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  Por el libro
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24 de febrero de 2011

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MéXICO, DF., febrero 22 (EL UNIVERSAL).- Los champús o jabones que están prolijamente dispuestos en los baños de los hoteles suelen provocar una tentación irresistible para los viajeros, son algo así como objetos prohibidos.

Están para usarlos, obviamente. Pero, ¿será correcto llevarlos como un souvenir más? Tranquilo, si alguna vez sentiste culpa o al menos inquietud por guardarte un jabón en la maleta, debes conocer que los llamados artículos de cortesía están para ser llevados.

Lo usual es incluir champú, acondicionador de cabello, jabón, crema para el cuerpo, gel de baño y sales. Y muchos son de marcas famosas, que hasta sería un pecado dejar, como Hermés, L´Occitane o Burberry, que le darían un poco más de glamour al botiquín de casa.

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Algunos dan un paso más e incluyen kits de belleza para afeitarse y cepillos de dientes. Y hasta las pantuflas y toallas, pueden empacarse a la hora de dejar el hotel como un recuerdo de la estancia, sin incurrir en una conducta indebida. También se suman kits para lustrar zapatos y artículos de librería.

Pero ¿las batas? No señor, eso no está permitido.

De hecho, las batas y toallas con los logos correspondientes encabezaron el ranking de los hurtos el año pasado. Los que se alojan en los hoteles de lujo se los llevan como trofeos de guerra; pero la lista de los más hurtados sigue con: adornos, alfombras, productos del refrigerador y hasta cosas insólitas. Lo que no saben es que estas fechorías son fácilmente resueltas.

No se trata de atracos cometidos con la cara cubierta, o por un boquete, sino habiendo dejado previamente en recepción todos sus datos y ¡hasta el número de la tarjeta de crédito!

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Seguramente la soledad de la habitación les hace olvidar que son perfectamente localizables y de hecho, los hoteles cuando descubren el robo los contactan de inmediato.

Las historias de hurtos en hoteles sobran. Aquí nos dimos a la tarea de entrevistar a varios gerentes de hoteles en Argentina. Por ejemplo, cuentan, un coleccionista de antigüedades que se alojó en uno de los NH de Buenos Aires, durante su estancia compró todo tipo de objetos, estatuas y cuadros.

Cuando se retiró y la mucama fue a limpiar, se encontró con la habitación pelada: no estaban las sábanas ni mantas ni toallas que el huésped había utilizado para proteger cuidadosamente los objetos comprados.

Emilio Bissoni, director de Operaciones de un Sofitel en Argentina recuerda que una noche un huésped bajó de una habitación hasta los salones del hotel, descolgó un cuadro y se lo llevó al cuarto. Como lo vieron por las cámaras de circuito cerrado, fueron a su habitación y le solicitaron que lo devolviera. Parece que su pareja lo había visto durante el día, le había gustado y se lo había pedido como regalo. Como buen caballero accedió gentilmente. No mediaron problemas para la devolución y aún forma parte de la pinacoteca del refinado hotel.

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Hay quienes piden se les lleve el café en bandeja todas las mañanas, artículos que el hotel nunca vuelve a ver. A menos que un mayordomo listo rescate la propiedad como fue el caso en este otro hotel de la capital argentina. Cuando iba a retirar la bandeja, sólo estaba la taza, pero no la cuchara ni la cafetera. Las mucamas nunca encontraban al huésped en la habitación; ni las cucharas ni las cafeteras estaban a la vista.

Después de tres días de no tener noticias de las cafeteras, un mayordomo se armó de coraje y al llevarle su café matutino, le hizo el comentario sobre las dos cafeteras que habían quedado olvidadas en la habitación y que, seguramente, estarían muy sucias dando un mal aspecto.

El huésped muy fríamente le dijo que no las había visto. Un rato después se comunicó con el mayordomo para que fuera a la habitación. Se acercó a la ventana y con tono sorprendido le dijo que no se explicaba cómo las cafeteras habían quedado cerca de la pared, tapadas por las cortinas, y que por eso nunca había notado que habían quedado olvidadas.

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De otra parte, se habla de las almohadas que desaparecen y de las botellas de licor. Se cuenta el caso de estos turistas que llevaban una almohada por maleta. Están también los llamados "robos de urgencia," como son los de los cables para conectarse a Internet.

Están los más ingenuos, y surge el caso de una pareja de recién casados que pasó por la caja para cerrar su cuenta y entregar las llaves. La noche de bodas en determinado hotel había sido regalo de unos amigos por lo que sólo debían pagar los gastos adicionales.

Cuando recibió la cuenta, el novio se puso pálido. No entendía por qué tenía un cargo tan importante y lo consultó al cajero. "Son los consumos del refrigerador de la habitación señor", le respondió. "¿Cómo, los productos del minibar no están incluidos en el precio de la habitación?", consultó cada vez más pálido. Obviamente, la respuesta fue negativa.

"Ah, bueno, si no es así, los devolvemos." Abrieron un bolso y sacaron los artículos que se estaban llevando: bebidas, chocolates, papas fritas, cervezas, jugos, cereales, miniaturas alcohólicas.

Para evitar caer en la tentación, muchos de estos productos codiciados están a la venta en los hoteles. Un letrero suele indicar que si desea llevarse este producto puede consultar su precio en recepción. Y las batas, otra vez encabezan las listas de las más compradas, un buen recuerdo, con logo incluido, de un viaje inolvidable. Se suman chocolates, cepillos de cuero y agendas.

Pero también otros productos no tan usuales. En los Sofitel aseguran que la cama es un éxito y que este modelo confortable y sus accesorios se vendieron mucho, incluso al exterior. También el perfume de verbena que se rocía en los salones, los venden para el consumo casero.

También hay pasajeros fanáticos: "Una huésped quedó encantada con los artículos de baño y adquirió una caja de cada uno de ellos para llevárselos a su país, porque estos productos son creados especialmente para el hotel", cuenta Agustín Maddocks, gerente de División de habitaciones de Hilton, Buenos Aires.