19 de agosto de 2010
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(www.neomundo.com.ar) "Si se divorcia es posible que su salud empeore". ésta es la conclusión general de un estudio realizado en los Estados Unidos, más precisamente en la ciudad de Chicago, para el cual se analizaron los antecedentes médicos y el estado civil actual de más de 8.500 voluntarios de entre 50 y 60 años. La investigación halló que los hombres y las mujeres separados o viudos presentan 20% más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes, si se los compara con sus pares casados. El estudio está relacionado con muchas otras anteriores que abordaron a lo largo de los años la reciprocidad entre, por ejemplo, el estado civil o el dolor que provoca una separación o divorcio con las afecciones psíquicas y físicas, así como también la conexión entre el "estado del corazón" y la longevidad. Sin embargo, ellos no serían lo más o los únicos afectados, ya que tal como consta en las conclusiones de la experiencia publicadas en el Journal of Health and Social Behavior, los solteros representan el "principal blanco" para la depresión, dado que el 13% de esta parcialidad posee chances de padecer este trastorno psicológico. "Las personas que han estado divorciadas al menos una vez sufren una peor salud durante gran parte de su vida -asegura Linda Waite, investigadora principal de estos ensayos-. No obstante, hay que considerar que antes de anunciar estas generalidades es importante pensar en cómo es o ha sido el matrimonio, cuánto duró y cuál es el tiempo que pasa entre un matrimonio y otro, en caso que exista una 'reincidencia'. Esto es fundamental porque mucha gente puede pensar: 'bueno, me divorcié pero si me vuelvo a casar recupero mi estado de salud previo a ese trance' y la realidad es que eso no sucede así. Toda separación -e incluso el estadío previo cargado de peleas, discusiones, etc.- implica un proceso de estrés y desgaste que no es gratuito para el organismo, mucho más aun si estamos hablando de condiciones crónicas de cierta gravedad que se van gestando durante años." De cualquier manera, siempre volverse a casar representa una alegría y un nuevo desafío que genera que los que se animan a intentarlo otra vez estén alejados de la posibilidad de sufrir depresión. También -y si bien pueden desarrollar patologías crónicas- suelen hacerlo a mayor edad. En el caso de las personas que enviudan sucede todo lo contrario: de hecho muchas veces el cónyuge que ha quedado vivo 'se va atrás de su pareja' (muere al poco tiempo), se deteriora severamente y en forma muy diferente a cómo venía haciéndolo, o bien pierde el interés por vivir", concluyó Waite. En relación a los efectos ya no fisiológicos sino psíquicos o psicológicos, hace algunos años una investigación realizada por profesionales de la Universidad de Lansing, en Alemania, estableció que más allá de la inestabilidad que se viva al momento de una ruptura matrimonial, lo más difícil para algunas personas es afrontar y superar el hecho de que su pareja terminó. Los investigadores consideraron que la dificultad está relacionada con que una separación altera la idea de felicidad a largo plazo, produciendo una sensación de abatimiento o fracaso. "La separación de una pareja es una causa de declive permanente en los niveles de felicidad, pues los protagonistas suelen sentirse mucho más abatidos y menos felices luego de un divorcio, que antes o durante su matrimonio", analiza Richard Lucas, también integrante de la investigación