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21 de agosto de 2009

La Opinion

Los residentes de Los ángeles pagan en promedio 3,160 dólares anuales en intereses y tasas demás por el uso de tarjetas de crédito, en comparación con lo que pagarían si utilizaran las que mejores condiciones les ofrecen.

El dato muestra que mientras que muchos buscan y comparan a la hora de adquirir un artículo, no son tan cuidadosos como para leer las condiciones de la tarjeta, y terminan pagando más por ello.

"Es mucho dinero despreciado", dice Schwark Satyavolu, presiden- te y cofundador de BillShrink.com una página que compara los costos del "dinero plástico", y que acaba de realizar un estudio al respecto.

Analizando unas 150 tarjetas en los últimos siete meses, BillShrink determinó que las mismas han aplicado subidas del 20%, incluyendo tanto los intereses como los diferentes tipos de tasas aplicables.

"Muchos consumidores tienen la impresión de que las compañías están endureciendo sus condiciones para combatir los efectos de la nueva legislación", dice Satyavolu, refiriéndose a la Ley de Responsabilidad y Transparencia de Tarjetas de Crédito (CARD) de 2009, parte de cuyas regulaciones entraron en vigor ayer .

Matilde Salas es una de las muchas que ha sufrido en carne propia estas alzas.

"Sumando todas las notificadas en los últimos tres meses, suponen un 25% más, sólo en interés", dice Salas, quien dice que entre ella y su esposo acumulan unas nueve tarjetas.

Tratando de evitar los mayores costos, Salas canceló varias de las tarjetas lo que al parecer se ha vuelto en su contra, pero hubo una consecuencia: "Me bajó la puntuación de crédito", dice Salas.

Curtis Arnold, de Cardratings.com, señala que, efectivamente, cancelar la tarjeta puede no ser una buena idea, sobre todo si se ha mantenido por cierto tiempo.

"Aunque se transfiera el saldo a otra más conveniente a menudo es mejor mantenerla", dice Arnold, señalando que actualmente el interés promedio cargado es del 13%, pero probablemente continuará subiendo.

"De aquí a febrero las financieras seguramente continuarán endureciendo condiciones", anticipa Arnold, señalando que ello se debe al efecto combinado de la nueva legislación, más restrictiva, y las dificultades del mercado financiero.

Actualmente, a nivel nacional, las familias arrastran un saldo promedio de deuda en tarjetas de 10,000 dólares (sumando saldos en todas las tarjetas de cada hogar).

Nessa Feddis, una vicepresidenta de la Asociación de Banqueros Americanos (ABA), señala que la industria "está experimentando con nuevas formas de conseguir ingresos".

"La industria ha experimentado enormes pérdidas y con la nueva legislación va a tener menos flexibilidad para ajustarse a situaciones de mayor riesgo", dice Feddis, refiriéndose a regulaciones como la que entrará en vigor en febrero, impidiendo que el incumplimiento con una tarjeta de crédito cause alza de interés en otras con las que se está al corriente.

Satyavolu comenta que los proveedores de crédito hasta ahora han hecho más negocio con los consumidores con peor historial, en los que recaían gran parte de las tasas y recargos.

"La nueva legislación pone límites a eso, por lo que a cambio, las compañías están haciendo más penosas las condiciones para todos, incluidos, los que muestran gran responsabilidad financiera".

La opinión generalizada es que en los próximos meses los titulares de tarjetas de crédito seguirán recibiendo cartas en las que se les informe sobre las peores condiciones que se les van a aplicar, sin más opción que cumplirlas, o cancelar la tarjeta.

Tras esa tempestad inicial en la que arreciarán las alzas de interés y tasas, se espera que se llegue a cierta estabilización, sobre todo si la ansiada normalización de los mercados de crédito se produce, pero según Feddis lo más probable es que, también a largo plazo, las tarjetas de crédito sean más caras.

"Es parte del acuerdo con la egislatura a cambio de nuevas condiciones más restrictivas a la industria", dice Feddis.