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Las joyerías y las casas de empeño te dan buen dinero por tus prendas, siempre y cuando vayas a un negocio autorizado. / Foto por: gerald.lopez@gfrmedia.com |
Primera Hora
La fiebre con la compra de oro de hace unos años, que incluyó ferias en hoteles y fiestas en hogares donde los invitados llevaban viejas prendas para cambiarlas por dinero, parece que ya sobrepasó los niveles del termómetro y ahora, para encontrar un poquito del valioso metal, hay que ir casa por casa.
Esta estrategia abre la puerta no solamente a una nueva modalidad de compraventa de oro, sino al peligro de dejar entrar a un extraño.
Gilberto Arvelo, conocido como “Doctor Shoper”, señaló que las personas que no han vendido su oro son las que residen en el campo y barrios marginales, individuos que quizás no se atrevieron a ir a una de tantas ferias en las que se exhortaban a la gente a llevar su joyería en oro en desuso.
“Mucha gente vendió, pero mucha gente mayor tiene una nostalgia por sus prendas y no las vendió. (Por eso) ahora se están yendo casa por casa comprándole el oro a la gente, sin estar certificados”, denunció.
Aunque las pesas donde se calcula el precio del oro tienen que estar certificadas por la división de pesos y medidas del Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO), el activista de los consumidores advirtió que mucha gente no lo sabe.
“¿Cómo se van a querellar si no saben si los están timando? Llega alguien y le dice: ‘Estoy comprando oro’ y el jíbaro no sabe ni lo que tiene. Tienes una prenda de oro que no sabes ni cuánto vale y viene alguien y te dice que te dará tanto y lo que te den es bueno”, indicó.
Además de la posibilidad de un timo, quien reciba en su casa a alguien que le ofrece dinero por su oro se coloca en una posición de vulnerabilidad.
“Aunque no le quieras vender, ya le enseñaste (la prenda). Y la persona vio y no te extrañe que en unas semanas te roben. Ya saben que tienes prendas allí”, expuso. “Uno de mis mandamientos a los consumidores es que sin cita previa yo no atiendo a nadie en mi casa que me venga a vender”, afirmó.
Al igual que Doctor Shoper, el secretario del DACO, Nery E. Adames Soto, advirtió de los riesgos de las transacciones con extraños en el hogar, sobre todo, a personas mayores de edad, un sector de la población especialmente vulnerable.
“El alerta sería que se resistan a este tipo de negocio en la casa respecto al oro. Te expones a que miren la casa; para eso que vayan al negocio, que está más regulado”, aconsejó.
Además de que los niveles de vulnerabilidad en la casa son mayores, Adames Soto explicó que en el hogar se cede a la venta con más facilidad.
Acerca de los vendedores casa por casa, “venda aspiradoras o venda ollas”, el secretario recalcó que quien se sienta engañado puede ir al DACO a querellarse. “No se necesita un reglamento especial porque la Ley Orgánica es bien amplia”, sostuvo.
El oro, las frutas y cualquier artículo que haya que pesar para que sea calculado su valor tiene que ser pesado en un instrumento certificado previamente por el DACO.
“El consumidor puede exigirla a la persona que va a pesarle el oro que tenga el sello del DACO. Si no se cumple con esto, el DACO puede imponer multas”, insistió al alertar a fijarse en la vigencia de los sellos.
El asunto de la compra de oro ha sido por etapas. En un principio se invitaba a las personas a enviar joyería en oro por correo y, de vuelta, recibían el valor del metal en dinero. El olor a fraude se percibía en el buzón. Después empezaron las ferias en los hoteles, que se anunciaban en radio, televisión y medios impresos. Casi simultáneamente comenzaron los gold parties, reuniones en casas particulares donde el anfitrión o anfitriona recibía amistades que llevaban las prendas que serían pesadas y por las que quien organizaba recibía una comisión.
Al que le quede oro y tenga intención de venderlo, Doctor Shoper recomendó llevarlo a alguna joyería que lo compre.
“Las joyerías utilizan el oro para prendas. Si es un joyero, te va a pagar mucho más. Si es para fundir, intervienen más personas”, observó.
¿Dónde vender?
Si quiere sacarle unos chavitos a alguna prenda vieja, asegúrese de ir al lugar correcto a venderla.
Ya en los centros comerciales hay compradores, por lo que lo puede hacer allí en la seguridad del sitio. Lo importante es ver que tengan los sellos de DACO en sus balanzas.
Las casas de empeño le dan buen dinero por su joya, siempre y cuando vaya a una autorizada. Si duda de un lugar, mejor visite otro.
Las guagüitas de venta son una nueva alternativa, pero es preferible que los vendedores no entren a su casa.