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  Por el libro
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12 de septiembre de 2006

A sus 90 años, con una esposa enferma y un hijo con padecimientos mentales, José Guillermo López se las arregla como puede para vivir con lo que recibe del seguro social y una pensión del Ejército.

Todos los meses calcula sus gastos principales: comida, medicamentos, agua y luz.

??Lo que veo es que cada día los ancianos están sufriendo más y más. Lo que reciben no da para nada?

Janet Hill
Maestra retirada

Aunque asegura que le basta para las necesidades básicas de su familia, siempre surgen imprevistos que descuadran su presupuesto, como el pago de la ambulancia cuando su esposa tiene que ir al hospital.

?Tengo que estar pendiente de cómo voy a emplear el presupuesto para cuidar de ella?, sostuvo don Guillermo, quien acostumbrado a vivir modestamente y contando cada centavo, piensa que su vida no cambiará mucho cuando empiece la reforma contributiva y sus gastos aumenten.

?Estoy bien porque no vivo con lujos, no tengo carro y todas las cosas las hago por mi cuenta. Pero al que tiene otra manera de vivir se le va a hacer difícil?, opinó el anciano, quien iba camino a devolver unos zapatos a un centro comercial.

Un estudio comisionado por la Asociación Americana de Personas Retiradas (AARP, por sus siglas en inglés) reveló que los pensionados como don Guillermo, una población que se estima en las 492,000 personas, se verán severamente afectados por la reforma contributiva.

Abordados por El Nuevo Día, otros jubilados reaccionaron con una mezcla de molestia y pasmoso conformismo cuando se les informó el hallazgo.

Tomás Picón, un contador de Hacienda retirado, opinó que con el impuesto a las ventas de 7% que traerá la reforma pasará como con otros aumentos en el costo de vida. ?Al principio es problemático, pero después uno se acostumbra?, dijo.

Picón recordó que en sus tiempos un viaje en guagua pública costaba 10 ó 15 centavos y ahora se paga 75 centavos.

?Quiera o no quiera, uno se tiene que someter. Es como todo, nos acostumbramos bajo protesta?, afirmó Picón, quien no se siente atemorizado por el efecto de la reforma en sus finanzas, porque durante sus años de trabajo como contador elaboró un buen plan de retiro y saldó todas sus deudas.

?El que tiene deudas va a estar apretado?, apuntó.

Janet Hill, maestra retirada, sostuvo que el Gobierno debería escuchar el sentir de la gente mayor antes de imponer cambios como el de la reforma contributiva.

?Lo que veo es que cada día los ancianos están sufriendo más y más. Lo que reciben no da para nada?, sostuvo Hill, quien además observó que existe una ?brecha enorme? entre los asalariados y las personas mayores.

Por su parte, Alfonso Barreiro, un soldador de 80 años, afirmó que ?como el peso no alcanza? continuará trabajando ?hasta que Dios quiera?. ?El que no paga, no come. Y usted calcule, ahora hasta las alcapurrias y los bacalaítos pagan?.