4 de marzo de 2011
La Opinion
Universitarios como Jesse Yeh se sienten ya al límite de su capacidad financiera. La recesión económica hizo que sus dos padres perdieran el empleo poco después de que él comenzara sus estudios en UC-Berkeley en 2009. A ello se sumaron las subidas de tasas en su sistema universitario (32% en 2009, más un 8% adicional para el curso 2011-12), la amenaza actual de recortes adicionales a nivel estatal y, por si fuera poco, ahora también la de una reducción de las becas federales Pell Grant. "Los más de cinco mil dólares anuales que he venido recibiendo a través de esta ayuda son los que me han permitido seguir estudiando", dijo Yeh. Sin embargo, la propuesta HR 1, que recibió el voto favorable de todos los republicanos del Congreso a mediados del mes pasado, y que el Senado considerará en las próximas dos semanas, incluye un recorte de 5,700 millones al programa Pell. Eso supone que estudiantes como Yeh pueden acabar recibiendo 845 dólares menos al año (una reducción de más del 15%). "Si esto ocurre, probablemente tendré que dejar las clases al menos por un tiempo", señaló Yeh. En California, más de un millón de estudiantes esperan recibir dotaciones Pell el próximo curso, pero si el Senado ratifica la propuesta de gasto del Congreso —planteada para evitar el "cierre" del gobierno federal—, la cantidad máxima pasará de los 5,500 dólares anuales actuales, a 4,705. En conjunto, California dejará de recibir 621 millones de dólares —actualmente la inyección anual de ayudas Pell suma 3,160 millones de dólares— en inversión vital para la educación universitaria de sus residentes. Y lo mismo puede decirse del resto del país, sobre todo si se toma en cuenta que otros 42 estados también han recortado sus presupuestos para educación superior. "¿Qué mensaje le estamos dando a los chicos en la escuela?", dijo Carlos Romero, un estudiante de UCLA que no sabe si podrá continuar estudiando si reducen el apoyo federal. Romero señala que él es el primero de su familia en ir a la universidad, y sus dos hermanos —todavía en la secundaria— viven con angustia las dificultades que él atraviesa. "Muchos políticos dicen que la educación es lo más importante, pero este es uno de los primeros capítulos a recortar cuando hay problemas", comentó Romero, señalando que ese no es el tipo de estímulo que los chicos necesitan para aspirar a un futuro mejor. Pedro Morillas, activista de Public Interest Research Group en California (CalPIRG), enfatiza que hay opciones mucho más razonables para los recortes. Como ejemplo, Morillas cita los 62 mil millones de dólares que según cálculos de su organización van a parar a programas de acceso a mercados internacionales y de los que se benefician multinacionales como Fruit of the Loom o Nabisco. "Esas compañías tienen sus propios presupuestos de mercadeo que no hay necesidad de fortalecer a costa de reducir las posibilidades de educación en nuestro país", comentó Morillas. En un informe realizado por US-PIRG, la organización detalla otras recomendaciones con las que se podría atajar el déficit gubernamental, como 353 mil millones de dólares que según PIRG ahora se gastan por ineficiencias en el sistema de contratación en el Departamento de Defensa. "De acuerdo con la Oficina de Contaduría Gubernamental (GAO) estas agencias gastan miles de millones en piezas y materiales que no se usan", dice el informe. En total, el documento recomienda recortes en diferentes rubros que suman más de 600 mil millones de dólares, una cantidad superior a la de la propuesta legislativa actual. CalPIRG subraya que desde California, la prioridad ahora es conseguir que las senadoras Dianne Feinstein y Barbara Boxer rechacen cualquier reforma presupuestaria que incluya reducciones en las becas Pell. "Ampararse en el argumento de que los recortes a educación son inevitables no es aceptable, ya que hay otros gastos mucho menos esenciales que pueden reducirse", dice Morillas.
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