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5 de marzo de 2012

La Voz.com

Nueva York. Las estafas, fraudes y otros ardides de explotación financiera contra los ancianos de Estados Unidos representan un negocio multimillonario que enriquece a los perpetradores, atormenta a las víctimas y exaspera a las autoridades, ya que estos delitos son algunos de los más difíciles de investigar y llevar a juicio.

“Los verdaderos artistas de la estafa, quienes están en el negocio de hacer dinero a costa de los ancianos a través de medios arteros, son muy hábiles en lo que hacen”, dijo Sally Hurme, especialista de fraudes contra el consumidor de la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP, por sus siglas en inglés). “Cubren su rastro, usan métodos psicológicos persuasivos para hilar sus tramas”.

El abuso financiero contra los ancianos abarca una amplia gama de tácticas, algunas perpetradas por familiares o asesores de confianza, y otras realizadas con llamadas de telemercadeo o por Internet.

Los investigadores dicen que sólo una fracción de los abusos se denuncia ante las autoridades, con frecuencia debido a que las víctimas están demasiado desconcertadas o avergonzadas para hablar. Pero aun con los casos reportados, la información es escasa porque la mayoría de las estadísticas delictivas federales no incluye segmentación por edades.

Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Justicia en 2009 llegó a la conclusión de que 5 por ciento de los estadounidenses de 60 años o más habían sido víctimas recientemente de explotación financiera por parte de un familiar, mientras que 6,5% fueron víctimas de alguien ajeno a la familia. El estudio, conducido por el psicólogo Ron Acierno de la Universidad Médica de Carolina del Sur, se basó en datos de 5.777 adultos mayores.

Un reporte del año pasado de la aseguradora MetLife Inc. calculó que las pérdidas anuales de las víctimas de abuso financiero contra ancianos sumaron 2.900 millones de dólares, comparados con 2.600 millones en 2008.

“El abuso financiero de ancianos es un delito intolerable que resulta en pérdida de derechos humanos y de dignidad”, dijo MetLife. “Y aun así se denuncia poco, se reconoce poco y se persigue poco”.