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Puede comenzar de forma inocente: quizás tu pareja te pide ver la boleta del supermercado o te asegura que vio el resumen de tu cuenta bancaria por accidente.
Pero este tipo de hábitos puede derivar en conductas tan controladoras que te produce temor y ansiedad cada vez que sacas tu billetera.
El llamado abuso financiero puede incluir muchas otras conductas opresivas: tu pareja gasta el dinero ganado entre ambos, pide préstamos en tu nombre, te hace pagar sólo a ti servicios como la electricidad y el teléfono que los dos utilizan, o bien vigila cada centavo que gastas.
Peor aún, todo esto puede conducir a otros tipos de abusos más severos: el emocional o el físico.
El abuso financiero suele ser la antesala de la violencia doméstica.
La gran mayoría de las víctimas son mujeres, si bien los hombres también pueden ser vulnerables, particularmente los ancianos o los que tienen discapacidades.
En EE.UU., la Red Nacional para Acabar con el Abuso Doméstico calcula que la opresión financiera ocurre en el 98% de los casos en los que hay violencia verbal y física en la pareja.
En América Latina hay pocos datos sobre el abuso financiero en sí, en gran medida porque –como sucede con la violencia doméstica- las víctimas tienden a no denunciar su situación.
Tampoco abundan, a nivel global, las leyes que le hagan frente.
Algunos países, como Reino Unido, están trabajando en normas que pongan freno a este tipo de conductas coercitivas, pero nadie sabe con certeza cuán efectivas pueden ser.
Entre tanto, numerosas organizaciones internacionales tratan de dar respuesta a una pregunta fundamental: ¿cómo se puede detectar el abuso financiero tempranamente, antes de que se torne grave?
El caso de Jane
En un mundo donde la inestabilidad económica parece la regla, muchos viven cuidando su presupuesto. Pero para la británica Jane (no es su verdadero nombre), de 35 años, esto significó convertirse en víctima de un control financiero obsesivo.
Jane le cuenta a la BBC que, por ejemplo, su exesposo –y su suegra- abrían siempre el refrigerador para verificar si la leche había sido comprada en una cadena de supermercados cara o barata.
"Me ha ocurrido de estar en un mercado y ver que el jabón costaba 70 centavos. De pronto recordaba que en otro negocio valía un poco menos, pero tenía que caminar varias cuadras.
"Lo lógico hubiera sido comprarlo donde ya me encontraba, sin hacerme mucho problema. Pero me mortificaba la idea de que mi esposo y mi suegra pudieran regañarme… y por tan poca cosa", recuerda.
Todas las decisiones financieras –desde las vacaciones hasta la elección de muebles- eran tomadas por su marido.
"Él eligió el carro. Y en una ocasión, cuando salíamos de la casa de mis padres, mi pareja gritó por la ventanilla: 'Ella eligió el color'. Fue muy denigrante", cuenta.
Cuando su esposo comenzó a retirar grandes sumas de dinero de su cuenta conjunta para comprar motocicletas, Jane trató de advertirle al banco.
Su marido terminó dilapidando todos los ahorros y fue declarado en bancarrota. Ella heredó las duedas y tuvo que hacerse cargo de la hipoteca.
Hoy Jane vive con su hijo de 5 años en la casa de sus padres. Y debido a su historial financiero, durante seis años no estará en condiciones de alquilar una vivienda o tomar un préstamo para comprarla.
Señales de advertencia
ONU Mujer y numerosas ONG dedicadas al tema afirman que casos como este abundan en el mundo, aunque no hay cifras confiables que precisen la magnitud del fenómeno.
Según Naciones Unidas, el 30% de las mujeres que han tenido una relación de pareja refieren haber sufrido alguna forma de violencia física o sexual por parte de su pareja.
Y en esta realidad incluye el factor económico: "Pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo".
En Reino Unido, un informe reciente de la organización Women's Aid titulado "Atrapada y controlada" confirma que el abuso financiero es frecuentemente uno de los primeros síntomas de la violencia doméstica.
Los autores del reporte, Marilyn Howard y Amy Skipp, le enumeran a la BBC las conductas de la pareja en las que hay que fijarse especialmente:
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Toma importantes decisiones financieras sin tu participación
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Usa tu tarjeta de débito/crédito sin preguntar
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Controla tu acceso al dinero (tarjetas de crédito o cuenta bancaria)
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Se apropia de tus ingresos
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Se niega a contribuir para los gastos del hogar
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Pone las cuentas a tu nombre, pero no ayuda a pagarlas
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Toma créditos en representación tuya, pero no colabora con el pago de las cuotas
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Saca dinero de tu cartera/cuenta bancaria
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Te obliga a dejar de trabajar
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Te utiliza como una fuente laboral gratuita
Polly Neate, directora de Women's Aid, cree que es necesario cambiar las leyes no sólo en Reino Unido, sino también en el resto del mundo para que las víctimas se atrevan a denunciar el abuso financiero.
"Sabemos que muchas mujeres no denuncian su situación porque saben que policía sólo actúa una vez que se produce un acto de violencia física, no antes", advierte.
Neate añade que, aparte de los cambios jurídicos, hay que promover un cambio cultural para combatir el abuso financiero en el hogar.
Buscar ayuda
Asimismo -coinciden los especialistas-, el sector financiero tienen mucho por hacer al respecto.
Para Jane, por ejemplo, tratar de cambiar su propia situación fue muy difícil porque tenía una cuenta bancaria conjunta. No lograba evitar que su marido retirara el dinero que quería.
Los bancos en general no tienen mecanismos establecidos para hacer frente a este tipo de disputas.
Entidades globales como el HSBC únicamente pueden imponer restricciones a las cuentas conjuntas sólo si la policía lo solicita.
Otros bancos sólo aceptan bloquear temporariamente una cuenta si son notificados formalmente en el caso de un disputa marital.
El sector bancario dice estar dispuesto a hacer cambios para combatir el abuso financiero en las parejas, pero reconoce que no será fácil establecer un procedimiento amplio para hacer frente a este tipo de casos.
La psicóloga británica Corinne Sweet, autora del libro "Basta de pelear por el dinero", afirma que mientras tanto hay estar alertas a un hecho fundamental en el hogar.
"Las parejas deben poder hablar de los asuntos monetarios sin tapujos, con amplia libertad. Es señal de confianza, de cercanía", asegura Sweet, quien además trabaja para el Servicio de Asesoría sobre Dinero de Reino Unido (Money Advice Service), una agencia gubernamental.
Y concluye que cuando eso no es posible es mejor buscar -sin demoras- asesoramiento en alguna de las organizaciones de ayuda contra el abuso doméstico que existe en cada país.