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  Por el libro
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Al momento de necesitar unos chavitos, son muchos los ciudadanos que acuden a las casas de empeño con cualquier artículo de valor, desde joyas hasta una silla de ruedas.  / Foto por: ismael.fernandez@gfrmedia.com

Primera Hora

 

Las casas de empeño se han duplicado durante los pasados años a pesar de una medida legislativa que intentó imponer más restricciones a la industria.

 
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Una ley aprobada a principios del 2011 tenía como objetivo “regular de forma más estricta las operaciones y las diversas transacciones en estos negocios”. No obstante, gran parte de las sucursales que ofrecen los préstamos contra una garantía de una prenda o propiedad operan con poca o ninguna fiscalización por parte de las autoridades estatales, según se desprende de datos oficiales de la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras (OCIF).

El número de sucursales con licencia de casas de empeño aumentó de 151 a unas 300 entre el 2008 y el 2012. El crecimiento coincidió con la aprobación del proyecto que por primera vez mencionó el empeño de vehículos de motor, una práctica que se realizaba con anterioridad, pero que caía en un punto ambiguo al no mencionarse de manera expresa en la antigua reglamentación.

 

Empero, durante este año, Instituciones Financieras solo ha auditado tres establecimientos. Mientras la agencia aseguró que redoblará sus esfuerzos de auditoría, algunos indicadores apuntan a que el sector de casas de empeño podría continuar creciendo a pasos agigantados.

“Las casas de empeño han llenado un vacío para las personas que no tienen acceso al crédito, que no tienen un historial de crédito bueno o capacidad para asumir deuda”, reconoció el comisionado de la OCIF, Rafael Blanco, quien vinculó el aumento en los establecimientos a las restricciones impuestas por la banca, entre otras instituciones financieras, para distintos préstamos, y algunos indicadores negativos de la economía puertorriqueña. Sin embargo, el alza también se relaciona con el amplio acceso para el empeño de vehículos de motor.

Antes de la aprobación de la ley, los vehículos al tratarse como cualquier otra prenda solían dejarse en la custodia de las casas. Pero ahora el dueño puede “quedarse” con la propiedad, aun cuando se coloca un gravamen sobre la misma con la entrega de su título.

Solamente en un negocio auditado se encontró un 70 por ciento de incumplimiento en los pagos del “crédito prendario” de los carros, las guaguas, motoras, entre otras propiedades clasificadas como vehículo de motor.

“Han proliferado las casas de empeño y los establecimientos donde solo se empeñan títulos de propiedad. Hay mucha accesibilidad. Es tan fácil como llevar el papel del título. No hay divulgación de crédito”, sostuvo la comisionada auxiliar de Exámenes No Depositarias de OCIF, Ivelisse Colón, quien cuenta con 18 examinadores para unas 700 instituciones no depositarias, que –además de las casas de empeño– incluyen casinos, financieras y servicios monetarios, entre otros establecimientos.

 

Aunque el tipo de interés cobrado por las casas de empeño permaneció inalterado con los cambios en la ley, este puede resultar sumamente oneroso con las cuantías que podría recibir el consumidor por el empeño de un vehículo de motor. Los intereses, que se cobran de una manera escalonada, podrían significar una tasa anual de interés (APR, por sus siglas en inglés) de 365 por ciento. “Para el ciudadano promedio, no es fácil entender el cómputo. Por eso es que estamos requiriendo la tasa de porciento anual. Ha habido un aumento en las querellas por los intereses. A la gente le choca y en su gran mayoría son reclamaciones por empeños”, indicó la funcionaria.

No obstante, otros conocedores de la industria aseguran que las pocas auditorías que se realizan se focalizan en las casas con mayores ventas. Estas también tienden a ser visitadas con más frecuencia por la Policía para la verificación de mercancía robada, aunque la agencia no pudo ofrecer datos concretos sobre la cantidad de allanamientos que realiza en los establecimientos.

La necesidad por realizar más auditorías apremia ante un sector que puede estar generando cerca de $30 millones anuales, según cifras del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico (DDEC).

A esto se suman muchos otros negocios que ofrecen los préstamos sin contar con una licencia de casa de empeño.

“El empeño siempre ha existido, pero los establecimientos grandes, los establecimientos que cumplen con la ley, son los que pagan por los más pequeños. En esa economía subterránea se empeña de todo y esto pasa desapercibido”, indicó el dueño de uno de los negocios que prefirió mantenerse en el anonimato.

¿Consumidores desprovistos?

Por otro lado, Gilberto Arvelo, mejor conocido como “Dr. Shoper”, arremetió contra el Gobierno por no proveer una infraestructura que pudiese fiscalizar el dramático aumento en los establecimientos que se dedican a esta práctica.

“El Gobierno ha sido negligente en este sentido” , aseguró.