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Muchos aplaudieron cuando en la última conferencia de Apple se anunció un Mac con pantalla retina, similar a la que usan los iPhone y el último iPad. Pero la euforia ante el anuncio se deshizo al saberse el precio del ordenador: 2.279 euros en su configuración más básica. La cifra se explica en parte porque estamos hablando de un ordenador profesional. Su potente configuración está dirigida, como Apple señala en su web, a fotógrafos, editores de vídeo, diseñadores gráficos e ingenieros. Pero, paradójicamente, algunos de esos profesionales tendrán que añadir a su presupuesto el coste de un monitor externo.
Aunque parezca mentira la característica estrella del nuevo MacBook Pro, su monitor, puede ser también su talón de Aquiles. Apple no parece haber escuchado tampoco ahora a los especialistas que desde hace tiempo critican sus pantallas. Los tonos que muestran estas son tan saturados y atractivos a primera vista como poco fieles de cara a las necesidades de un profesional. En vez de eso se han decantado por ofrecer una resolución de imagen tan alta, 220 píxeles por pulgada, que permite leer fácilmente un texto o saber si una foto está enfocada sin usar el zum. Lo que por otra parte es un importante logro.
Que Apple no dé ni un solo dato objetivo sobre la precisión con la que el nuevo MacBook Pro muestra la gama cromática de una imagen no parece augurar nada positivo. En su web sólo dicen que “el negro se ve más negro, el blanco se ve más blanco y los demás colores son mucho más brillantes”. Suficiente para la publicidad de un televisor barato, pero no para un ordenador cuyo precio puede llegar a rozar los 3.000 euros en su configuración más avanzada.
Si comparamos el ordenador recién lanzado por Apple con el Dell Precision Mobile Workstation M4600, un portátil diseñado para fotógrafos con un precio y unas características similares, vemos que la pantalla de este último muestra el 100% de los colores de la gama Adobe RGB. No es de extrañar que el fabricante alardee de ello, pues se trata de una característica esencial sí buscamos que los tonos de las fotos que vemos en pantalla se parezcan a los de las copias en papel que proporciona un buen laboratorio.
Como el que calla suele otorgar, todo apunta a que en Apple siguen con su desconcertante política de producir equipos profesionales con monitores que no les van a la zaga. Ni tan siquiera el monitor Apple Thunderbolt, que se lanzó hace unos meses y cuyo precio es de mil euros, ha logrado alcanzar en pruebas especializadas un nivel de fidelidad de color suficiente para muchas tareas profesionales. Algo que sí permiten equipos que cuestan incluso la mitad de su precio, como el Asus PA246Q. Curiosamente, el dispositivo de Apple que hasta la fecha ha demostrado tener la pantalla más precisa al mostrar el color es el último iPad.
Habrá que esperar a ver análisis bastante concienzudos para saber a qué se debe el silencio de Apple sobre la calidad cromática de su retina display, pero lo que está claro es que muchos de los profesionales a los que está destinado el nuevo MacBook Pro preferirían por ese precio una pantalla con menos resolución y más eficaz a la hora de mostrar los tonos originales con los que una imagen ha sido creada. Pero nos tememos que anunciar esa prestación en una Keynote no sería muy rentable a efectos de publicidad, sobre todo cuando la competencia te lleva años de ventaja. Da la sensación que la empresa en lugar de rectificar ha preferido, otra vez, intentar dirigir nuestra atención hacia otro lado para que no reparemos en sus errores.