The Wall Street Journal
Graduados promoción 2012:
Me cansé de los discursos de graduación cuando tenía más o menos edad de ustedes. Mi primer trabajo al terminar la universidad fue escribir discursos para el gobernador del estado de Maine. Cada primavera, les ofrecía extraordinarios retazos de sabiduría a jóvenes de 22 años, lo cual era toda una hazaña dado que yo apenas tenía 23 años en aquel momento. En las décadas siguientes, pasé la mayor parte de mi carrera enseñando economía y políticas públicas. He estudiado en particular la felicidad y el bienestar, algo de lo que ahora sabemos mucho. Y he descubierto que la sacarina y las palabras demasiado optimistas del típico discurso de graduación contienen poco de las lecciones que los jóvenes realmente necesitan escuchar sobre lo que tienen por delante. A continuación, entonces, lo que me gustaría que alguien les hubiera dicho a los graduados de 1988.
1.El tiempo que pasaron tomando cerveza con sus amigos estuvo bien invertido. Lo mismo ocurre con el tiempo que dedicaron a practicar deportes intramuros, trabajar en el periódico de la escuela o simplemente saliendo con amigos. Las investigaciones nos dicen que uno de los más importantes factores causales asociados con la felicidad y el bienestar es la conexión significativa con otros seres humanos. Den una mirada ahora mismo. Sin duda, una referencia del éxito luego de graduarse debería ser cuántas de estas personas siguen siendo sus amigos en 10 o 20 años.
2.Algunos de los peores días están por delante. La graduación es un día feliz. Pero mi trabajo es decirles que si van a hacer algo que valga la pena, tendrán que enfrentarse con momentos en los que los que se sentirán vencidos por la duda y el fracaso. Estén preparados superarlos. Sin entrar en detalles personales, quiero decirles que un año después de graduarme no tenía trabajo, tenía menos de US$500 en activos y vivía con una pareja de jubilados. La única diferencia entre el momento en que me gradué y la actualidad es que ahora nadie puede darse el lujo de jubilarse.
3.No empeoren el mundo. Se supone que debo decirles que aspiren a grandes cosas. Pero voy a bajar las expectativas en este punto: tan sólo no usen sus prodigiosos talentos para complicar las cosas. Demasiada gente inteligente ya lo está haciendo. Y si ustedes quieren provocar caos social, es de ayuda tener un título de una universidad prestigiosa. Ustedes son inteligentes, están motivados y son creativos. Todo el mundo les dirá que ustedes pueden cambiar el mundo. Tienen razón, pero recuerden que "cambiar el mundo" también puede incluir cosas como eludir normas financieras y vender alimentos poco saludables a niños cada vez más obesos. No estoy pidiéndoles que curen el cáncer. Sólo les pido que no lo expandan.
4.Cásense con alguien más inteligente que ustedes. Cuando estaba haciendo mi doctorado, mi esposa Leah tenía un ingreso estable. Cuando ella quiso poner en marcha una empresa de software, yo tenía un empleo con cobertura médica. A uno le va mejor en la vida si cuenta con un buen compañero de ruta en el plano económico.
5.No sean tan competitivos. Sistemáticamente, nos encontramos creando carreras de cosas que deberían ser un viaje. Sabemos que el éxito no es sólo correr más rápido que los demás en una dirección predeterminada. Sin embargo, el mensaje que enviamos desde el nacimiento es que si no se forma parte del equipo de fútbol o no se ingresa en la universidad "correcta", entonces la vida tendrá menos valor que las de otros. Eso no está bien. Uno nunca leerá el siguiente obituario: "Bob Smith murió ayer a los 74 años. Terminó la vida en el puesto 186".
6.Lean obituarios. Son como biografías, sólo que más cortas. Ellos nos recuerdan que las personas interesantes y exitosas rara vez llevan vidas ordenadas y lineales.
7.Sus padres no quieren lo mejor para ustedes. Ellos quieren lo que es bueno para ustedes, que no siempre es lo mismo. Hay un instinto natural a proteger a nuestros hijos del riesgo y las molestias y, por lo tanto, a instarlos a tomar decisiones seguras. Theodore Roosevelt —soldado, explorador, presidente estadounidense— dijo una vez: "Es difícil fracasar, pero es peor nunca haber intentado alcanzar el éxito". Gran cita, pero estoy dispuesto a apostar que la madre de Roosevelt quería que su hijo fuera médico o abogado.
8.No modelen sus vidas como las de animales amaestrados. Los animales amaestrados realizan trucos porque sus entrenadores les tiran maníes o pequeños peces como premio. Ustedes deben aspirar a algo mejor. Serán amigos, padres, entrenadores, empleados y etcétera. Pero sólo en sus trabajos serán explícitamente evaluados y recompensados por su desempeño. No dejen que sus decisiones de vida sean distorsionadas por el hecho de que su jefe es el único que les lanza maníes. Si dejan una tarea laboral sin terminar para encontrarse con un amigo a cenar, entonces estarán "holgazaneando". Pero también es cierto que si cancelan la cena para terminar con el trabajo, estarán atentando contra la amistad. Esa no es la forma típica de verlo.
9.Todo el tiempo es un regalo. No deben dar nada por sentado, ni siquiera el mañana. Les ofrezco la regla "atropellado por un autobús". ¿Me arrepentiría por haber vivido de esta manera si fuera a ser atropellado por un autobús la próxima semana o el año que viene? Y el corolario importante: hagan que el camino los lleve a estar felices y orgullosos de sus vidas dentro de 10 o 20 años si no los atropellara un autobús.
10.No traten de ser geniales. Ser alguien genial implica tener suerte y otras circunstancias fuera de su control. Cuanto menos se piensa en ser genial, es más probable que suceda. Y si no ocurre, no hay nada malo en ser sólido.
Buena suerte y felicitaciones.