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  Por el libro
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27 de marzo de 2025

La orden ejecutiva que a partir del próximo 2 de abril impondrá 25 por ciento de gravamen a automóviles y piezas de repuesto que se importen a los Estados Unidos no solo tendrá un efecto inflacionario abrupto en los préstamos y seguros de autos que pagan los consumidores en Puerto Rico.

También convertirá a los vehículos nuevos de más demanda “en “artículos de lujo” para las familias trabajadoras y abonará al crecimiento en la economía subterránea de piezas de reemplazo, un mercado que se alimenta del robo de automóviles, advirtió este miércoles el experimentado observador de tendencias de consumo, Gilberto Arvelo Colón.

“De la pandemia para acá, los precios de los vehículos de motor han ido aumentando de forma dramática, de un 20 a un 25 por ciento”, planteó Arvelo Colón, mejor conocido como Doctor Shoper. “Y con esto, esa alza se duplicará”.

“Esto es muy perjudicial”, insistió.

Los autos de más demanda en Puerto Rico son fabricados fuera de los Estados Unidos o tienen montones de componentes de otros países, porque el modelo de fabricación allí cambió hace tiempo. Pregúntale a GM o a Ford, ¿quién fabrica sus alternadores, sus interiores y hasta la hojalatería?”.

Esta tendencia, vigente desde hace décadas, fue incentivada tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor el 1 de enero de 1994. El mismo fue reemplazado en el 2020 por el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá.

Tanto Ford, como GM y Stellantis, antes Fiat Chrysler, instaron al presidente Donald Trump a que eximiera de aranceles a los vehículos importados de México y Canadá, ya que el trío importa la mayoría de sus autos de ambos países. Trump no lo ha hecho.

“Y si coges el lineup de los carros que más se venden en Puerto Rico, el primero es Toyota. Y no hace ni tres meses, ellos consolidaron toda la producción de la Tacoma en México, por darte solo un ejemplo”, describió.

“Pero eso no es todo”, puntualizó Arvelo Colón. “En Puerto Rico, por todos los vehículos ya hay que pagar un arbitrio de importación y aquí, por un carrito de $20 mil, se pagan mil pesos. Pero para uno de $30 mil son $3 mil”.

El arbitrio escalonado, requerido por el Departamento de Hacienda, incluso rebasa los $5 mil en autos cuyo precio sugerido de venta es mayor de $31,780; y supera los $9 mil en autos de $44,890 o más.

“Por lo tanto, que nadie se equivoque. Muchos de los favoritos en Puerto Rico cuyo precio de venta está por los $25 mil, automáticamente, podrían caer en la escala de los $31 mil, porque su precio se va a inflar con el arancel de Trump”, vislumbró Doctor Shoper.

“Y eso tendrá otro efecto lesivo en el bolsillo de los consumidores”, recalcó. “Como también lo será el pago mensual del seguro, porque no es lo mismo pagar una póliza de un carro de $45 mil que un carro de $55 mil”.

El arbitrio escalonado, requerido por el Departamento de Hacienda, incluso rebasa los $5 mil en autos cuyo precio sugerido de venta es mayor de $31,780; y supera los $9 mil en autos de $44,890 o más.

Tormenta perfecta

Esta potencial espiral inflacionaria en un país sin transportación colectiva coherente, ni efectiva, podría también incidir en el crecimiento del mercado negro de piezas de repuesto, a juicio de Arvelo Colón.

Según expuso, el arancel de 25 por ciento a motores, transmisiones y componentes eléctricos no fabricados en los Estados Unidos se combinará en la isla con la crónica escasez de piezas para talleres de mecánica, con efectos indeseados.

“Porque, entre la espera de semanas y el encarecimiento que se avecina, podemos anticipar un efecto secundario: (se) incrementarán los robos de autos y el mercado de piezas en el mercado negro. Tan claro como tan franco”, expresó.

La suma de estos factores, pronosticó, provocará que más personas jóvenes y de ingresos bajos opten, tanto por la compra de motoras “o cualquier cosa que se le parezca”, como por el mercado de autos usados para satisfacer la necesidad de traslados.

“Pero hasta en eso, aquí los consumidores tenemos problemas, porque Puerto Rico es la única jurisdicción bajo la bandera estadounidense donde no hay una Ley Limón de Vehículos de Motor, que da alternativas y protecciones para hacer reclamaciones de vehículos defectuosos”.

“Nosotros no tenemos ese beneficio y nadie quiere hablar de eso”, subrayó.