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6 de abril de 2010

El Nuevo Dia

Imagine que, en apenas uno o dos minutos, una persona pueda apropiarse de $202,000. El asaltante no causó pánico con la consabida notita que anuncia un asalto bancario. Tampoco cargó físicamente con el cuantioso botín, ni siquiera corrió para evitar ser arrestado. Sus armas fueron unos cuantos códigos, y el dinero fue a parar derechito a su cuenta bancaria.

Eso fue lo que presuntamente hizo Omar Cotto Andino, quien el mes pasado fue arrestado por robarse $202,000 de la cuenta bancaria de la empresa Centennial Communications.

"Esto ha abierto una caja de Pandora", dijo el agente Jaime Rodríguez Escalona, de la división de Robo a Bancos y representante de la Uniformada en el Puerto Rico Financial Crimes Task Force.

"Fueron dos transacciones, una de $2,000 y, luego, la otra más grande", dijo por su parte José ángel López, gerente de Comunicaciones para Centennial, al confirmar la fechoría de la que fue objeto la empresa.

Un día de noviembre, según se alega, Cotto Andino se presentó al quiosco vestido con el uniforme de una empresa de mantenimiento de puntos de venta.

Aunque los eventos no están del todo claros, López explicó que la transacción ilícita se produjo en el quiosco de Centennial que ubica en el supermercado Ralph’s de Juncos.

"Nuestro empleado no vio nada irregular, porque dar mantenimiento a los equipos es algo de costumbre", agregó.

"Lo que pasó no es algo que pueda hacer una persona común. Es una persona que sabe cómo funciona el equipo", dijo el ejecutivo mientras explicaba que, para perpetrar la fechoría, el imputado tuvo que abrir el equipo y reprogramar la unidad.

De esa forma, el imputado sustrajo el dinero de la cuenta de Centennial y lo redirigió, pasando su tarjeta de débito por el lector del equipo, hacia su cuenta personal.

"Lo importante es que ese evento no afectó en nada la seguridad de nuestros clientes ni los pagos que éstos hicieron", subrayó López.

Pasaron unas 48 horas hasta que la institución bancaria donde se encontraba la cuenta del imputado pudo congelar el dinero del depósito ilícito.

Jorge Hernández, vicepresidente de la Red A Toda Hora (ATH), que opera Evertec y que es propietaria del equipo donde se concretó el ardid, explicó que, para efectos del sistema, la transacción se reflejó como un reembolso en un punto de venta inalámbrico.

"Para realizar una transacción de reembolso, el comercio es el que establece una cantidad máxima de reembolso y una contraseña", dijo el vicepresidente de la red ATH.

Según Hernández, el imputado nunca ha trabajado para Evertec, ni para alguna de las tres empresas de mantenimiento que prestan servicios de instalación o reparación de equipos.

El ejecutivo agregó que la única petición de servicio que recibieron, entonces, para el equipo en Juncos, se produjo luego del incidente.

"El banco nos llamó y nos pidieron que bloqueáramos el mecanismo de reembolso en ese punto de venta", dijo Hernández.

sin perfil criminal

"Por la información que hemos podido recopilar, esto puede estar pasando en otros lugares, ya que la persona alega que aprendió la maniobra de otros compañeros de trabajo", continuó, por su parte, Rodríguez Escalona.

El caso de Centennial fue uno de los 1,200 casos de fraude bancario que la División de Robo a Bancos registró el año pasado.

En lo que va de año, la unidad de Robo a Bancos ha recibido 175 casos de fraude para investigación. No obstante, el agente destacó que "el tiempo fuerte" de este tipo de actividad delictiva son los meses del verano y entre octubre y diciembre.

Estimados de la Asociación de Bancos señalan que estos patrones de fraude significan pérdidas anuales para las entidades financieras, que fluctúan entre $20 millones y $30 millones.

"Es un tipo de crimen que no tiene perfil", prosiguió Rodríguez Escalona a preguntas de este diario.

"Nosotros hemos identificado a todo tipo de personas incurriendo en este tipo de conducta. Hombres, mujeres, menores, y hasta ancianos. Incluso médicos, abogados, ingenieros, personas del extranjero", dijo el investigador.

La tendencia alcista no da visos de retroceder, destacó el oficial, dedicado a perseguir ladrones financieros desde hace siete años. Además, aclaró que la unidad de la que es parte sólo investiga los casos donde la institución bancaria aparece perjudicada. Los casos que afectan a individuos son investigados por otras divisiones de la Uniformada.

Tretas a granel

"Tenemos un ‘boom’ de casos", agregó el oficial mientras destacaba que cada vez las fechorías son más ingeniosas. "Hasta en Vieques, tenemos un caso".

Según Rodríguez Escalona, son frecuentes los casos donde la persona entrega su tarjeta de crédito o débito para efectuar una compra y el dependiente clona la información de la tarjeta con un "skimmer".

También la sustitución de tarjetas en establecimientos y el robo de la tarjeta por descuido o vandalismo de vehículos, son cosa de todos los días.

"Las personas no están cuidando sus tarjetas lo suficiente", opinó el oficial. "Hay de todo un poco. Algunos casos son por error de la persona, otros son por errores operacionales de la banca, pero esos son los menos. La banca, en realidad, está tratando de hacer maravillas, pero siempre hay quien puede infringir el sistema".

Rodríguez Escalona agregó que no sólo es un asunto de tarjetas. También se ha vuelto común la presentación de solicitudes con información falsa y la utilización de identidades falsas para solicitar préstamos.

Dicha práctica está asociada a otros delitos como el robo de identidad, explicó el agente.

Delito fácil

A preguntas de este diario acerca de la alta incidencia de casos, Rodríguez Escalona reconoció que la situación económica propicia un auge de este tipo de delito.

"Eso (la situación económica) es parte, pero cuando nos ponemos a hacer un análisis, muchas de estas personas son delincuentes habituales. Son encausados, pero vuelven y reinciden. Según lo establecido en el código penal, por este delito, las sentencias son mínimas", dijo el agente.

Así las cosas, Rodríguez Escalona señaló que los estatutos vigentes no son suficientemente disuasivos.

"Las sentencias fluctúan entre un día de cárcel hasta seis meses, y en otros casos, donde ha habido mucho dinero envuelto, la sentencia es una probatoria de dos o tres años", dijo el oficial reconociendo que, desde el punto de vista delictivo, la fechoría "vale la pena".