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  Por el libro
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16 de junio de 2020

El Vocero

Abogados aseguran que la profesión también ha sido golpeada con la crisis económica de la pasada década.

 

La reducción de casos civiles y penales, la crisis económica y la pandemia, ha impactado económicamente a los abogados en la Isla, concurrieron el presidente del Colegio de Abogados, Edgardo Román, el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana, Julio Fontanet, y la directora ejecutiva de Asistencia Legal de Puerto Rico, Ariadna Godreau.

“Nos consta, pero es anecdótico, que hay muchos compañeros y compañeras que por la situación crítica que hay en el País —y nuestra profesión que no está ajena al resto del País— han optado por migrar, no solo migrar del País, sino migrar, incluso de la profesión. Y como los abogados tenemos un bachillerato como un requisito, muchos regresan a trabajar en las áreas de su bachillerato y terminan trabajando en áreas de administración de empresas, en el área de administración pública, o de manejo de personal”, expuso Román en entrevista con EL VOCERO.

Comentó que algunos han encaminado su profesión como profesores universitarios.

Indicó que en los pasada década se ha registrado una merma de 33% en los casos civiles y criminales, particularmente los casos que radica la Policía, y eso es menos empleo para los abogados.

De igual forma, mencionó que ha habido un decrecimiento en la presentación de escrituras en el Registro de la Propiedad, así como una reducción en los casos de divorcio.

“Estas generaciones han optado por no casarse, por lo tanto, no hay procesos de divorcio. Hay unos elementos de crisis económica entre la población que les limita el pago de honorarios. Conozco a varias parejas que están separados, que tienen hijos y cada cual ha rehecho su vida familiar con otra pareja y no se han divorciado. ¿Por qué no lo han hecho? Porque si van al tribunal va a haber una pensión de alimentos que probablemente no sea posible pagar, si van al tribunal cada cual tiene que gastar en abogados, y en este momento no hay condiciones para ello”, aseveró Román.

Destacó que en el área de daños y perjuicios, las demandas contra el Estado y los municipios están detenidas. “¿Para qué voy a radicar una demanda de daños, si me la van a detener o el gobierno no tiene capacidad real de satisfacer la sentencia y los abogados cobran por una contingencia y si el cliente no va a cobrar, pues para qué voy a trabajar uno o dos años de manera gratuita?”, preguntó.

Amplias deudas para los recién graduados

Mencionó que los abogados recién graduados de escuelas de derecho —privadas o fuera de Puerto Rico— terminan sus estudios con deudas de sobre $100 mil.

“Si uno tiene esa deuda y a los seis meses tienes que empezar a pagar, a los seis meses tienes que empezar a trabajar en lo que aparezca”, acotó Román, y mencionó que ni Servicios Legales de Puerto Rico, ni la Sociedad para la Asistencia Legal, ni la División de Litigios Generales del Departamento de Justicia, efectúan reclutamientos como antes. 

Comentó que algunos bufetes grandes e “históricos” han cerrado y cada vez se buscan más alternativas para ejercer la práctica. Ahora con la pandemia del Covid-19, la situación es más complicada, añadió.

“Conozco muchos compañeros y compañeras que se han visto en situaciones económicas muy difíciles —lo que llamaríamos pauperización—, inclusive sus niveles de ingreso comparan con los niveles de ingreso tan bajos a los promedios de un empleado público. Eso lo he visto mucho”, apuntó.

Por otra parte, expuso que los abogados de la tercera edad enfrentan el reto del desarrollo de las comunicaciones digitales, sobre todo ahora con vistas en línea y videoconferencias.

Por su parte, Godreau opinó que en el pasado la práctica de la abogacía permitía enriquecerse y que incluso, fue la visión de las escuelas de derecho.

“Ha habido una caída de grandes bufetes, pero también la caída de los casos en los tribunales ha derribado la imagen de un abogado que generaba grandes cantidades de dinero acudiendo a un tribunal. Esos son unos casos muy pequeños, unos nichos muy poderosos, pero bien pequeños. La realidad es que la práctica de la profesión legal ha ido cambiando y la educación tiene que ir cambiando alrededor de esa práctica”, apuntó.

Consideró que los abogados deben encaminarse a labores que tengan que ver con la educación legal, la consultoría y apoyo para que el mismo ciudadano se auto represente. 

Mientras, Fontanet dijo conocer colegas que ante la crisis económica están trabajando como “bartender” o en la industria de alimentos.

 “Me encuentro amigos abogados —pero buenos abogados— de ‘bartenders’ o haciendo ‘caterings’. Es gente que eran buenos abogados o gente que se hartó de la profesión, porque esta es una profesión medio ingrata a veces”, comentó Fontanet.