23 de octubre de 2008
Por: El Nuevo Herald
El débil estado de la economía ha forzado a muchos estadounidenses a evitar las visitas al médico, dejar de comprar sus medicinas y retrasar mamogramas y exámenes ginecológicos, según varias encuestas y estudios nacionales. El problema hace temer a los doctores que sus pacientes se pongan aún más enfermos y necesiten cuidados médicos aún más costosos a largo plazo.
"Necesito estar muy enferma para ir al médico", dijo Julie Shelley, una directora de oficina de 49 años y madre de tres hijos, que vive en West Milton, Ohio. "Tengo una edad en la que probablemente debería hacerme un examen físico. No voy a hacerlo. Soy la última de la lista".
En Lombard, Illinois, Donald Hendricks perdió su trabajo a mediados de año en una compañía de organización de eventos. Cuando dos de sus seis hijos padecieron fiebre y dolores de garganta hace unas semanas, Hendricks no pudo permitirse pagar la gasolina para llevarles al médico. En lugar de eso, les dió sopa y gaseosa hasta que mejoraron.
"Nunca antes había sentido la falta de dinero en mi bolsillo como la siento ahora", dijo Hendricks.
Pero Shelley y Hendricks no son los únicos que ponen en riesgo su salud.
Más estadounidenses están retrasando sus cuidados médicos, según una encuesta de la Fundación Familia Kaiser emitida el martes. El número de personas que dijeron que evitan atención médica para ellos o miembros de su familia ha subido hasta un 36%, según la encuesta, realizada a través de llamadas telefónicas desde el 8 al 13 de octubre. En abril, el número que dijo lo mismo era del 29%.
Casi un tercio prefirió no hacerse un exámen o tratamiento recomendado, en comparación con el 24% que dijo lo mismo hace meses. En ambos casos, una quinta parte de los encuestados dijeron que su estado de salud empeoró debido a ello.
El número de recetas elaboradas cayó en más del 1% durante el trimestre que terminó en junio, convirtiéndose en la primera vez que no ha aumentado, según IMS Health, que inspecciona ese tipo de datos desde hace 12 años.
Otra encuesta en julio realizada por la Asociación Nacional de Comisionados de Seguros descubrió que un 11% de estadounidenses redujeron su número de medicinas o disminuyeron las dosis que tomaban cortando las pastillas por la mitad, o a través de métodos similares.