Inicio  








  Por el libro
Bookmark & Share

23 de octubre de 2018

BBC

¿Ya escuchaste la historia del pollo que le ayudó a una furgoneta a cruzar la frontera?

Pues resulta que para evitar pagar los aranceles del 25% con los que Estados Unidos grava la importación de furgonetas y camiones ligeros, Ford utiliza un ingenioso truco.

Aunque la empresa automotriz es estadounidense, Ford fabrica su furgoneta más pequeña -la Transit Connect- en España y todos los años exporta decenas de miles de unidades a EE.UU.

Y para evitar el arancel en cuestión, que existe desde hace 55 años, les agrega asientos traseros y ventanas para que entren al país como "vehículos de pasajeros" -sujetos a un arancel de únicamente 2,5%- y se los quita una vez que pasan la aduana.

Se dice que la transformación de automóvil de pasajeros a furgoneta solamente tarda dos horas y media.

Y la estrategia le ha permitido a la compañía ahorrarse US$250 millones desde que comenzó a fabricar la Transit Connect en 2002, según una estimación del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU.

¿Pero qué tienen que ver los pollos con ello?

en represalia a tarifas para el pollo estadounidense.

El arancel a las furgonetas se conoce coloquialmente como "chicken tax"("impuesto al pollo"), pues fue introducido en 1963 como una represalia de Washington a un impuesto de la Comunidad Económica Europea (la precursora de la Unión Europea) a las importaciones de pollo estadounidense.

Aunque, con el cobro, el gobierno de Lyndon Johnson le estaba apuntando específicamente al fabricante de autos alemán Volkswagen, que en aquel entonces empezaba a penetrar el mercado automovilístico estadounidense.

"Ingeniería arancelaria"

El ingenioso truco de Ford para evitar el arancel es un buen ejemplo de lo que se conoce como"ingeniería arancelaria".

El término describe la práctica de adaptar el producto que estás importando para no tener que pagar un gravamen. Y hay muchas compañías que lo hacen.

dar pie a una nueva era de "ingeniería arancelaria", advierten los expertos.

De hecho, con la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China, es posible que comience una nueva era de ingeniería arancelaria.

Pero los gobiernos no están dispuestos a quedarse con los brazos cruzados, como prueba la batalla legal entre Ford y el Servicio de Aduanas de EE.UU. por el tema de las modificaciones de las Transit Connect.

"La clasificación de aranceles es más un arte que una ciencia", dice Deborah Stern, una abogada especializada en comercio internacional del estudio Sandler, Travis & Rosenberg en Miami.

Y la historia del comercio mundial está llena de ejemplos.

La "batalla del azúcar"

Hacia finales del siglo XIX, los aranceles al azúcar en Estados Unidos fueron determinados según el color: mientras más claro el producto, más refinado y en consecuencia, más alta la tarifa.

Y cuando los recolectores de impuestos de Nueva York descubrieron que una empresa había teñido su azúcar para pagar un menor arancel, no les hizo mucho gracia.

color del azúcar.

El caso llegó a la Corte Suprema, que finalmente resolvió a favor del importador.

Su razonamiento: el Congreso había definido ordenado clasificar el producto según su color, no su composición química.

Además, el producto se vendía tal cual, y la Corte determinó que un importador podía cambiar sus productos para beneficiarse del menor arancel siempre que "no recurriera a disfraces ni artificios".

En otras palabras, si a primera vista el producto es como se lo describe en el momento de la inspección, entonces la ingeniería arancelaria en cuestión es legal.

Y actualmente existen cientos de ejemplos de ingeniería arancelaria.

Por ejemplo, basta con que mires de cerca las zapatillas Converse que ingresan al mercado estadounidense y encontrarás un borroso material de tela que cubre parte de la suela.

Converse que se importan a EE. UU.?

Ese material está ahí porque al mezclar textiles con la suela de la zapatilla, les permite pagar menos aranceles, dado que pueden entrar en la categoría de pantuflas para la casa.

Converse, que pertenece a la compañía estadounidense Nike, declinó referirse al tema.

La "venganza de las velas"

Entre los ejemplos de este tipo de práctica, hay algunos bastante originales.

Cuando EE.UU. le puso gravámenes a las velas provenientes de China en 1980, los importadores comenzaron a llevar "cilindros de cera" con algunos hoyos en el medio a los que agregarles el pábilo o mecha posteriormente.

Con esa estrategia, que les permitía clasificar el producto en la categoría de"cera, artículos tallados o moldeados", lograron evadir un arancel de 108%.

Y cuando la Asociación Estadounidense de Fabricantes de Velas se quejó, el Servicio de Aduanas replicó que, en la frontera, los productos no "poseían las características esenciales de una vela".

Después de todo, llegaban sin mecha y no tenían "capacidad para iluminar", por lo que los aduaneros no podían sumir que se trataba de velas "desarmadas".

Ahora bien, estos subterfugios comerciales no siempre fueron exitosos.

Por ejemplo, una compañía importaba en la década de los 90 unos productos que definía como "limpiadores de plumas" de Sudáfrica.

Pero una investigación determinó que los plumeros en realidad terminaban transformados en boas de pluma y otros accesorios de vestuario.

Y el Servicio de Aduanas destacó la "agrupación endeble" de los plumas, que estaban puestas "una encima de la otra" contrario a "la configuración normal de los plumeros", lo que fue considerado un ejemplo de "disfraz o artificio".

Ford, por su parte, le dijo a la BBC que siempre ha sido transparente sobre como transforma a sus Transit Connect de vehículos de pasajeros en furgonetas.

Pero el Servicio de Aduanas sostiene que la empresa disfraza a propósito el verdadero propósito de sus vehículos, haciendo notar que no pinta los marcos de los asientos traseros, que estos no tienen reposa cabezas y están además revestidos con telas baratas.

Más trucos a la vista

En el contexto de la actual guerra arancelaria, expertos como Lawrence Friedman, socio de Barnes, Richardson & Colburn en Chicago, predicen un posible resurgimiento de estas viejas tácticas.

Y como ejemplo ofrece el armazón de un arco de fútbol, esencialmente"tubos de aluminio unidos por una red y algunos pernos", dice.

"Si yo fuera un importador de tubos de aluminio, tendría que pagar aranceles", explica Friedman.

"Pero si los pongo en una caja con una red de fútbol, los podría ingresar como un producto deportivo que actualmente no paga gravámenes extra".

Deborah Stern, sin embargo, advierte que hay muchos productos que no se prestan fácilmente a la ingeniería arancelaria.

"Los sombreros acaban de ser incluidos en la lista de nuevos aranceles, y no se puede fabricar un sombrero para que no sea un sombrero", explica.

"Casi todos los productos químicos también están en la lista de aranceles, y si necesitas materia prima no puedes jugar demasiado con los químicos".

"Aunque la ingeniería arancelaria funciona con algunos productos, no es para todos", concluye la experta.