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  Estirando el chavito
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21 de marzo de 2011

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La inflación fue un tormento para Estados Unidos a principios de la década de 1980. Subió y subió hasta llegar al 13%.

Por estos días la inflación es mucho más baja, pero a menudo tiene un impacto más fuerte, porque los ingresos no trepan al mismo ritmo.

En los 80, el alza de los sueldos generalmente compensaba la subida de los precios. En 1981, los bancos pagaban casi un 16% por un certificado de depósito a seis meses y los trabajadores recibían aumentos de sueldo que les permitían mantener su poder adquisitivo.

Eso ya no sucede.

En los 12 meses que terminaron en febrero, los precios al consumidor subieron apenas un 2,1%. Pero los incrementos salariales no alcanzaron ese nivel y en muchos casos los sueldos fueron congelados.

Los jubilados no recibieron aumentos en sus pensiones en los dos últimos años. Y hace falta una lupa para ver los intereses de los fondos de inversiones.

Es por eso que, por más que la inflación sea moderada, se hace sentir en el bolsillo de la gente. Y esa es también la razón por la que cualquier aumento adicional en los precios de la gasolina o de los alimentos podría debilitar la economía y limitar el crecimiento.

"Se siente más ahora que en los 80", afirmó Judy Bates, quien vive cerca de Birmingham, Alabama. "El dinero que uno tenía en el banco se reproducía rápidamente porque había tasas de interés muy altas. Mi esposo trabajaba en una fábrica metalúrgica, cobraba horas extras y recibía aumentos acordes con el costo de la vida".

Bates, quien tiene 58 años, escribe y pronuncia disertaciones sobre lo que puede hacer la gente para que el dinero le rinda más. Su esposo, de 61 años, se jubiló. Tienen su casa y su auto pagos. Pero les cuesta hacer frente a los aumentos en el costo de la vida.

"Te dan ganas de llorar", expresó Bates.

La inflación subió un 0,5% en febrero como consecuencia de los aumentos en los precios de la gasolina y los alimentos. Pero los aumentos de los últimos 12 meses fueron ínfimos. De todos modos, su impacto es grande, especialmente en las familias con muchos gastos y que no reciben aumentos salariales.

Casi todo el mundo ha sido afectado de un modo u otro, pues los salarios están prácticamente estancados.

El ingreso promedio de un hogar, ajustado a la inflación, fue de tan solo 49.777 dólares en el 2009, el último año del que se tienen estadísticas, según la Oficina del Censo. Eso representa un 0,7% menos que en el 2008.

Y es probable que el ingreso promedio haya bajado más todavía este año, a 49.650 dólares, de acuerdo con Lynn Reaser, profesora de economía de la Point Loma Nazarene University de San Diego e integrante de la junta directiva de la National Association for Business Economics. Ello equivaldría a una merma del 0,3% en relación con el 2009.

Reaser estima que los ingresos seguirán descendiendo este año, a 49.300 dólares.

Los aumentos salariales significativos son inusuales en épocas de mucho desempleo porque los trabajadores no tienen poder para negociar.

Y los bancos tampoco ofrecen demasiado alivio. Las tasas de interés sobre certificados de depósitos a seis meses fueron del 0,44% el año pasado, término promedio, mientras que las de los fondos de inversiones fueron más bajas todavía, del 0,21%.

Tres décadas atrás, la inflación, las tasas de interés y los dividendos de los bonos estaban por las nubes. Cuando Paul Volcker se hizo cargo de la Reserva Federal en 1979, la inflación era del 13,3%, la más alta desde 1946. Para reducirla, Volcker subió las tasas de interés a niveles que no se veían desde la Guerra Civil de la década de 1860.

Junto con las tasas de interés subieron las tasas de los CD y de los fondos de inversión, que llegaron al 9%. Los bonos del tesoro rendían un 13% de interés, comparado con el 3,5% de hoy.

Hacia 1984, los estadounidenses enfrentaban un panorama rosado, de precios bajos e ingresos cada vez más altos, con tasas de interés para CD y otras inversiones que habían alcanzado niveles históricos. La inflación había bajado al 3,9% y un CD a seis meses generaba dividendos del 10,7%.

El salario semanal promedio ajustado a la inflación cayó en febrero a 351,89 dólares. Fue su tercera caída en cuatro meses. Por ello, una inflación extremadamente baja tiene un impacto grande en el bolsillo de la gente.

"Cuando le dices a alguien que la inflación está muy baja, te miran mal", afirma Greg McBride, analista de Bankrate.com.

La pérdida de poder adquisitivo es un fenómeno desconocido para muchos estadounidenses, ya que en los 90 y el 2000 la inflación fue inferior al 3% y los sueldos subían a un ritmo más acelerado.

Para empeorar las cosas, es previsible que los precios sigan subiendo y la brecha entre inflación y aumentos salariales aumente.