6 de julio de 2009
La Opinion
No son las mentiras, ni los celos, ni la mamá de él o de ella. ¡No! Lo que causa más líos en los matrimonios es el dinero. Lo más usual es que tengan una cuenta corriente y una cuenta de ahorros común, sin preocuparse de mucho más. Para evitar estos problemas, sin embargo, basta con seguir unas pocas reglas generales: Sean comunicativos ambos con su media naranja, y no tengan miedo de discutir, cuando llegue el momento de hacerlo. No hay razón alguna para silenciar la comunicación entre los dos cuando se trata de dinero. ¡Al contrario! Sean flexibles. Ningún programa rígido e invariable funcionará bien indefinidamente. Tengan preparado un plan de gastos. Cada uno debe tener el suyo, expresarlo y discutirlo con su pareja. Es cierto que pueden sobrevivir arreglándoselas unos meses mejor y otros peor, pero esto no es lo ideal. Lo primero es sentarse a hablar de la situación monetaria. ¿Cuánto tienen juntos, incluyendo salarios y otros ingresos? ¿Cuánto deben? ¿Cuáles son los gastos que esperan tener? ¿Están gastando demasiado? ¿Qué sacrificios deben hacer o, acaso, se pueden dar algunos pequeños lujos? Expongan claramente sus respectivos planes y metas en lo que concierne al dinero. ¿Aspiran ustedes a comprar casa dentro de unos años? Si quieren tener el pago inicial listo cuando llegue el momento, AHORA es cuando deben empezar a ahorrar para eso. Hagan un presupuesto. Relacionen sus gastos incluyendo el alquiler, pagos del auto, alimentos, ¡en fin, todo! Decidan quién va a pagar cada cosa. Si uno de los dos gana más, será el responsable de pagar más cosas, naturalmente. Algunas parejas prefieren unir sus ingresos y pagarlo todo de ese total, repartiéndose lo que sobre a la mitad. Esta es la fórmula más corriente y la mejor. Aparten una cantidad específica cada mes para ahorrar. El 5% de lo ganado es lo mínimo que se debe ahorrar; más es mejor, sobre todo si se está pensando en una inversión futura. Es una buena idea para cada parte tener una asignación mensual de la que no se tenga que dar cuenta al otro. Y tengan las cuentas en orden. Estén seguros de guardar datos de sus gastos, recibos cargados a las tarjetas de créditos, cuentas, etc.