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  Por el libro
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7 de febrero de 2023

BBC

Nuestra relación emocional con los ingresos, las deudas y las pérdidas es compleja y matizada.

Por supuesto que no hay duda de que el dinero tiene un gran poder y puede influir en las decisiones y acciones de las personas, y de que es una forma efectiva de resolver problemas, especialmente en tiempos de crisis.

Es "un facilitador para que las personas vivan una vida decente", resumió Jan-Emmanuel De Neve, profesor de economía y ciencias del comportamiento en la Universidad de Oxford.

Pero, según investigaciones, hace menos diferencia en términos de felicidad cuanto más rico te vuelves.

La relación entre mayores ingresos y más felicidad es 'logarítmica', explicó De Neve.

Y no fue que no le creyeramos, sino que no le entendimos del todo, así que le pedimos que explicara un poco más.

Resulta que si tus ingresos anuales se duplican, por ejemplo, de US$20.000 a US$40.000 te pondrás feliz.

Hasta ahí, no hay lugar para el asombro.

Pero si quisieras volver a experimentar el mismo nivel de incremento en tu felicidad y bienestar, otro aumento de US$20.000 no sería suficiente. Te complacerá, pero no tanto.

Para volver a sentir la misma recompensa emocional, tendrías que duplicar tus ingresos nuevamente, de manera que si US$40.000 te hicieron feliz, para experimentar de nuevo ese mismo grado de felicidad necesitarás doblar tus ingresos a US$80.000, y luego, otra vez, a US$160.000, y así.

¿Ad infinitum?

A pesar de la relación logarítmica entre el dinero y la felicidad, hay una advertencia.

La investigación ha demostrado que podrías perder el tiempo tratando de duplicar constantemente tu salario, al menos por encima de un límite, que -para darte una idea- para Reino Unido tiende a ser £120.000 (unos US$150.000).

No muchos alcanzan ese nivel de ingresos, pero aquellas que lo logran llegan a lo que el profesor De Neve llama "una meseta" por encima de la cual "ya no detectarán una relación estadísticamente significativa entre más dinero y más satisfacción con la vida".

Y es que la felicidad no es tan fácil de comprar.

Esta no es una fórmula infalible, según los expertos.

Si bien es innegable que las personas necesitan satisfacer sus necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud, etc.), hay, después de ese punto, varios factores que contribuyen significativamente al bienestar más allá de los ingresos.

Mark Williamson, director de la organización benéfica Action for Happiness (Acción por la felicidad), identificó algunos de ellos:

  • Cultivar buenas relaciones en la comunidad (familia, amigos, compañeros de trabajo)
  • Ser parte de algo "más grande que nosotros mismos"
  • Resiliencia a los imprevistos desafiantes o difíciles de manejar
  • Autonomía (control sobre las opciones de vida)

En algunos países este tipo de factores se utilizan para calcular el nivel de bienestar de la población, una medida más inmediata que tratar de derivarlo del PIB (Producto Interno Bruto).

A nivel de países, resaltó De Neve -uno de los autores del Informe sobre la felicidad en el mundo de la ONU-, una sociedad más igualitaria es un factor clave para mantener alto el bienestar promedio o la satisfacción con la vida de los habitantes.

En el informe, los países nórdicos constantemente aparecen en la cima de las clasificaciones y el profesor indicó que eso se debe, entre otras cosas, a que los estados de bienestar brindan "una especie de seguridad psicológica" y se tiene confianza en los planes fiscales del gobierno.

Una última curiosidad

Otra peculiaridad psicológica interesante sobre el dinero es que odiamos perder dinero más que lo que amamos ganarlo.

Si bien cuando ganamos más dinero se cumple la fórmula de rendimientos emocionales decrecientes, ocurre lo contrario cuando perdemos dinero.

La aversión a las pérdidas, como se la conoce en la economía del comportamiento, se ha medido en varios estudios.

Según la investigación, dijo De Neve, "el bienestar es dos veces más sensible a la pérdida de ingresos o de poder adquisitivo comparado a una ganancia equivalente".