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  Por el libro
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17 de enero de 2012

WSJ

Poco después de que el estallido de la burbuja inmobiliaria en España dejara a Andrés Velarde y María Palencia sin trabajo, los jóvenes arquitectos hicieron las maletas y viajaron 8.000 kilómetros para instalarse en Brasil, atraídos por la esperanza, aunque no la certeza, de encontrar empleo.

En menos de cinco semanas, la pareja ya estaba trabajando. Brasil estaba expandiendo su programa de vivienda para personas de escasos recursos, además de correr contra el reloj para construir estadios, terminales de aeropuerto y hoteles para el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

Andrés Velarde y María Palencia, los arquitectos españoles que se mudaron de Madrid a Rio de Janeiro.

"La crisis europea es una noticia lejana", dice Velarde, que ya lleva ocho meses en su nuevo empleo en Rio de Janeiro. "En Brasil hay crecimiento y optimismo, un ambiente de alegría totalmente contrario al que hay en Europa".

La crisis económica está ahuyentando a decenas de miles de trabajadores calificados de la zona euro y muchos están siendo seducidos por las pujantes ex colonias europeas en América Latina y áfrica, revirtiendo antiguos patrones migratorios. Asia y Australia, al igual que Estados Unidos y Canadá, también han estado absorbiendo inmigrantes europeos.

Al mismo tiempo, la emigración desde los países en vías de desarrollo, cuya mano de obra catapultó la expansión de Europa en las últimas décadas, está decayendo. Centenares de miles de emigrantes, incluyendo profesionales altamente calificados, están volviendo a sus países de origen.

Este éxodo está agravando los temores sobre las consecuencias a largo plazo de la crisis: una fuga de talentos que puede perjudicar las economías más débiles de la zona euro en su lucha por salir de la recesión. "Se trata de una hemorragia de personas altamente educadas, precisamente las que serán necesarias para levantar la economía cuando las circunstancias mejoren", señala Demetrios Papademetriou, presidente del Instituto de Política Migratoria, una organización sin fines de lucro de Washington.

El número de emigrantes está creciendo en Portugal y España, que está perdiendo mano de obra calificada que va a sus antiguas colonias. Más personas están saliendo que llegando a España, Portugal, Irlanda, Eslovenia y Chipre, y el gobierno de Grecia teme que se esté gestando una tendencia semejante en el país. La Unión Europea no tiene datos consolidados de emigración, pero crece la preocupación sobre el impacto de los severos recortes de costos en el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia.

El rey Juan Carlos enfatizó las pérdidas de talento de España con una desoladora observación, durante una entrega de becas de estudio a jóvenes españoles que van a hacer cursos de posgrado al extranjero. "Espero y deseo sinceramente que, cuando llegue la hora de volver, haya más trabajo para vosotros y os podáis quedar aquí", dijo al grupo de 121 ganadores de las ayudas. "Realmente os necesitamos en España".

Durante la próspera década que terminó en 2008, España recibió una de las mayores olas de inmigrantes de la historia. Trabajadores extranjeros llegaban a un ritmo de 500.000 al año para impulsar la construcción y los servicios, convirtiendo el país en el destino principal de Europa de los inmigrantes.

El año pasado, cuando el desempleo excedía 20%, España exportó más gente que la que recibió, la primera vez que ello ocurre desde 1990, según el Instituto Nacional de Estadística. En los primeros nueve meses de 2011, hubo 55.626 más salidas que entradas, según el organismo. Los españoles se están repartiendo por países europeos en mejor situación, y otros más lejanos, especialmente en América Latina. De los cerca de 37.000 españoles que salieron del país en 2010, cerca de 60% se desplazó a países fuera de la Unión Europea.

Por lo menos 100.000 portugueses dejaron el país en 2011, después de una década de magro crecimiento y alto endeudamiento en el país más pobre de Europa Occidental. Angola ha absorbido 70.000 portugueses desde 2003, según datos del gobierno portugués. El número de portugueses en Brasil con visados de trabajo trepó a 52.000 en los 18 meses cerrados en junio de 2011.

Brasil se está beneficiando del declive europeo. El país está cortejando a ingenieros extranjeros y otros profesionales de la construcción para contribuir a sus proyectos de vivienda, energía e infraestructura, en los que el gobierno planea gastar US$500.000 millones hasta 2014, más del doble que el Producto Interno Bruto de Portugal.

Brasil necesitará cerca de 1,1 millones de ingenieros en 2020, casi el doble de los que tiene hoy, según el Instituto de Investigaciones Aplicadas (Ipea). "Estamos capacitando a la gente lo más rápido que podemos", asegura Paulo Safade Simão, presidente de la Cámara Brasileña de la Industria y la Construcción (CBIC).

Sólo en los primeros seis meses del año pasado, el número de extranjeros que reside en Brasil con permisos de trabajo temporales y otros visados similares creció cerca de 50%, a 1,46 millones de personas. De ellas, casi 330.000 provenían de Portugal y 60.000 de España, según el Ministerio de Justicia.

"Preferí la incertidumbre de buscar empleo en un mercado en crecimiento que la incertidumbre de quedarme en una economía que tiene muchos problemas", explica Luis Guedes, un ingeniero portugués de 29 años que el año pasado emigró a Rio de Janeiro. Guedes encontró trabajo como supervisor de mantenimiento y programas de suministro de una firma portuaria.

Para fines de los años 90, España y Portugal habían dejado de ser pobres, habían adoptado el euro y estaban importando mano de obra. Las periódicas emigraciones en masa de mano de trabajadores poco calificados de Portugal y España al norte de Europa y América Latina, las más recientes en los años 50 y 60, eran parte de la historia.

Sin embargo, la crisis europea y el auge brasileño están volviendo a revertir los patrones migratorios. Los brasileños están volviendo a casa en números récord. El gobierno estima que cerca de la mitad de los emigrantes ya ha regresado; de los más de 3 millones de brasileños que vivían en el exterior en 2007, hoy quedan menos de 2 millones.

Papademetriou, del Instituto de Política Migratoria, asegura que este movimiento trasatlántico forma parte de una transferencia global más amplia de conocimiento a economías emergentes más dinámicas.

Oriol Flaquer, con un MBA bajo el brazo, encaja en el perfil del nuevo emigrante español: joven, políglota, se siente profundamente pesimista sobre Europa y está dispuesto a mudarse a donde el panorama sea más alentador. "La situación en Europa es un problema que tardará al menos una década en solucionarse, si es que se soluciona", plantea el ingeniero industrial de 32 años que trabaja desde el año pasado en Cuernavaca, México, para una empresa de seguridad digital. "Nunca, en mi punto de vista, va a volver a tener el mismo peso Europa que ha tenido en el pasado".

Se anticipa que el éxodo español continuará en el futuro próximo. La economía crece a una tasa anual de menos de 1% y algunos pronostican que recaerá en una recesión. Una encuesta reciente de Randstad, una compañía internacional de recursos humanos, reveló que 62% de los españoles sin trabajo están dispuestos a irse del país para conseguir uno. Las autoridades argumentan que la emigración debería verse como una medida de emergencia a corto plazo, pero no como una pérdida permanente para el país.

José Ramón Pin, vicerrector de la escuela de negocios IESE en Madrid, dijo que los emigrantes beneficiarán a España "si retornan con mejores conocimientos y más experiencia". Pero desde una perspectiva a largo plazo, añade, "la pregunta es: ¿retornarán?".