23 de julio de 2021
EFE
Ginebra, 23 jul (EFE).- Las mayores pérdidas humanas y económicas relacionadas con desastres naturales en los últimos cincuenta años han tenido relación con el agua, sea porque su abundancia causó tormentas e inundaciones o porque su aguda carencia fue el origen de sequías y estuvo asociada a olas de calor.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ofreció hoy un adelanto del contenido de su Atlas sobre mortalidad y pérdidas económicas por fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos entre 1970 y 2019, que señala que de los diez peores desastres, las sequías, las tormentas y las inundaciones fueron las que causaron más muertes.
Las sequías provocaron 650.000 decesos, las tormentas 577.000 y las inundaciones cerca de 59.000, según los datos reunidos y analizados por los científicos de la OMM e instituciones asociadas.
Por impacto económico, los desastres naturales más graves han sido las tormentas y las inundaciones, con un total de 635.000 millones de dólares perdidos.
Del extracto que se ha publicado del Atlas -que se publicará en su versión integral el próximo septiembre- se desprende que las tormentas y las inundaciones infligieron las mayores pérdidas económicas en Europa durante en el periodo analizado (377.500 millones de dólares).
En las últimas semanas inundaciones devastadoras en Alemania han causado 170 muertos, pero este país ya vivió una tragedia similar en 2002, cuando las inundaciones causaron pérdidas por 16.480 millones de dólares y se convirtieron en el fenómeno que generó más pérdidas económicas en Europa entre 1970 y 2019.
Si se analiza desde el punto de vista de pérdidas humanas, los desastres más letales en Europa han sido las olas de calor.
El Atlas revela que en Europa los diez peores desastres de los cincuenta años -analizados en términos de muertes- fueron todos canículas, entre las cuales la más violenta fue la de 2003, que en España causó más de 15.000 muertos, según los datos actualizados. Ese mismo episodio climático extremo causó 20.000 decesos en Italia, otro tanto en Francia y más de 9.000 en Alemania.
Sin embargo, de todas las olas de calor de las últimas décadas, la de 2010 fue la más letal en el continente, con más de 55.000 muertos en Rusia, donde se concentró su impacto.
En términos de pérdidas materiales, las más costosas para España fueron, irónicamente, las inundaciones de 1983 y la sequía de 1990, que tuvieron un impacto económico estimado en 10.000 y 8.800 millones de dólares, respectivamente.
En comparación con desastres causados por el ser humano, los datos muestran que, durante el período de 50 años, los fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos representaron la mitad, el 45 % de todas las muertes notificadas y el 74 % de las pérdidas económicas registradas a nivel mundial.
A las precipitaciones excesivas y las inundaciones en Europa central (además de Alemania y Bélgica, donde el fenómeno fue más grave desde el punto de vista humano y material, también fueron afectados Holanda, Luxemburgo, Suiza y Austria) se sumó en los últimos días un fenómeno similar en el centro de China.
“Los episodios de lluvias intensas llevan cada vez más la huella del cambio climático. A medida que la atmósfera se calienta retiene más humedad, lo que significa que lloverá más durante las tormentas y aumentará el riesgo de inundaciones", explicó el secretario general de la organización, Petteri Taalas, citado en un comunicado.
Según la OMM, los peligros relacionados con el clima y el agua son cada vez más frecuentes como consecuencia del cambio climático, que también ha tenido impacto en las recientes olas de calor en Norteamérica.
Un análisis de ese fenómeno indica que el cambio climático, causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentó la probabilidad de que se produjese esa ola de calor en al menos 150 veces.
El mensaje que la OMM ha querido transmitir con estos datos es que ningún país, rico o pobre, es inmune a estos fenómeno y que hay que invertir más en la adaptación al cambio climático.
Los especialistas indican que una forma de hacerlo es reforzando los sistemas de alerta temprana multirriesgos.
"Para hacer frente con eficacia a los problemas del agua y el clima debemos abordar el cambio climático y el agua en una misma mesa de diálogo, en la misma conversación”, dijo Taalas.