24 de mayo de 2011
La Opinion
WASHINGTON, D.C.— Los números no mienten. El gobierno estadounidense estima que para 2020, Estados Unidos tendrá una escasez de cerca de 100 mil médicos, un millón de enfermeras y 250 mil profesionales de la salud. Sin embargo, las barreras que enfrentan los inmigrantes, para entrar al sistema actual, son en extremo difíciles. Más de alguna vez se ve en la calle. Médicos manejando taxis, enfermeras limpiando casas, dentistas en cualquier oficio, menos el suyo. Es un problema. Son profesionales inmigrantes de todas partes del mundo, que llegan a Estados Unidos, como todos los demás, buscando una oportunidad. Sin embargo, a pesar de que el país claramente los necesita, las barreras para trabajar en su profesión, son incluso mayores que para personas con otras carreras. Es el caso de Alex, quien prefirió no dr su apellido, (34), quien lleva 2 años trabajando en el proceso de certificación de su título de médico en Estados Unidos y aún tiene al menos un año por delante. "Ha sido muy difícil. A pesar de tener un doctorado y haber trabajado en investigación varios años en Estados Unidos, he enfrentado problemas. Hay que tener coraje, para voluntariamente empezar todo de nuevo", dice. "He luchado con los tecnicismos propios del sistema de salud, terapias modernas de la medicina occidental y por supuesto, con el proceso de aculturación al ambiente médico. Esto además de los costos de los exámenes y la preocupación de los futuros obstáculos de visa en las residencias clínicas", agrega. Un camino que miles de extranjeros como él recorren anualmente. De acuerdo a la Comisión Educacional para Médicos Extranjeros Graduados (ECFMG), 23,299 médicos rindieron la primera de las cuatro pruebas de certificación en 2010 (USMLE step 1). De ellos un 70% logró aprobarla. No obstante, a la hora de encontrar un cupo para continuar su carrera clínica, sólo 11,048 Médicos Extranjeros Graduados (IMG) lo lograron. De ellos, 7,246 no eran ciudadanos. El resto son americanos que simplemente estudian en el exterior, porque es más barato y regresan al país para validar sus títulos. Pero las dificultades no se limitan a los médicos, sino que abarcan a la mayoría de los profesionales de la salud. Marta Schwartz (50) dentista mexicana, se demoró cinco años en obtener su licencia para ejercer en Estados Unidos. Madre de cinco hijos y casada con un ciudadano estadounidense, decidió recobrar la carrera que había abandonado para dedicarse a su familia. En 2001 comenzó el proceso sin hablar mucho inglés. "Cuando empecé no sabía nada de cómo hacerlo. Fue un camino largo, pero estaba determinada a conseguirlo. Me caí varias veces, pero después me levantaba. El sistema es muy estricto y como latina no estoy acostumbrada a eso. Varios se desaniman. Vi a muchos desistir", cuenta. Marta no sólo enfrentó dificultades en el proceso de certificación, sino también cuando estaba avanzando para obtener la experiencia necesaria en Estados Unidos, como asistente dental. "Había discriminación. Cuando comencé había asistentes estadounidenses. Una de ellas me dijo un día, tú no sabes cómo ponerte y sacarte los guantes, nunca vas a ser dentista. Fue un reto, pero en ese minuto pensé, que yo les iba a demostrar que sí podía", rememora. Los recursos de ayuda son mínimos, pero existen. Uno de ellos es "Welcome Back Initiative", una red de centros fundada en 2011 por el doctor José Fernández (55), que da orientación a profesionales de la salud graduados en el extranjero y los ayuda a incorporarse al mercado laboral de Estados Unidos. Desde su creación con el primer centro en California, esta red se ha expandido a nueve localidades. Sus estadísticas indican que han asistido a cerca de 11 mil personas de 151 países. "En general este grupo se enfrenta a muchos obstáculos. El dominio del idioma inglés funcional para la atención médica, el conocimiento de sus opciones, la realidad económica, contar con el tiempo necesario para estudiar y rendir las pruebas", cuenta Fernández. El apoyo dado por los centros Welcome Back, incluye en California, un curso de inglés acelerado especializado en el sector salud; un curso de introducción a cómo funciona el sistema; entrenamiento y guía en todos los pasos necesarios en el proceso. Ya sea en exámenes, plazas de residencia, trámites, entre otros. El trabajo de Fernández ya fue reconocido. De hecho, esta semana la red de centros Welcome Back recibió el premio "E Pluribus Unum" del Instituto de Políticas Migratorias. A este se unió un reconocimiento de la Casa Blanca como "Campeón del Cambio". Pero para Fernández, el futuro aún es complejo y los obstáculos, muchos. "Esperamos conseguir el apoyo económico necesario y que el sistema también cambie. Existe un proteccionismo absurdo, por parte de asociaciones de diversos profesionales vinculados a esta área", cuenta. De acuerdo a cifras del Departamento de Salud, si el sistema actual no se modifica para 2020, al menos 50 millones de estadounidenses, carecerán de acceso al cuidado médico más básico. Un tercio de ellos serán niños. Una atención que personas como Alex están ansiosas de entregar, si encuentra una esquiva oportunidad.
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