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  Por el libro
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10 de junio de 2015

El allanamiento que hicieron las autoridades federales en el negocio de venta de dinares de Irak es sólo el comienzo de lo que se prevé pudiera ser el escándalo más grande de fraude con vínculos en los medios de comunicación en el país.

Al incautar los archivos digitales y los documentos, las autoridades tendrán la lista de quién pagó, quién estuvo involucrado, cuánto dinero se le pagó a los medios a través de pautas publicitarias, y cuánto se le pagó a periodistas, artistas y otras figuras públicas para promover la venta de dinares. Además se podrá establecer si todo esto se hizo de manera legal o ilícita.

En otras palabras, se verá cómo se estableció un esquema para utilizar a los medios de comunicación en Puerto Rico para engañar al público en un aparente fraude, y por esta razón la noticia acaparó el interés de medios internacionales como CNN y The Huffington Post, entre otros.

Los medios locales cubrieron el allanamiento como la noticia del momento, pero no han investigado y han optado por guardar silencio sobre las repercusiones. Tampoco han orientado a los consumidores que compraron dinares y perdieron su dinero. Todo esto responde al miedo de algunos y al silencio cómplice de otros. Sin embargo, el allanamiento de agentes del Negociado de Investigaciones Federales (FBI, en inglés), luego de que un Gran Jurado emitiera una orden sellada la semana pasada, también podría ser el detonante para identificar a otros buscones que usan a los medios de comunicación en sus estafas. 

Los buscones mediáticos

¿Y quiénes son los buscones en los medios? En el argot boricua, un buscón es el que vela güira, el que hace trampa y se cuela hasta que convence, presentándose como líder, como bueno o como figura respetable. De esos abundan en los medios y el público cae como presa entre sus garras.

Como consumidores de medios, son muchos los puertorriqueños que le creen ciegamente a esos buscones.

Les compran lo que venden, validan lo que dicen y aceptan sus ideas, aun cuando sean esquemas y fraudes disfrazados. Por eso muchos quedaron boquiabiertos cuando el hombre que salía en la radio, la televisión y en periódicos, que se codeaba con periodistas, pastores evangélicos, artistas y políticos, se calló la boca. Ese fue James Méndez, el que vendía los dinares.

Pero lo peor del caso no fue el allanamiento ni las primeras planas. Lo peor fue que esos periodistas, artistas, religiosos, políticos y todos los medios que difundían sus mensajes, que fueron portavoces del esquema o participaron como talentos en sus shows legitimándolo en la opinión pública, callaron. Ninguno salió en defensa de los consumidores que fueron estafados al dar el dinerito a cambio de los dinares. En ningún medio se explicó a dónde puede ir un consumidor a resarcir sus daños, y las agencias como DACO, no dijeron ni esta boca es mía. O sea, el consumidor engañado, así se queda.

¿Dónde queda la responsabilidad del medio en todo esto? ¿Son los medios cómplices por permitir anuncios engañosos al público a cambio de pauta publicitaria? ¿Por qué el silencio? ¿Por qué no fiscalizan a esos anunciantes fraudulentos de sus propios medios con la misma intensidad que increpan a los políticos? ¿O es que no lo hacen porque a los anunciantes no se pueden tocar? ¿Dónde queda la obligación del medio con su público? ¿O es que al medio no le importa el contenido que difunde?

Esta no es la primera vez que este tipo de engaño sucede. Así como pasó con los dinares de Méndez, pasó con el contable Lutgardo Acevedo, quien resultó convicto tras sobornar a un juez para que lo absolviera en un caso de homicidio.  Acevedo usaba a artistas y personalidades como portavoces, y luego, se alió a varios pastores evangélicos que decían que lo ungían como varón de fe en sus transmisiones televisivas.

Dada la crisis económica y la necesidad de capital, muchos consumidores son vulnerables a esos esquemas que le venden dinero fácil. Ven los anuncios y se convencen de ser vendedores de ciertos programas de mercadeo multinivel de dudosa reputación, de pirámides en la Internet, o le creen a esos buscones y les compran las fajas milagrosas, las antenas de televisión que no sirven, o el colágeno y las pastillas que supuestamente los hará más saludables.

Muchos de esos productos ya no se venden como “informercials” o como comerciales, sino que se presentan como integraciones que aparentan ser parte regular de algunos programas de televisión y radio. En la radio también tienen programas los fines de semana, y en la Internet tienen sus páginas. En los periódicos, la inmensa mayoría de los esquemas fraudulentos aparecen en los clasificados. Los que veden esos productos o esquemas, como Lutgardo y Méndez, usan a las figuras públicas para legitimar sus productos y esquemas. Por eso que todos deben tener cuidado.

Para los periodistas, es una falta de ética. El Código de Ética de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico http://asppro.org/codigo-de-etica/ critica que los periodistas vendan su credibilidad a cambio de anuncios. Pero aún si no pertenecen a organización alguna, la ética profesional le debe decir a los periodistas que no pueden vender su imagen y credibilidad. http://enblancoynegromedia.blogspot.com/2010/11/la-asppro-critica-periodistas-que-hacen.html

Los medios también tienen una responsabilidad en esto. Aunque a nivel legal siempre los medios buscan subterfugios para protegerse, la realidad es que las autoridades federales advierten que no se deben promover. 

De hecho, la semana pasada la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Comission) emitió una advertencia a los medios para que sean más precisos con los contenidos “auspiciados” que publican como parte de su editorial como si fuera noticia  ya que “no son noticias y no deben presentarse como tal”, según Mary Engel, directora de prácticas publicitarias para la FTC. http://www.consumeraffairs.com/news/ftc-warns-publishers-to-be-careful-with-native-advertising-060515.html  Según ese reglamento, en los periódicos se tiene que informar claramente, de manera visible y grande que la información es pagada para que el consumidor no se confunda.

En cuanto a las personas como artistas o periodistas que prestan sus imágenes para anuncios comerciales, la FTC también revisó las guías de cómo pueden hacer esos endosos públicos. “Los endosos son herramientas importantes para los anunciantes y pueden ser persuasivos para los consumidores, pero la ley dice que también tienen que ser veraz y no engañosos”, indican en su reglamento. https://www.ftc.gov/tips-advice/business-center/guidance/ftcs-endorsement-guides-what-people-are-asking y https://www.ftc.gov/news-events/media-resources/truth-advertising/advertisement-endorsements ¿Conocen los periodistas y los medios estas guías o es que no las quieren conocer porque no les convienen?

El efecto de los buscones

1. El público les cree: Los estafadores suelen contratar a figuras conocidas como periodistas o artistas para que sean sus portavoces. Usan la credibilidad para legitimar los esquemas.

2. Son parte del engaño al público: Los medios permiten y fomentan que se engañe al público. Al permitir anuncios de productos y servicios fraudulentos como parte de su programación regular, o en integraciones de programas de radio y televisión, y los medios se convierten en cómplices de la estafa ante el público.

3. Periodistas cómplices: Los periodistas que prestan su imagen para estos esquemas caen en la categoría de cómplices porque no los fiscalizan o rara vez lo hacen, y no le dan seguimiento a las pesquisas. Con su silencio cómplice, permiten que anden por la libre en el mercado local.

4. Periodistas y artistas promotores: Los periodistas, artistas y personalidades que anuncian estos esquemas pueden convertirse tanto en promotores directos como en indirectos. A veces endosan directamente el producto o servicio y cobran por ese endoso comercial, pero otras veces, el estafador se toma fotos o vídeos y usa esa imagen para hacerle creer al público que ese periodista o artista es parte de su negocio. Todo esto ocurre sin que el periodista o el artista se entere.

5. Falta de ética: En el caso de los periodistas, al quedarse callado y no investigar y denunciar estos esquemas, el periodista no sólo falta a su ética sino que vende su credibilidad.

6. Mercaderes en el templo: Esto suele suceder en ciertas iglesias evangélicas que engañan a sus feligreses. A veces los buscones se alían a religiosos para vender esos productos entre la feligresía que los compra porque su pastor lo recomendó. Otras veces, promueven por la libre a esos productos en los canales de televisión y otros medios que pertenecen a iglesias.

7. Políticos lenientes: La inmensa mayoría de los políticos permiten estos fraudes por tres razones principales: o son parte de los esquemas, o reciben donaciones  o no legislan para darle poderes a las agencias como DACO, la Junta de Telecomunicaciones o el Comisionado de Instituciones Financieras, para ir contra estos estafadores. Los periodistas no fiscalizan a los políticos por esto.

8. Silencio financiero: Las entidades financieras como la Asociación de Bancos o los reguladores de Cooperativas nunca ha tomado acción fuerte para educar a los consumidores contra estos fraudes. Tampoco lo han hecho entidades como el Procurador de Personas de Edad Avanzada o el AARP ya que muchos de los engañados son envejecientes y poblaciones vulnerables. La inmensa mayoría de los periodistas y los medios no han cuestionado ese silencio.

9. Todos pierden credibilidad: El público se siente engañado no sólo por el estafador, sino por el periodista, el medio o el artista que lo convenció de comprar ese producto que no servía o que por el que perdió dinero.

10. Los medios pierden audiencia: En la medida en que el público televidente, radioescucha, cibernauta o lector cae en un engaño de un producto o servicio fraudulento y esto afecta la credibilidad, el medio pierde la lealtad de sus audiencias.

Para que los estafadores y buscones sean exitosos, tienen que lograr que sus esquemas luzcan legítimos. Por eso los estafadores buscan a periodistas, telediarios o programas informativos, o artistas, para tratar de usar el entorno de su credibilidad para estafar. Esto se constituye el fraude por afinidad.

El consumidor tiene alternativas. En el caso de la radio y la televisión, el  público engañado puede radicar querellas ante la Comisión Federal de Comunicación. En el caso de periódicos, revistas e Internet, puede hacerlo ante la FTC.  De hecho, en Puerto Rico se está dando un movimiento entre varias de esas agencias federales para documentar estas querellas por fraude. Todo es cuestión de tiempo para que se detengan a esos buscones en los medios. Y en los medios, ya están advertidos.

*La autora es relacionista profesional y mantiene el blog En Blanco y Negro con Sandra.