Si usted es de los que le incomoda que le verifiquen los recibos al salir del comercio o que mucha de la mercancía que solicita esté cerrada o colocada en las cajas registradoras, sepa que se trata de una estrategia para intentar reducir los niveles “epidémicos” que ha alcanzado el robo en los comercios, el cual se estima en unos $500 millones anuales y repercute en un alza en los precios a nivel del consumidor.
Expertos aseguran que esta práctica afecta a todos por igual. En el caso del gobierno, les representa una merma en ingresos por concepto del pago del IVU por las ventas y el pago del CRIM por el inventario de alrededor de $10 millones anuales en la industria de alimentos y cerca de $50 millones en la industria comercial en general.
El CPA, Eduardo González-Green, socio de la Firma Aquino & Córdova explicó que la pérdida, ya sea porque la mercancía se dañe o sea hurtada, le representa a la industria de alimentos alrededor del 2.79% de sus ventas, lo que se traduce en más de $150 millones anuales, a razón de unos $140 por cada puertorriqueño. Esta tendencia es altamente preocupante para la industria ante los bajos niveles de ganancias que registran, lo que les obliga a recuperar parte de esa pérdida incrementando el costo de los alimentos.
La situación se complica, ya que ante la proliferación del hurto, ya sea por personal interno, consumidores inescrupulosos o el crimen organizado, las empresas se han dado a la tarea de invertir miles de dólares en seguridad, adiestramientos, equipos y tecnologías que les permitan reducir la incidencia y poder probar en los tribunales dichos casos.
Efigenio Rivera, propietario de varios supermercados Econo en la Isla, explicó que aunque hay leyes que les protegen, las mismas no tienen las suficientes garras. El empresario narró que en uno de los robos a su supermercado, fue agredido seriamente por las ladronas, quienes lograron huir con una gran cantidad de mercancía que no pudo ser cuantificada. El caso estuvo en los tribunales por once meses, para culminar con cárcel por siete años a una de ellas, quien tenía antecedentes y tres años de cárcel para la otra, quien lo cumplió con grillete electrónico en la calle.
Aclaró, que en ambos casos, tuvieron cárcel por tratarse de una agresión agravada, no estrictamente por el hurto de la mercancía. “Fueron innumerables las ocasiones que tuvimos que ir al Tribunal y el caso no se podía ver por una u otra razón. Todo es tan difícil, porque mientras a mí me costó varias fracturas en mi rostro y la pérdida de mucho dinero en mercancía, ellas fueron a la cárcel por corto periodo y no por el agravante del robo sino por la agresión y poseer antecedentes penales, de lo contario resolvían, quizás con una multa”, expresó.
Según el detallista, datos recopilados por la entidad señalan que el problema de robo por parte de empleados y la ratería (shoplifting) representa el 1.48% de las ventas en los Estados Unidos, mientras que en Puerto Rico, según la experiencia de Rivera Soto, la cifra estimada alcanza el 1.30%. La misma está basada en los datos recolectados en sus establecimientos de Naranjito, Comerío, Barranquitas, Humacao y Naguabo.
Wanda Ojeda, gerente de mercadeo de Unilevel, explicó que lamentablemente muchas de las acciones de los comerciantes suelen repercutir en menores ventas. “A muchos consumidores no les gusta esperar porque le tengan que buscar la mercancía en otro lugar, porque lamentablemente no la pueden mantener en góndola porque se las roban. Este sencillo hecho nada más provoca que muchos consumidores opten por visitar otro establecimiento donde esté disponible al alcance de la mano, por ende representa reducción en ventas. Por eso hay que tener mucho cuidado en no penalizar al cliente bonafide, desplazándoles la mercancía de las góndolas, porque al final del día afecta las ventas y el patrocinio”, comentó Ojeda.
Sin embargo, el hurto no se da estrictamente a nivel de supermercado. Hay varios esquemas de crimen organizado que representa millones de dólares perdidos en ventas. Crimen que inicia desde los mismos muelles, donde al llegar el furgón a la tienda ya les falta mercancía, o el furgón nunca llega, sostuvo el director de operaciones de Ballester Hermanos, José Cacho. Para el primer trimestre de 2014-2015, la cantidad de hurtos de vagones se había duplicado, lo que adjudican en parte a la crisis económica que atraviesa el país.
“En nuestro caso, una sola pérdida nos puede costar $200,000. Por eso se ha invertido una gran cantidad de dinero en adiestramientos, simulacros, tecnologías, equipos y hasta la creación de un departamento que se dedique a la seguridad y el control de pérdida”, indicó Cacho.
Ante la alta incidencia, que ya cuenta con un perfil bastante definido, personas entre 18 a 35 años, predominantemente hombres con un acelerado crecimiento de participación de la figura femenina, el licenciado del bufete Cancio Nadal, Edgardo Pabón explicó se hace necesario penas más restrictivas y mayor educación a los comerciantes y consumidores.
El vicepresidente de Ranger American, Adalberto Mercado explicó que muchos de estos hurtos a vagones son utilizados para exportar, práctica que lo hacen a través del transporte del Ferry, embarcaciones privadas y hasta el envío de paquetes por correo.
En la actualidad, en la industria de alimentos se suele hurtar mayormente licores, camarones, langostas, artículos de farmacias, desodorantes, champú, carnes enlatadas, café y quesos de mayor costo, entre otros.