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Con el calor, los cubitos de hielo ganan protagonismo para enfriar las bebidas y mantener comidas refrigeradas durante el máximo tiempo posible. Pero a pesar de que está en contacto directo con los alimentos y bebidas que ingerimos, no siempre se otorga la importancia necesaria a su uso. El hielo se consume en las bebidas de manera natural y habitual y, a menudo, se desconoce el origen del agua. Lo mismo ocurre cuando se viaja al extranjero: se ignora la calidad de agua, con lo que el consumo de hielo puede provocar algún problema, sobre todo en los países con más precariedad higiénica. En este artículo se indica qué precauciones se deben tomar al comprar, preparar y consumir hielo, cuáles son las principales enfermedades que pueden ocasionar unos cubitos en mal estado y cómo actuar con el agua cuando su origen es dudoso o desconocido.

 

Comprar, preparar y consumir hielo: precauciones fundamentales

El hielo no es un producto de alto riesgo sanitario cuando se trata de manera adecuada. De lo contrario, puede causar graves toxiinfecciones alimentarias. Para evitarlo, las siguientes son las principales medidas de prevención:

  • Al comprar. El hielo se puede adquirir en muchos establecimientos, desde supermercados hasta pequeños comercios, e incluso, en las gasolineras. En todos ellos hay que asegurarse de que el hielo está en bolsas precintadas. Este tipo de envase indica que su procedencia es industrial y, por tanto, que cumple con los requisitos de seguridad y de calidad, es decir, que se ha elaborado con agua exenta de patógenos. Los locales de fabricación de hielo están sujetos a unas normativas y unas condiciones higiénico-sanitarias estrictas.

  • Al preparar. En casa, el factor principal es la higiene de las cubiteras. Antes de verter el agua en ellas, es preciso asegurarse de que están limpias y desinfectadas. Si se dispone de un lavavajillas, mejor. Los recipientes más grandes, como las hieleras, deberán limpiarse cada vez que se vuelvan a llenar con cubitos. Al congelar agua, no conviene utilizar recipientes o moldes que se usan para otras fines, ya que podrían contener restos orgánicos o suciedad que contaminen los cubitos. Por supuesto, para la elaboración de cubitos de hielo es imprescindible el uso de agua potable.

  • Al consumir. Si se ha comprado una bolsa de hielo, es fundamental lavar y secar la bolsa antes de abrirla para extraer los cubitos. Cuando el consumo es en un bar, un restaurante o una cafetería, conviene prestar atención a la higiene de las cubiteras -si están a la vista- y a la limpieza de los vasos cuando el hielo se sirve con una bebida. Si aparece algún tipo de suciedad o elemento extraño en el cubito de hielo, será preciso cambiarlo. En cualquier caso, el sector de la hostelería debe cumplir con unas normas sanitarias para que el hielo que se ofrece al consumidor no suponga ningún riesgo.

Cubitos en mal estado, ¿qué enfermedades pueden ocasionar?

El hielo se compone de agua, una sustancia con propiedades físicas, químicas y biológicas que la hacen única y la constituyen como la base de todas las comunidades habitadas. La polución y la contaminación son las responsables de los desequilibrios del agua y, por tanto, de su calidad y seguridad. Si la calidad del agua no es buena, pueden desarrollarse patógenos con facilidad porque el proceso de congelación no los destruye.

Los siguientes son los principales patógenos presentes en el agua y las enfermedades asociadas a los mismos:

MICROORGANISMO
ENFERMEDAD
Salmonella typhi
Fiebre tifoidea
Shigella
Shigellosis
Salmonella, spp
Salmonelosis
E. coli
Gastroenteritis
Virus Norwalk
Diarrea
Virus Hepatitis A
Hepatitis infecciosa
Poliovirus
Poliomielitis
Entamoeba histolytica
Disentería
Giardia lamblia
Giardiasis

Agua de origen desconocido, ¿cómo actuar?

El verano es época de viajes, muchos de ellos, al extranjero. En estos casos, el consumo de agua es uno de los factores de mayor riesgo por su facilidad para causar alteraciones gastrointestinales. Si se desconoce la procedencia del agua o se tienen dudas sobre su pureza, es preciso actuar con cautela. Algunos consejos prácticos son:

  • No consumir cubitos de hielo en las bebidas cuando se desconoce la procedencia del agua. Esta podría estar contaminada o contener ciertas bacterias a las que el organismo no está acostumbrado.
  • Consumir siempre agua embotellada, así como los refrescos.
  • Si se debe utilizar agua del grifo, es recomendable calentarla hasta ebullición durante uno o dos minutos para eliminar posibles patógenos.
  • Si el agua es turbia y no se puede hervir, debe aclararse, es decir, dejarla reposar y que las impurezas se depositen en el fondo del recipiente para retirarlas después.
  • Los alimentos más seguros de consumir son: las comidas calientes recién cocinadas, las frutas peladas por uno mismo y los alimentos envasados. En el otro extremo, las ensaladas, los mariscos, los helados, las leches no pasteurizadas y la carne o el pescado crudos son alimentos de riesgo, ya que contienen agua.
  • Las bebidas más seguras son el agua y los refrescos embotellados y el té o café calientes. Por el contrario, el agua no embotellada ni hervida, el hielo y los zumos naturales son bebidas de riesgo para el consumidor cuando se desconoce si cumplen o no con las medidas de prevención sanitaria.