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  Por el libro
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17 de febrero de 2011

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Seguro que has probado todo tipo de productos y sigues sin mantener a raya las manchas en la cocina. ¿Deseas que el interior del frigorífico o el horno desprendan un fresco olor a limpio? Prueba con algunos remedios caseros que te sorprenderán.

La tiza no sólo es útil en las escuelas. Las juntas de los azulejos y del pavimento de cocinas y baños son uno de los lugares que más suciedad concentran y que más difícil resulta recuperar. Limpiarlas con detenimiento lleva más tiempo de lo que duran sin mácula, pero todo es cuestión de elegir bien con qué suprimirlas.

Las manchas oscuras a causa de la humedad se eliminan con dos cucharadas de jabón en escamas y una de alcohol. Una mezcla de pasta con tiza común, alcohol y agua resulta un método muy efectivo para que luzcan como la nieve.

Dejar los azulejos brillantes y con un fresco olor es fácil si disuelve en el agua vinagre de manzana, eliminará también los restos de cal.

Los guisos dejan los quemadores mates, la grasa se adueña de sus poros y el gas mata todo tipo de fulgor. La estética es fundamental, pero la higiene es prioritaria. Si el deterioro es reciente con trocear un limón y frotarlos será suficiente. Si por el contrario, se encuentran con suciedad acumulada conviene sumergirlos en una mezcla de lejía o vinagre y agua caliente. Se pueden dejar una noche entera a remojo hasta que la suciedad se ablande. Después es suficiente pasar un trapo jabonoso y aclarar con agua abundante. Seque bien los orificios para no obstruir la salida uniforme del gas.

El limón también se convierte en un limpiador eficaz y natural para los microondas. Si introduces un recipiente con agua y medio limón, deja hervir el agua hasta que produzca una buena cantidad de vapor, después se pase un trapo húmedo y quedará perfumado y reluciente.

El frigorífico, ese almacén en el conviven carnes, pescados, frutas, quesos y un millón de olores que quedan adheridos a sus paredes. Para evitarlo coloca en el interior de la nevera un recipiente con un poco de leche, aunque logrará el mismo efecto un tarro con bicarbonato e incluso un trozo de carbón vegetal.

Chin, chin. Brindis y más brindis. La cristalería es una de las piezas estrellas en cualquier celebración. Los lavavajillas tienen un programa demasiado largo para cristalerías delicadas, pues resulta demasiado caliente y se producen demasiados e innecesarios cambios de temperatura que deterioran las piezas.

Las preciosas vajillas blancas son delicadas por muy sencillo que sea su diseño, pero con el tiempo pierden el color derivando a un desagradable tono amarillento. Nada mejor que sumergirlas en una solución de bicarbonato y agua para recuperar su color.