16 de agosto de 2016
Reuters
El escándalo de las emisiones de Volkswagen en EE UU (el llamado DieselGate) entra en una nueva fase. El Departamento de Justifica de EE UU asegura que tiene ya las pruebas que necesita para poder presentar cargos por la vía penal contra el fabricante por el fraude de las emisiones. Pero antes de formalizar su acción, está negociando con la dirección del fabricante de coches alemán los términos de la reprimenda, para así evitar que el caso llegue a los tribunales. La compañía ya llegó a un acuerdo para compensar a los conductores afectados por el trucaje de los motores en Estados Unidos.
La investigación del equipo que dirige Loretta Lynch arrancó el pasado enero, cuando su departamento demandó a Volkswagen por haber violado de una manera intencionada la Clean Air Act instalando en sus coches diésel un sistema que falseaba los límites a las emisiones. La acción entonces se inició por la vía civil, aunque se guardó la opción criminal si lograba las evidencias necesarias para apoyar la causa.
Las negociaciones están aún en una fase preliminar, según adelantan varios medios estadounidenses. No se precisa en este momento ni los cargos que se podrían presentar, ni la cuantía de la sanciones, ni las condiciones. El objetivo, de acuerdo con las mismas fuentes, es poder llegar a un pacto extrajudicial antes de que acabe el año y el segundo mandato de Barack Obama en la Casa Blanca.
Una multa récord
El diario financiero The Wall Street Journal anticipa que la multa a Volkswagen por violar la legislación medioambiental superará los 1.200 millones de dólares que se impuso a Toyota por los accidentes que provocó un defecto en el diseño del acelerador del Prius. En junio ya se anunció un plan de 15.300 millones para compensar a los propietarios de coches diésel que tienen el sistema.
En paralelo, hay tres estados que acaban de actuar por separado, lo que sin embargo podría frenar la negociación. Volkswagen, que se vio forzada en septiembre del pasado año a admitir el fraude, insiste que está cooperando con las autoridades para solucionar las cuestiones pendientes. Las ventas de vehículos diésel están suspendidas desde hace casi un año en EE UU y es posible que no retomen nunca.