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8 de abril de 2010

Consumer.es

Electrodomésticos como el horno y el microondas, así como la nevera y el congelador, son grandes aliados en las cocinas. Su papel en la seguridad de los alimentos es fundamental, tanto en la conservación como en las formas de cocinar alimentos. Pero estas acciones deben complementarse con ciertas pautas de limpieza. Mantener estos aparatos en condiciones óptimas de higiene, tanto en el interior como en el exterior, y evitar que acumulen restos de comida es fundamental para lograr que no se formen focos de contaminación por microorganismos.

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Limpieza y desinfección son claves para garantizar la inocuidad de una zona de trabajo con alimentos, como el microondas y el horno. Limpiar implica quitar la suciedad, pero desinfectar es un proceso que destruye posibles gérmenes. Por tanto, una acción complementa a la otra, de manera que ambas minimizan el riesgo de desarrollo de focos de infección y la formación de puntos de acumulación de suciedad y proliferación de microbios. Aunque en ocasiones parezca que una zona determinada no está sucia, con el uso continuado siempre se acumulan bacterias y grasa.

Pero, ¿cómo se ensucia el microondas? Este electrodoméstico se utiliza, sobre todo, para calentar una taza de leche o café, además de las comidas. La agitación de las partículas que desprenden las microondas provoca que los alimentos "exploten" durante la cocción y que se mezclen con los vapores que emanan. Estos, junto con las salpicaduras (no siempre visibles), se instalan en las paredes internas y forman concentraciones de bacterias y residuos. Las esquinas y las partes internas del plato giratorio son las zonas más sensibles, ya que en ellas se acumulan más bacterias. El uso de una tapa, además de asegurar una cocción uniforme del alimento, reduce el riesgo de estas formaciones.

A fondo

La suciedad del interior del microondas, cuando acumula contaminación bacteriana, puede llegar a desarrollar un sistema de adherencia a la superficie de los microorganismos que continúa presente incluso cuando no son visibles (biofilms). El momento de la limpieza determina la efectividad de este proceso: cuanto más pronto se haga después de cocinar, más seguro será, ya que los restos se eliminan de manera más fácil. Para ello, se empieza por retirar la suciedad más visible, que se enjuaga con agua caliente y detergente. Después hay que aclarar con agua, aplicar un desinfectante no agresivo y volver a aclarar. Las partes desmontables (plato giratorio y la base sobre la que se sustenta) se pueden extraer para limpiar con un paño suave humedecido con agua tibia y detergente.

Además del interior del microondas, deben limpiarse las zonas externas, como la puerta y las juntas

Otra forma de limpiar, más rápida y fácil, consiste en introducir un vaso con agua que resista el calor. Se puede añadir un poco de bicarbonato de sodio, vinagre o limón (altamente ácidos) y calentar la mezcla hasta que se haya evaporado la mitad del agua. Se mantiene la puerta cerrada unos diez minutos, hasta que el resto del líquido se enfríe y el vapor penetre en los rincones. Transcurrido este tiempo, se pasa un paño humedecido por las paredes y esquinas para quitar la suciedad y se aclara muy bien, hasta que no queden restos de los productos utilizados.

Este proceso ayuda a eliminar la suciedad y a destruir los malos olores que desprende el microondas. También deben lavarse la parte externa (puerta), que está en contacto con las manos, y las juntas. Las gomas de las juntas o el asa son zonas que a menudo no se tienen en cuenta, pero que juegan un papel determinante en la prevención de riesgos alimentarios.

Hornos, a mano o autolimpieza

La limpieza del horno resulta, en su mayoría, una tarea laboriosa. La suciedad que se acumula en su interior procede de salpicaduras y derrames de grasa y alimentos durante la cocción de preparaciones como tartas o asados. Este electrodoméstico se utiliza a menudo de forma puntual, por lo que si no se limpia después de cada uso, los vapores de grasas y líquidos se adhieren a las paredes internas y se forma una capa de suciedad.

Una manera fácil de limpiar el horno es hacerlo cuando todavía esté caliente, ya que el calor facilita la eliminación de restos de comida. Debe hacerse con productos específicos (ayudará consultar las instrucciones de cada horno) y evitar el uso de abrasivos o cepillos que puedan rallar las superficies. Otra manera de limpiar el interior del horno consiste en rellenar la bandeja con agua y limón y dejarla hervir durante unos diez minutos. La actividad desengrasante del limón empezará a actuar y facilitará la limpieza.

Algunos hornos tienen la capacidad de "autolimpiarse" gracias a la función pirólisis, mediante la cual el interior se somete a temperaturas que rondan los 500ºC. Los residuos orgánicos acumulados se convierten en cenizas, fáciles de eliminar con un paño húmedo cuando el horno ya está frío. Esta acción se completa con la de esterilización, ya que el proceso elimina también toda posibilidad de desarrollo de virus y bacterias. La limpieza con este método debe hacerse cada seis u ocho meses, en función del uso que se le dé.

NEVERA Y CONGELADOR

Estos electrodomésticos deben limpiarse de manera periódica, además de verificar que mantienen una temperatura adecuada (entre 1ºC y 4ºC la nevera y por debajo de -18ºC, el congelador), garantizar una distribución de los alimentos que evita el desarrollo de contaminaciones entre distintos productos (por contacto directo o goteo) y almacenarlos en envases adecuados. Planificar la limpieza es fundamental para evitar posibles microorganismos. Los principales pasos que se deben seguir son:

* Vaciar y desenchufar.

* Envolver los posibles alimentos que queden en el congelador para que tarden en descongelarse.

* Limpiar el interior con un paño humedecido con agua caliente y bicarbonato.

* Lavar el exterior, sobre todo los tiradores.

Por último, conviene recordar que los utensilios de limpieza (bayetas, trapos o paños) también constituyen un foco de suciedad si no se lavan con periodicidad.