Inicio  








  Por el libro
Bookmark & Share

1 de octubre de 2008

Por: El Nuevo Herald

Por un corto tiempo, Darren y Jarett Lezdey fueron muy ricos... en el papel. En el 2006, su compañía farmacéutica recién creada, AlphaMed, con sede en Cayo Largo, ganó $78 millones en daños y perjuicios a una firma rival que fue hallada culpable de competencia desleal y de robar secretos profesionales. Manipulaciones de su rival, Arriva Pharmaceuticals de Alameda, California, retrasaron el desarrollo por parte de AlphaMed de un fármaco potencialmente lucrativo que podría tratar todo tipo de enfermedades, desde enfisema pulmonar hasta enfermedades de la piel.

Pero, apenas unos meses después, un juez de Miami desestimó el veredicto, sentenciando que, ya que AlphaMed no poseía un historial de ganancias, no podía recuperar ganancia futura alguna que hubiera perdido.

AlphaMed apeló. No obstante, la semana pasada, el 11no. Tribunal de Apelaciones de Miami sentenció a favor de Arriva, terminando la batalla de los Lezdey por una compensación.

Aunque el caso ha sido cerrado, a algunos les preocupa que la decisión ponga coto a la innovación científica de la biociencia en todo el estado.

'Es un golpe fuerte para la industria', opinó Russell Allen, presidente de BioFlorida, un grupo no lucrativo de biotecnología. ``Las compañías de biociencias que quieran trabajar en Florida lo pensarán dos veces antes de hacerlo'.

Como el veredicto fue anulado en base a la reinterpretación de un juez de cómo evaluar una reclamación, los críticos afirman que la conducta realmente anticompetitiva de Arriva quedó sin castigo.

Allen dijo que esto podría disuadir a empresarios y científicos de trabajar en el estado. 'Si el valor futuro de sus patentes y sus investigaciones no son protegidos, entonces su motivación para trabajar en este estado no existirá', dijo.

La historia del caso de AlphaMed vs Arriva es larga y extraña. Ambas compañías, fundadas por ex asociados, tratan de lograr formas sintéticas de alfa-1 antitripsina, o AAT, que serían fármacos que tendrían un mercado enorme.

Cuando AlphaMed atrajo inversionistas y comenzó sus investigaciones en el 2000, Arriva contrató a un ex agente del FBI para que espiara a los Lezdey. Los hermanos instalaron cámaras de video en sus oficinas y filmaron la entrada furtiva de un intruso. Poco después, Arriva tenía en su posesión documentos de AlphaMed que, según los hermanos Lezdey, habían sido robados. Arriva sostuvo que el ex agente del FBI los había encontrado en el tacho de basura de AlphaMed, fuera del edificio.

El ex agente convenció además de forma fraudulenta al FBI para que iniciara varias investigaciones criminales contra AlphaMed. Ninguna de las investigaciones resultó en cargos criminales, pero las pesquisas del FBI ahuyentaron a los inversionistas de la flamante compañía.

'Fue un caso bien enredado', admitió Douglas Rovens, abogado de AlphaMed.

AlphaMed llevó a Arriva al tribunal civil a fines del 2005. Luego de tres meses de testimonios, el jurado se puso de parte de AlphaMed, y concedió a los Lezdey $48 millones en compensación por los daños. Un mes más tarde, los hermanos ganaron otros $30 millones en daños, convirtiendo su victoria en uno de los casos de mayor compensación por daños no personales.

Pero, muy poco después, la jueza de distrito federal Cecilia Altonaga anuló esta sentencia, diciendo que una compañía recién creada no podía recobrar ganancias futuras que hubiera perdido.