Christian Arvelo Forteza
Recientemente, el Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico, el doctor Jorge Sánchez, publicó una columna en la cual estableció tres metas para el sistema universitario durante el nuevo año. La primera, una reestructuración administrativa, la segunda, una revisión a los costos de matrícula, y la tercera, mejorar la accesibilidad de la UPR a los sectores que desventajados económicamente. Todos estos temas han sido constantemente señalados por el estudiantado. Al parecer, la administración universitaria ha optado por trabajar asuntos que han formado parte del reclamo estudiantil. Ante esto, entiendo que es necesario aprovechar este contexto para esbozar otros tres asuntos que también deberían, a mi modo de ver, formar parte de la lista de prioridades de la Universidad de Puerto Rico para el 2015.
Primeramente, es necesario agilizar el proceso de modificaciones en la oferta académica. La UPR, además de ser una universidad pública, está en constante competencia con el resto de las instituciones de educación superior en Puerto Rico. Vemos como instituciones privadas en Puerto Rico crean un programa de cuestionable calidad, en uno o dos años mientras la UPR puede tardarse, en ocasiones, casi una década para crear un bachillerato o cambiarle el nombre a un programa graduado. Urge reformar estos procesos manteniendo la rigurosidad que caracteriza la calidad de nuestros ofrecimientos.
Segundo, es imperativo fortalecer el avalúo institucional a todos los niveles. La evaluación docente, por ejemplo, no puede limitarse a la otorgación de asensos o permanencias. La evaluación de la calidad de la docencia y los servicios por parte de los universitarios debe ser una constante. De hecho, la evaluación estudiantil debería tener más peso del que tiene actualmente. La permanencia no debe ser sinónimo de libertinaje. De igual modo, hace falta promover la evaluación de los servicios estudiantiles, aquellos que le brinda la institución a su estudiantado y que este proceso aspire procurar la eficacia y la diligencia.
Tercero, pero no menos importante, la Universidad debe comenzar la elaboración de un plan estratégico que le sirva a los universitarios como guía sobre hacia donde debe dirigirse la institución en los próximos años. Sabemos que algunos de los planes vigentes están a poco tiempo de alcanzar las fechas de vencimiento. Sobre esto, el proceso de creación de este plan debe ser uno que propicie la participación de la comunidad universitaria, pero que sobretodo le provea a la Universidad una visión que trascienda los cambios de administración y que nos brinde, a los universitarios y al país, una agenda ambiciosa, que abarque aspectos como la internacionalización, la accesibilidad y la diversificación de los programas académicos.
Confío en que la Junta de Gobierno trabajará durante este nuevo año para atender estos y otros asuntos de gran importancia para la UPR. Como dijera alguna vez Ernst Friedrich Schumacher: “Hablar del futuro sólo es útil si nos hace actuar ahora”.