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  Por el libro
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7 de julio de 2008

Por: Primera Hora

¿Quién no ha visto a un vendedor de películas y de discos piratas en plena vía transitable? ¿A quién no lo han tratado de seducir para que compre el último estreno del cine en el trabajo, en el salón de belleza, en la calle o en el vecindario? Y si no le aplica ninguna de las anteriores, ¿acaso no conoce a alguien vinculado a la piratería, ya sea como vendedor o consumidor de estos productos?

El tema de la piratería de películas y discos ha cobrado una fuerte presencia en la vida cotidiana de los puertorriqueños. Es común que, en estos momentos, circulen películas pirateadas que aún se exhiben en la cartelera de los cines, como “Kung Fu Panda”, “Sex and the City” e, incluso, algunas que todavía no se han proyectado en las salas nacionales, como “JCVD” con Jean-Claude Van Damme. Esta última película, con subtítulos en español, aún no tiene fecha de estreno en Estados Unidos y Puerto Rico, pero ya se exhibió en Francia, Bélgica y Suiza.

Igualmente, sin discriminación de género, en cualquier mercado o pulguero podrá encontrar la copia de la última oferta artística de merengue, balada, pop, salsa y bachata.

La naturalidad con la que se consiguen estos productos logra que muchos pongan en duda su ilegalidad. La lógica indica que si se venden por todos lados, es normal, porque, de lo contrario, los vendedores y compradores serían multados o estarían tras las rejas.

 Compara entre una película pirata y una original
 
En Puerto Rico, aunque no lo parezca, la reproducción y la venta de discos y películas son delitos graves de tercer o cuarto grado. Un vendedor de productos piratas puede enfrentar multas desde $25 mil hasta $250 mil ?dependiendo de la cantidad recogida por la Policía? y, además, se expone a una pena de seis meses a ocho años de cárcel, según establece la Ley Núm. 12 de 2007.

Cuando la piratería es “justa”

El representante de Recording Industry Association of America (RIAA), Javier Morales, explicó a PRIMERA HORA que el delito de piratería está tipificado en la esfera federal con la Ley de Derecho de Autor (copyright) y en la estatal con la Ley Núm. 12 de 2007 y en el Código Penal de Puerto Rico.

“Si nos vamos al aspecto literal, usted no está autorizado a reproducirlo, y punto”, dijo de entrada el investigador para inmediatamente puntualizar que existe una excepción: cuando la copia es para “uso justo”.

“Si usted compró varios cedés legítimamente, y los duplica, porque no quiere que se le dañe el original, eso es uso justo. Igual, pasa con otros géneros, como las películas. Pero cruzamos la línea cuando hay un beneficio económico”, señaló, al aclarar que las leyes no contemplan a la persona que compra las copias del disco o de la película, sino al que se lucra al establecer un negocio con esta práctica.

Morales mencionó que la ley federal y la ley estatal se complementan, porque la primera protege los derechos del autor de trabajos publicados de la literatura, películas, grabaciones y otras manifestaciones artísticas. Mientras, la ley local ampara a la casa productora del disco y al distribuidor de la película.

El estatuto local, además, incluye como delito las grabaciones en vivo. Con esto se refiere a la persona que decide grabar la actuación de un artista en un concierto ?práctica común y, a veces, cultural, en fiestas patronales? y a la grabación de una película mientras se exhibe en la sala de cine.

Esta última modalidad, en la que un individuo con una cámara escondida se sitúa en la sala de cine para grabar la película que se está proyectando, es la más frecuente. Como parte de la red para el flujo de este material, esta persona graba el master que, según el investigador, podría vender a un precio entre $500 y $1,000, dependiendo de la popularidad de la cinta. Esta compra la realiza el dueño de la maquinaria de reproducción, quien, entonces, hace negocios con los dueños de los quioscos de material pirata.

“Si se reproduce, vende, transporta, rotula y da publicidad a material pirata, se incurre en un delito”, agregó.

Si está claro que es un delito y están identificados los lugares, ¿por qué la Policía no elimina estos puntos de venta?

-Existe mucho desconocimiento sobre cómo se aplica la ley. Muchos piensan que es un delito menos grave o que no se contempla en el Código Penal. Estamos realizando adiestramientos a las agencias de ley y orden (Policía, Departamento de Justicia y otros).

“No es tan sencillo, porque en los casos criminales tenemos que probar más allá de duda razonable, y ese proceso de identificar que el material es pirata toma tiempo. Además, como es relativamente un delito nuevo, tenemos que recopilar mucha evidencia, porque si no, se cae el caso. Entonces, la gente pensaría que puede seguir de lo más campante por la calle. No queremos establecer precedentes con casos que se caen”, reaccionó el asesor.

Pero, ¿el policía que está en la calle puede arrestar si ve una guagua o un quiosco con discos y películas piratas, o tiene que esperar una orden?

-Cuando se está cometiendo un delito al frente de un agente de orden público y él tiene los elementos a simple vista, se puede intervenir y ocupar el material. Pero, aún hay desconocimiento sobre cómo someter este caso. Esto es lo mismo que la droga, pero no lo ven como un delito porque no impacta al público, y no se ve la sangre ni la pérdida de la vida. También, el trabajo de los policías en la calle es de vigilancia y, lamentablemente, algunos se hacen de la vista larga.

El superintendente auxiliar de Investigaciones Criminales, el coronel José Caldero López, confirmó que se culminó la etapa de adiestramientos a agentes sobre cómo identificar una película o un disco pirata. “Pareciera que no se actúa, pero hay que tener conocimiento de que es pirateada. En la actualidad, estamos llevando unas investigaciones y se han realizado arrestos. Recientemente, se hizo una redada en Arecibo y Mayagüez y se seguirán dando golpes”, aseguró.

Caldero López señaló que el Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) tiene su mirada en los distribuidores, más allá de los vendedores, con miras a arrancar de raíz esta red de piratas que se concentra mayormente en Bayamón, Arecibo, Mayagüez y San Juan.

“Vamos a arrestar al vendedor, pero para nosotros es más importante el distribuidor que el que difunde en masa este material”, apuntó.