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  Por el libro
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3 de octubre de 2006

Las etiquetas alimentarias son uno de los medios de control de seguridad alimentaria más eficaces, pero muchos consumidores con bajo nivel de compresión matemática y de lectura tienen problemas para interpretar correctamente la información que aparece en ellas. Así concluye uno de los estudios más exhaustivos realizados hasta ahora para determinar la efectividad de las etiquetas, que se publica en el último número de American Journal of Preventive Medicine.

CF

Los investigadores, del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos, examinaron la capacidad matemática y lectora en doscientos pacientes de atención primaria procedentes de distintos estratos sociales, y también se evaluó su conocimiento acerca de parámetros nutricionales tales como el contenido calórico total o de carbohidratos presente en una determinada porción del alimento etiquetado, para lo que se empleó un test estándar diseñado para ello.

El 68 por ciento de los sujetos había cursado educación primaria y el 77 por ciento tenía un nivel de lectura correspondiente al noveno grado de educación -equivalente al primer ciclo de la ESO-, y en el 63 por ciento la comprensión matemática fue menor de la que se alcanza a esta edad. Alrededor del 40 por ciento tenía alguna enfermedad crónica en la que se requiere algún tipo de intervención nutricional (hipertensión arterial, diabetes, etc.), y el 23 por ciento dijo seguir algún tipo de régimen alimentario.El 69 por ciento contestó correctamente al cuestionario sobre conocimientos nutricionales, pero sólo un 32 por ciento sabía qué cantidad de carbohidratos se consumen en un refresco y sólo un 60 por ciento sabía que el consumo de hidratos de carbono se reducía al 50 por ciento si en vez de tomarse un bocadillo entero se comía sólo la mitad.

De acuerdo con Russell Rothman, principal autor de la investigación, "una gran proporción de consumidores es incapaz de entender la información presente en las etiquetas". A su juicio, "esto repercute en una menor educación nutricional y sería necesario que la Agencia americana (FDA) estudiara cómo más comprensibles las etiquetas alimentarias".