premios, estoy bien", expresó.


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