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  Por el libro
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28 de junio de 2011

El Nuevo Herald

Cuando Francisca Vente se lanzó por la ventana de su apartamento en el tercer piso de un edificio en Miami-Dade en febrero del 2009, escapó de un sospechoso de asesinato que huía de la policía.

Vente se salvó, pero el enfrentamiento con Michael Davis también puso al descubierto la peligrosa falta de seguridad en el complejo de apartamentos Bay Winds, aseveró Vente en una demanda. Un jurado de Miami-Dade le otorgó $1.8 millones por daños.

"Creo que es justo", dijo Vente la semana pasada. "Si el edificio hubiese tenido la seguridad debida, esto nunca hubiese sucedido. Pero el dinero no compensa todo los daños emocionales".

Vente - quien ahora vive con su hermana en el sur de Miami-Dade- dice que todavía tiene pesadillas de su enfrentamiento con Davis, quien entró a su apartamento e intentó asfixiarla. La policía lo mató posteriormente.

Pero el daño sufrido no fue sólo emocional: Vente se fracturó la pelvis, la columna vertebral y las dos muñecas en la caída.

Estuvo tres meses ingresada con los brazos enyesados, más un mes de rehabilitación. Vente, de 54 años y nacida en Colombia, había trabajado limpiando apartamentos, pero ahora está discapacitada porque no puede caminar mucho tiempo ni agacharse.

Pero está viva. "Aprendí que Dios tiene un plan para uno. Esta es una segunda oportunidad de vida", dijo.

John Golden, abogado de la empresa que opera Bay Winds, en 11910 NE 16 Ave., no devolvió una llamada para comentar al respecto. La empresa en cuestión, Cornerstone Residential Management, puede apelar la decisión del jurado.

La tragedia de Vente comenzó en Miami Beach, donde se sospechaba que Davis había estrangulado en enero del 2009 a Bradley Paul, de 18 años, cuyo cuerpo fue hallado junto a un edificio de apartamentos vacío en South Beach.

Cuando los detectives de la Policía de Miami Beach fueron al apartamento de Davis en Meridian Avenue para interrogarlo, el hombre de 32 años saltó desde una ventana de un segundo piso y se dio a la fuga. Entonces entró a una casa cercana y tomó de rehén a una familia toda la noche a punta de cuchillo, además de manosear a un niño adolescente, antes de escapar del cerco policial.

Los detectives le siguieron la pista a Davis por su teléfono móvil, que los llevó horas después al Motel Leeward, en 11790 Biscayne Blvd. Una vez más el hombre escapó.

Vente vivía en los apartamentos Bay Winds, operados por Cornerstone, una de las mayores empresas de alquiler de viviendas asequibles del país.

Sola en casa, Vente estaba mirando televisión cuando escuchó tocar a la puerta, que abrió pensando que era el técnico de aire acondicionado que había ido a reparar su unidad.

Davis entró a la fuerza. Mientras Vente gritaba y lo mordía, le tapó el rostro con un pedazo de tela hasta que perdió el sentido. Cuando volvió en sí, Davis se había puesto ropas del hijo mayor de Vente.

La mujer le echó un vistazo rápido a una foto de su hijo, Alexander Valentine, un infante de Marina destacado en Hawai. Temiendo que nunca más volvería a verlo, Vente dijo una oración y se lanzó por la ventana. Cayó sobre la hierba desde el tercer piso.

Eso alertó a la policía de la presencia de Davis. Momentos más tarde, le dieron muerte a tiros en los terrenos del complejo después que los agentes dijeron que parecía haber tratado de sacar un arma.

El abogado de Vente, Joseph Lipsky, demandó a Cornerstone por negligencia y falta de seguridad, que permitió a Davis entrar al apartamento, aunque no estaba claro cómo entró al complejo, que tiene 10 edificios con 230 apartamentos pero no hay cámaras de seguridad.

Durante el juicio de seis días, el jurado conoció que Cornerstone —al solicitar al estado créditos fiscales por ofrecer vivienda asequible— había aceptado instalar un sistema de control de entrada con tarjetas magnéticas.

Pero los administradores del complejo dejaron abierta una puerta para peatones el día que Davis entró y los guardias de seguridad sólo trabajaban de noche. "No había nadie a cargo de la seguridad durante el día", dijo el abogado Lipsky.

Además, la verja que rodea el complejo se podía escalar con facilidad y no se informaba a los vecinos de los delitos ocurridos en la propiedad, como la compañía contemplaba en sus normas internas. "La gerente declaró que no sabía que tenía que dar esa información porque nunca había leído las normas de la empresa", dijo Lipsky.

En el juicio, que concluyó el 13 de junio, Cornerstone trató de culpar a Vente por abrir la puerta de su apartamento, permitiéndole entrar a Davis. Los jurados no concordaron y decidieron que Cornerstone y su filial Bay Winds tenían una responsabilidad de 80 por ciento.

Los jurados sólo deliberaron 90 minutos.